La estupenda compositora María Isabel Murillo, conocida como Misi por sus colegas y sus auditorios, murió hace siete años sobre el escenario –daba las gracias a su ensamble y su público– luego de una presentación de su tradicional musical de Navidad, pero su compañía de actores, músicos, escenógrafos, bailarines, libretistas continúa en marcha como si ella siguiera animándola. Gracias a Misi, el público bogotano pudo ver, en el Teatro Colsubsidio, versiones notables de obras emblemáticas como ‘West Side Story’, ‘Jesucristo superestrella’, ‘Annie, la huerfanita’, ‘Aladdin’ y ‘La novicia rebelde’, pero también obras originales sobre la vida en nuestro país.
Murillo nació en 1957 en Bogotá. Creció entre la música de los compositores clásicos y los musicales de Broadway. Pronto se dedicó a escribir canciones para su coro Timpanitos y, acompañada por talentos como los de María Angélica Mallarino y Toni Navia, creó piezas inolvidables para los programas de televisión ‘Pequeños gigantes’ e ‘Imagínate’. Cuando cumplió treinta años, Misi inauguró su escuela de teatro musical. Y se pasó las siguientes tres décadas montando las grandes obras de su género y creando una compañía que luego de su temprana muerte, y de la mano, ahora, de la Universidad del Rosario, no ha desfallecido en su tarea de siempre.
Gracias a Misi, el público pudo ver, en el Teatro Colsubsidio, versiones notables de obras emblemáticas como ‘West Side Story’, ‘Jesucristo superestrella’, ‘Annie, la huerfanita’, ‘Aladdin’ y ‘La novicia rebelde’
Desde aquel triste noviembre de 2018, Misi Producciones y el Rosario han montado, con brillantez, musicales como ‘La bella y la bestia’, ‘El compositor de sueños’ y ‘Mamma Mia!’ Y ahora, desde el próximo viernes 16 de mayo, la comedia musical basada en la película de 1992 ‘Cambio de hábito’. No es nada fácil, en Colombia y en cualquier parte del mundo, mantener en pie una compañía teatral. Que la de Misi siga dando espectáculos conmovedores, bien hechos, que EL TIEMPO se ha honrado en respaldar, prueba la solidez de un legado que no solo ha educado a sus artistas, sino también, de paso, a sus espectadores.
EDITORIAL