A los 600 días del inicio de su ofensiva militar en Gaza, Israel ya no puede apelar más al derecho a la autodefensa. Así lo ha dicho con claridad Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
El saldo es devastador: más de 54.000 muertos –la mayoría civiles palestinos–, desplazamientos masivos y un colapso humanitario sin precedentes. Lo que comenzó como respuesta al brutal ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023 se ha convertido en una campaña militar que, como tanto se ha dicho, vulnera los principios fundamentales de la humanidad.
El aislamiento internacional de Israel es cada vez más palpable. Lo evidencia incluso Alemania, históricamente aliada incondicional del Estado hebreo. El canciller Friedrich Merz elevó este lunes el tono: "Se están sobrepasando límites" y se está "vulnerando el derecho internacional humanitario". Si Berlín, por su memoria histórica, se siente en la obligación de hablar es porque lo que ocurre en Gaza no ite más silencio.
A esto se suma la creciente presión de Estados Unidos y de otros aliados europeos. La comunidad internacional es cada vez más reactiva frente a los argumentos de Israel que apelan a su seguridad nacional. Pero las imágenes y cifras desde Gaza desmienten cualquier retórica. Al mismo tiempo, Benjamín Netanyahu enfrenta una crisis política interna. Su gobierno se tambalea, y su apuesta por extender la guerra como escudo personal parece agotarse.
Persistir en esta escalada solo profundiza el aislamiento de Israel, mientras el sufrimiento inenarrable del pueblo palestino crece exponencialmente y abre nuevas heridas, cada vez más difíciles de sanar. Como dijo Türk, lo que vemos hoy "no tiene ya nada que ver con el respeto a la humanidad". Es hora de un giro. Por ahora, según medios israelíes, Netanyahu aceptó ayer la propuesta de EE. UU. de alto el fuego por 60 días que incluye liberaciones. Ojalá se concrete cualquier paso humanitario y positivo. La presión internacional no puede ceder.