En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Editorial

Emporio criminal

La extracción ilegal de oro alimenta finanzas, destruye bosques y envenena niños. Urge actuar con inteligencia.

Actualizado:
00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
La minería ilegal de oro se ha consolidado como uno de los fenómenos más rentables y devastadores del crimen organizado en Colombia. No se trata ya de un problema ambiental o económico aislado, sino de un engranaje criminal con alcance nacional e internacional que involucra estructuras armadas, redes de tráfico, lavado de activos y afectaciones profundas al tejido social y el ecosistema, tal y como lo denunció el informe publicado por este diario a comienzos de esta semana. Frente a esto, urge una política pública robusta, con liderazgo desde el Ejecutivo, que enfrente esta amenaza con la decisión y seriedad que amerita.
Las cifras son contundentes. Según el Ministerio de Defensa, 306 municipios, en 23 departamentos, están siendo impactados por la extracción ilícita de oro. Las disidencias de las Farc, el Eln, el ‘clan del Golfo’ y otras bandas han encontrado en esta economía ilegal una fuente de financiamiento incluso más lucrativa que el narcotráfico. No es casualidad: mientras un kilo de coca se cotiza en cinco millones de pesos, uno de oro alcanza los 426 millones. La ecuación del crimen ha mutado, y con ella, los territorios. Y estos sufren.
La cadena criminal no termina en la retroexcavadora o en la draga en el río: sigue su curso a través de sofisticadas operaciones de lavado.
El daño es profundo y general. La deforestación masiva, el uso de mercurio y cianuro y la alteración de cauces hídricos han desencadenado consecuencias dramáticas: enfermedades crónicas, mutaciones genéticas y afectaciones irreparables en la salud de las comunidades más vulnerables. Lo que se vierte en los ríos no desaparece; se acumula en los cuerpos, en los suelos, en los alimentos. Lo que se está sembrando en estas regiones es una bomba sanitaria y ambiental que puede estallar en cualquier momento.
Combatir la minería ilegal requiere más que operativos aislados, que igual son bienvenidos, claro. Se necesita una estrategia integral con actuaciones en múltiples frentes: inteligencia, prevención, cooperación internacional y, especialmente, acciones efectivas en los mercados de capitales. Porque esta cadena criminal no termina en la retroexcavadora o en la draga en el río: sigue su curso a través de empresas fachada, exportaciones ficticias y sofisticadas operaciones de lavado.
En este punto, es imposible no lamentar que Colombia siga suspendida del grupo Egmont, la red que articula a las unidades de inteligencia financiera del mundo, como sanción por un mal procedimiento del Ejecutivo. Esta exclusión, que restringe el a información clave sobre operaciones sospechosas, representa un obstáculo serio para detectar a los verdaderos beneficiarios del oro ilegal: aquellos que capitalizan el negocio sin mancharse las manos. Negocio que a su vez financia distintas estructuras del crimen organizado que buscan cooptar y sustituir al Estado para someter a la gente a su pesado yugo. Recuperar el pleno a esta red debería ser una prioridad nacional.
Contra este flagelo se necesita una auténtica política de Estado con recursos, articulación y visión de largo plazo. Porque el oro ilegal está moldeando un nuevo mapa del crimen en Colombia.
Si el país no actúa con determinación, los ríos seguirán envenenados; los territorios, capturados, y las futuras generaciones pagarán un precio demasiado alto. La política debe estar a la altura del problema. Y el momento para actuar es ya.

Sigue toda la información de Opinión en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.