Hoy, sábado 31 de mayo, es el Día Mundial sin Tabaco que ha estado promoviendo la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es la jornada ideal para repensar el papel que ha tenido el cigarrillo en la vida, en la enfermedad y en la muerte de tantos ciudadanos del mundo, y el momento preciso para insistir, como lo ha hecho la propia Coltabaco, en un futuro libre de aquel humo que aún hoy es un problema de salud pública. Pero, como lo señala un completo artículo de Carol Malaver en este mismo diario, es también una oportunidad inmejorable para prender las alertas sobre el vapeo.
Según la Secretaría Distrital de Salud, en Bogotá ya no se trata de un juego, ni de una moda que se celebra en los encuentros sociales entre adultos, sino de una práctica de cerca de 139.000 personas. Cada vez es más común encontrarse con ciudadanos que se valen de dispositivos electrónicos tanto en el esfuerzo de dejar atrás el cigarrillo como en el deseo de consumir sustancias novedosas e inhalar nicotina de forma –en teoría– menos riesgosa, pero lo preocupante, más allá de las libertades que pueden reivindicar los mayores de edad, es que buena parte de los afectados sean adolescentes y niños.
Preocupa que, más allá de las libertades que pueden reivindicar los mayores, buena parte de los afectados sean adolescentes y niños.
Si el Sistema de Alertas de la Secretaría ha notado que el uso de vapeadores ha llegado al tercer lugar entre las sustancias más consumidas en entornos escolares es porque están fallando los controles sociales y las medidas restrictivas para esta población. El diseño de los aparatos y los aromas especiales que hacen menos invasivo el acto de vapear, han conseguido dejar para después la conversación urgente sobre los cinco recientes accidentes que se han presentado por el consumo de estos aparatos, pero sobre todo el hecho de que su uso prolongado también puede conducir a enfermedades respiratorias o a ampliar las probabilidades del cáncer.
De nuevo, resulta indiscutible que, en el caso de los adultos, estamos hablando de sus libertades, pero también es verdad que todos, desde los niños hasta los viejos, tienen derecho a enterarse de que los vapeadores exponen a sustancias tóxicas, a metales pesados, a saborizantes químicos. Y los problemas generales de salud recaen sobre todos. El Distrito ha estado llevando esta información a las zonas de la ciudad en las que ha sido más común el consumo del tabaco. La Ley 2354 de 2024 regula tanto la venta como la promoción de los dispositivos. Pero es fundamental seguir dejando en claro que vapear, que se ha vendido como una simulación de fumar, también lleva a adicciones y a enfermedades.
Es un asunto del mundo: la OMS publicó ayer un informe para invitar a los gobiernos del planeta a que prendan las alertas sobre los aromatizantes en los productos de tabaco y nicotina, que, en palabras de la organización, "siguen matando a la mitad de sus consumidores" y "cada año causan la muerte a ocho millones de personas". Ya hay decenas de países que han pasado al terreno de la prohibición. El hecho de que varias ciudades e instituciones nacionales –y del mundo– se estén sumando a la celebración de este Día Mundial sin Tabaco es una prueba de que se está haciendo conciencia. Y ese es el primer paso para salvar vidas.