‘Fruvergate’

De todos los casos de doble y triple moral de este Gobierno plurimoral, de todas las evidencias de dobles y triples raseros de este Pacto Histórico que llegó al poder corriendo la línea ética, el enredo patronal en el que anda metido el representante David Racero es quizá de los menos importantes.

Se trata, al fin y al cabo, de acusaciones relacionadas con un ‘fruver’, uno de esos expendios de frutas y verduras comunes en muchos barrios del país. Ni punto de comparación con otros escándalos de este gobierno, que no ha salido de un episodio vergonzoso cuando aparece otro que lo tapa y lo supera.

Episodios como el de Ecopetrol. Según información revelada por EL TIEMPO, la empresa más grande del país habría contratado, por casi seis millones dólares, a una firma de abogados gringos especializada en delitos de cuello blanco, para evaluar las repercusiones reputacionales de la permanencia en el cargo del cuestionado presidente de la compañía, Ricardo Roa.

¿Qué relevancia puede tener un fruver al lado del daño que Roa le puede causar al país?

Pero lo que le falta al ‘fruvergate’ en relevancia económica le sobra en antiejemplaridad ética. Recordemos los hechos: el periodista Daniel Coronell reveló un audio en el que Racero da instrucciones para, presuntamente, contratar a un empleado en condiciones ilegales: turnos de 13 horas sin prestaciones sociales. “No tiene prestaciones, no tiene nada”, dice la voz que se le atribuye al congresista.

Quizá su dedicación a la causa hortifrutícola le haya hecho confundir la moral con el moral, que es el árbol de la mora. Pero su disonancia ética es imposible de excusar. Mientras el presidente Petro no pierde chance de llamar “esclavistas” a los empresarios legítimos del país, que pagan prestaciones e impuestos a tutiplén, uno de los alfiles más autorizados de su movimiento estaría inmerso, él sí, en abusos a sus trabajadores.

Racero fue uno de los abanderados de la reforma laboral de Petro, que endurecía las exigencias para la contratación formal. Pero tal parece que la ley no era para todos. El Presidente llamó “HP” a quienes se opusieran a la reforma. ¿Extenderá el calificativo a su aliado político?

Es cierto: no tiene nada de novedoso que un político diga una cosa en público y haga otra en privado. Pero hay que tener tupé para exigirles a los empresarios del país que cargan en sus espaldas el peso tributario de un Estado rapaz, que hagan sacrificios que uno mismo incumple sin vergüenza.

Y con un agravante. La enorme mayoría de los emprendedores nacionales, que son propietarios de pymes, ganan una fracción de lo que gana Racero con su sueldazo de congresista, que ronda los 50 millones de pesos al mes. Averigüen cuántos empresarios del país se meten al bolsillo 600 millones de pesos al año antes de impuestos, y se darán cuenta de que los verdaderos protagonistas de la desigualdad en Colombia, contra la que tanto arengan Petro y sus acólitos, no son los dueños de las empresas, sino quienes devengan salarios muy distantes de los ingresos de la gente común y corriente, como el que cobra Racero con cargo al contribuyente. Ya quisieran la mayoría de los dueños de las asediadas empresas colombianas conocer utilidades de esa magnitud.

Que un trabajador sea contratado sin prestaciones de ley por el dueño de una tienda o negocio pequeño es lamentable; aunque entendible, dado el gravoso código laboral del país. Que lo contrate sin prestaciones alguien con ingreso de congresista, que podría asumir esa carga prestacional en las temporadas de vacas flacas del negocio, es cínico. Quienes se oponen al Pacto Histórico podrán ser muy HP, como dice el Presidente, pero si así se comportan los más destacados de su movimiento, es preferible ser HP que ser del PH.

THIERRY WAYS