Trataron de matarlo una vez y no pudieron. Lo dejaron lesionado y herido, pero sobrevivió. Y luego volvieron a intentar matarlo. Tampoco pudieron. Y luego siguieron intentando quién sabe cuántas veces más y no lo lograron.
Y una ola furiosa lo azotó contra una roca, le fracturó los huesos de la cara, pero sobrevivió. Después otro accidente salvaje casi lo deja sin poder caminar. Y sigue caminando. Y los quebrantos de salud exigen complejas cirugías y se despierta de las anestesias listo para seguir en sus batallas. Ese es Germán Vargas Lleras, el indómito, el que no se rinde, el sobreviviente.
* * * *
Quienes dicen que ha llegado hasta las más altas cumbres por ser nieto de Carlos Lleras, o no conocen su historia de vida o quieren ignorarla. Todo le ha tocado ganárselo a pulso.
Un rápido recorderis sobre sus inicios. En las juventudes del Nuevo Liberalismo acompañó a Galán desde los oficios más modestos y ahí, voto a voto, barrio a barrio, pueblo a pueblo, se labró su propio camino con cara de montaña rusa de inviernos y veranos.
Ahí no valían herencias. Valieron las gentes modestas del común que no sabían de abolengos ni padrinos.
Ganó sus primeras campañas al Concejo de Bojacá batallando en cada vereda y luego perdió su primera gran faena para llegar al Concejo de Bogotá. Lo derrotaron. Su abuelo se había apartado de Galán y Germán, coherente con su palabra, siguió fiel a Galán aun a sabiendas de que podía perder su campaña al Concejo. Y perdió.
Luego, en el Nuevo Liberalismo, asesinado Galán, lo más fácil habría sido colgarse a una de las tres fuerzas dominantes del partido para ganar su curul. Pues no. Por convicción, contra viento y marea, montó una nueva fuerza dentro del partido y a la postre triunfó. Luego César Gaviria lo mandó a la Dirección Nacional Liberal, donde se enfrentó a viejos poderes y su espectro se volvió nacional. De ahí en adelante su carrera es bien conocida.
* * * *
Aunque a lo largo de los años hemos tenido públicas discrepancias y públicas coincidencias, debo señalar algo innegable en la carrera de Germán Vargas Lleras: conoce como pocos a Colombia. La Colombia rural y la urbana. La Colombia de la prosperidad y la marginada. Frentero y claro. Valiente. Y, como pocos políticos, es además gran ejecutor de obras públicas.
Defectos tendrá muchos, como tenemos los seres humanos, pero con Germán Vargas uno sabe a qué atenerse. Y uno sabe que no se arruga ante las decisiones difíciles.
En un momento fue el más claro sucesor de Uribe y a estas alturas ya sería expresidente. Un buen expresidente. Pero le ganó el turno Juan Manuel Santos, que siempre estuvo más lejos de Uribe pero mientras se quedaba con el poder aparentó una mayor cercanía y terminó alejando a Vargas Lleras.
Luego Santos, ya elegido, con la teoría del team of rivals (neutralizar a los rivales incorporándolos al equipo) lo invitó a su gobierno, fue su ministro estrella, su vicepresidente y después esa cercanía terminó quemándolo en la siguiente campaña electoral.
Pero las derrotas no apagan la energía de Germán Vargas. Lo animan para las batallas siguientes.
Bien puede ocurrir que se mantenga la coalición petrosantista y que Vargas Lleras deba cumplir con la misión de enfrentar a su exjefe desde las columnas de EL TIEMPO, desde la jefatura de Cambio Radical o desde una sólida candidatura presidencial.
En encuestas ha venido ascendiendo. Su salud marcará la pauta. Y su nueva condición de abuelo feliz lo hará pensar a fondo.
Independientemente de lo que pase, Vargas Lleras ha dicho lo correcto: se requiere un gran proyecto de unidad. Se deben deponer las vanidades. Se deben erradicar los egoísmos.
Bien porque logre encarnarlo o bien porque se dedique a estructurarlo, promoverlo y concretarlo, así en el tarjetón no aparezca su nombre, Germán Vargas y su voz tienen enorme peso en este momento de Colombia. Será determinante.
* * * *
Al momento de cerrar esta columna me cuentan que su última intervención quirúrgica en Houston fue exitosa. Gran noticia. Me alegro mucho por él, por su hija Clemencia y su nietecito Agustín y por los suyos... Germán Vargas todavía puede servirle mucho a Colombia, mucho.
JUAN LOZANO