El logro es enorme: en veinte años de tarea brillante e incansable, la Feria Internacional de Arte de Bogotá (Artbo) ha conseguido que el mundo de la cultura colombiana –y, de paso, el mundo de la cultura de la región– sea impensable sin su enorme exhibición del arte que se está haciendo en América Latina. ARTBO fue creada en 2004 por la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) como respuesta tanto al crecimiento de nuevos talentos en las artes plásticas como al crecimiento de los públicos interesados en los trabajos de esas figuras. Desde el principio supo convocar a la gente. Veinte años después ha cuadruplicado el número de galerías nacionales e internacionales que participan en el evento. Y es patrimonio del país y la ciudad.
Artbo ha sido el gran encuentro de creadores, curadores, gestores y espectadores, pero también ha sido escuela e inspiración. Creó el contexto para otras ferias. Como comentó a EL TIEMPO María Paz Gaviria, gerente de Programas Culturales de la CCB. Su gestión representa la importancia de insistir en la democratización, la promoción del mercado y la comercialización del arte en Colombia. Y no solo con los desembarcos de tantas galerías del mundo, sino gracias a secciones minuciosamente curadas como ‘Proyectos’, ‘Referentes’, ‘Antecámara’, ‘Libro de Artista’ y ‘Encuentros.
Resulta justo que, por primera vez, la feria celebre el recorrido estupendo de un artista colombiano: el maestro David Manzur, que ha dedicado 70 de sus 95 años a construir una obra sobrecogedora, que sigue siendo un defensor de la fuerza de la pintura figurativa y representa lo mejor de una era que dio nombres como los de Alejandro Obregón, Édgar Negret, Enrique Grau, Eduardo Ramírez Villamizar y Luis Caballero, estuvo presente en el acto inaugural. Ocho obras suyas de mediano y de gran formato, que son un espaldarazo a estas dos décadas de encuentros en el nombre del arte, encabezan la exposición de Artbo de este año.