Es justo celebrar cuando las cosas suceden. Es justo hacerlo cuando los ciudadanos se han rodeado de paciencia a la espera de ver que el pago de su valorización toma forma. Es justo que Bogotá exhiba obras que tanta falta le hacen. En efecto, hay que reconocer el esfuerzo que le ha puesto la actual istración a la entrega de trabajos a los que ya se les había refundido la fecha de inicio.
Nos referimos, por supuesto, a la entrega esta semana de los tres puentes vehiculares que sobresalen en el cruce de la avenida Boyacá con calle 127. Una estructura que demandó cinco años de construcción, 54.000 metros cuadrados de espacio público intervenidos, ciclorruta, un puente curvo de 281 metros, dos puentes rectos de 260 metros y tres carriles que hoy están al 100 por ciento finalizados.
Para quienes habitan en la capital –y para los que no–, hablamos de un sector que se había convertido en una pesadilla para la movilidad, pues confluían allí los vehículos que circulaban en sentido nororiente-noroccidente, sur-norte y viceversa, con varios semáforos, cruces inseguros y trancones permanentes.
Así como se celebra la entrega de los puentes en el noroccidente de la ciudad, hay que reclamar por obras que siguen en veremos.
Para la ejecución de la obra se estableció el cobro de una valorización a los ciudadanos en el año 2013. El proyecto fue concebido y contratado por el exalcalde Enrique Peñalosa, siguió su curso durante la gestión de Claudia López, y Carlos Fernando Galán logró finalizarlo. Aún quedan pendientes trabajos de espacio público y la conexión con la avenida Rincón, clave para desembotellar este populoso sector de la localidad de Suba.
Valga reconocer que, si bien la entrega de estos viaductos constituye una buena noticia para los bogotanos, tiene razón Galán cuando, en el acto de entrega, empezó por pedir disculpas debido a las demoras. Algo que sucede con la mayoría de trabajos que se emprenden en la ciudad, una práctica que debe ser erradicada porque significa un abuso de la paciencia, el tiempo y el patrimonio de los contribuyentes y un perjuicio a la ciudad. No se puede seguir apelando a los plazos, los desembolsos extralegales y a consideraciones de todo tipo cada vez que un concesionario se ve ‘colgado’ con un proyecto. Para eso existen los estudios de prefactibilidad y factibilidad. Y claro que se puede, la muestra es la primera línea del metro que se construye y que va con los tiempos y desembolsos acordados.
Así como se celebra la entrega de los puentes de la Boyacá con 127, hay que reclamar por las obras que siguen en veremos. Caso concreto: varios tramos de la troncal de la avenida 68, que a estas alturas ya deberían tener avances importantes. Preocupa, en particular, el cruce de la avenida Suba con calle 100, por ejemplo. O las obras inconclusas del Centro Fundacional de Usaquén. Allí el consorcio debía intervenir 38 segmentos viales y solo lo hizo en 13, perjudicando a comerciantes, residentes y turistas. Ahora la Alcaldía tomó posesión de ella y se espera que los trabajos corran con mejor suerte.
Con más de mil frentes de obra en más de 200 proyectos, resulta alentador que estas al fin se empiecen a entregar. Es lo que están pidiendo los ciudadanos y es el compromiso que deben cumplir el alcalde Galán y su equipo del IDU, que, valga decirlo, está demostrando una alta dosis de responsabilidad y eficiencia.