Primero fue una cita atribuida a Napoleón, legendario emperador: "Quien salva a su país no viola ninguna ley". Otro trino suyo de antier cerró con la histórica frase de las monarquías, "¡Viva el rey!".
Algunos dirán que no hay que tomar al pie de la letra las anteriores expresiones utilizadas por el presidente Donald Trump. Para sus seguidores, serían apenas mensajes de ánimo, reafirmaciones de liderazgo. Para los analistas, formarían parte de su estrategia de choque y provocación.
Es un error no tomarse las palabras en serio.
Sobre todo cuando estas se pronuncian por quienes tienen poder. No cualquier poder, sino el que confiere estar al frente del país más poderoso del mundo. Y cuando tales palabras se contraponen de forma tan abierta a lo que Estados Unidos ha simbolizado históricamente, en defensa de valores republicanos, constitucionales y democráticos.
Quienes no creen en el poder de las palabras deberían entonces prestar atención a los hechos. Desde su inauguración, Trump ha firmado 68 "órdenes ejecutivas", especie de decretos presidenciales para conducir el Gobierno central, dentro de la constitución.
Ha sido práctica común entre sus antecesores. Pero, en menos de un mes, Trump ha expedido más "órdenes ejecutivas" que las firmadas por casi todos los presidentes estadounidenses desde Nixon, en sus respectivos primeros años de gobierno: Obama (40), Bush Jr. (54), Clinton (57), Bush Sr. (31), Reagan (50), Carter (66), Ford (29), Nixon (52). Incluso más que en su primera istración, cuando Trump expidió 55. Biden firmó 77 en su año inaugural, pero, si el ritmo continúa, Trump sobrepasará tal récord decretista la próxima semana.
El número de decretos no es quizás significativo. Lo que preocupa, y está bajo discusión, es si las "órdenes ejecutivas" respetan o no la constitución.
En menos de un mes, Donald Trump ha expedido más 'órdenes ejecutivas' que las firmadas por casi todos los presidentes estadounidenses desde Nixon, en sus respectivos primeros años de gobierno.
De acuerdo con Bruce Ackerman, profesor de Derecho y Política en la Universidad de Yale, algunas de las "órdenes ejecutivas" de Trump violan la Constitución (The Guardian, 13/2/2025). En tal caso, les correspondería a las cortes dirimir los posibles conflictos. Pero un trino del vicepresidente J. D. Vance (exalumno de Yale) ha encendido las alarmas: "Los jueces no pueden controlar el poder legítimo del Ejecutivo".
Vance parece defender el poder presidencial sin controles, que sería, según Ackerman, un golpe "contra los fundamentos de la Constitución". Para David Driesen, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Syracuse, el trino de Vance estaría dirigido a establecer una "dictadura".
Palabras mayores que anticipan la "crisis constitucional", temida por los críticos de Trump ante su arribo al poder.
'El momento de la verdad' fue el título de la portada de la revista The Atlantic el mes de las elecciones estadounidenses. El "momento" se prolonga, dada la incertidumbre creada por la presidencia de Trump.
Algunos pronósticos no son alentadores. En un ensayo reciente, el premio Nobel de economía Daron Acemoglu pinta un cuadro de Estados Unidos en 2050, al que debemos regresar. Registremos por ahora el pronóstico pesimista de Acemoglu sobre el futuro norteamericano, como resultado de su colapso institucional: estancamiento industrial, recesión y depresión económica, pérdida de liderazgo mundial, fuga de cerebros...
Es un derrotismo prematuro, que el mismo Acemoglu no encuentra inevitable. Jueces, periodistas, la sociedad civil, la comunidad internacional, políticos de oposición: quizás logren articular la defensa de los valores democráticos. Por lo pronto, la gobernadora de Nueva York le ha recordado a Trump que los Estados Unidos rompieron con los reyes hace más de 250 años.