En las recientes semanas, han asomado señales alentadoras en cuanto a la salud de la economía colombiana, que tan enferma ha estado este año. No es para hacer fiestas, pero al menos no asistimos al velorio del aparato productivo, que ha sido capaz de generar riqueza y empleo a lo largo de décadas muy difíciles, marcadas por una violencia que nos hizo temer por la supervivencia misma del Estado, y que ahora parece sobreponerse a un gobierno que le ha propinado durísimos golpes.
Tras diez meses de bajas de la tasa de interés de referencia del Banco de la República –de 13,25 % a fines de 2023, a 10,25 % ahora–, quienes tienen deudas han sentido un alivio. Los banqueros reportan una reducción de la cartera mala y síntomas de reactivación del consumo, un proceso lento que comenzó a fines del primer semestre y que ya se refleja en las ventas del comercio minorista, que en agosto –último mes con cifras consolidadas– crecieron 5,2 %.
La industria sigue resentida, y decreció en ese mismo mes 1,8 %. Pero algunos sectores manufactureros y de alimentos, así como las industrias básicas de hierro y acero, comenzaron a repuntar. Harán falta algunos meses para que, si continúa, la reactivación en el consumo que ya beneficia al comercio impulse la producción industrial.
Como decía esta semana un editorial de ‘Portafolio’, clave en los síntomas de mejora del consumo son las remesas de los colombianos que trabajan en el exterior, y envían dólares y euros a sus familias en el país. En 2023, las remesas sumaron más de 10.000 millones de dólares, una cifra equivalente al total de las exportaciones de manufacturas. Este año, las remesas siguen al alza. Hace 10 años representaban 1 % del PIB, pero en 2024 pueden llegar casi al 3 %, un buen empujón para las familias y el consumo.
La industria sigue resentida, y decreció en ese mismo mes 1,8 %. Pero algunos sectores manufactureros y de alimentos, así como las industrias básicas de hierro y acero, comenzaron a repuntar
Claro que el Gobierno ha causado daños grandes: el freno a la exploración petrolera y de gas –que pagaremos muy caro–, por una transición energética necesaria pero muy mal entendida por el presidente Gustavo Petro; el pésimo manejo de la crisis del sector eléctrico, en especial en la región Caribe; la destrucción del sistema de salud, que mal que bien funcionaba, y la cuasi parálisis en los dos grandes sectores de construcción (vivienda y vías), que en años anteriores estimularon la economía.
Ojalá el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, mantenga sus esfuerzos por evitar que el déficit fiscal se desborde. Consciente de la caída de los recaudos tributarios este año, Bonilla se ha dedicado a frenar la ejecución presupuestal. Entre menos gasto efectivo haya, menos crecerá el hueco en las finanzas públicas. Eso implica aplazar inversiones necesarias, pero al menos nos ahorra caer en la espiral de un déficit fiscal profundo que puede borrar de un tajo los síntomas de reactivación que hoy asoman.
Más allá de las frías cifras, lo más valioso es un cambio de actitud de muchos empresarios que entendieron que este mal gobierno no es eterno, que no vamos camino de volvernos otra Venezuela y que, en año y medio, estaremos eligiendo un nuevo Presidente (algo en lo que ojalá acertemos esta vez). En el más reciente Invamer Poll, la cifra de encuestados que creen que en unos años podemos estar tan mal como nuestro vecino cayó de 56 % en agosto a 51 % en octubre. Se vislumbra el amanecer, que no es poca cosa.
En muchas compañías está haciendo carrera la idea de poner a andar un plan 2026, cuando esperan que el cambio de timonel sacuda positivamente la economía. “Para que uno pueda aprovechar ese deseado cambio –me dijo un joven empresario–, hay que prepararse ya y, por lo pronto, mantener el negocio a flote y aprovechar este ligero rebrote del consumo”. Y agregó: “Voy a sobrevivir a Petro como mi padre y mi abuelo, fundadores de la empresa, sobrevivieron a las Farc, a los paramilitares, a Pablo Escobar, y a tantos bárbaros que trataron de acabar con el país y no pudieron”.
MAURICIO VARGAS
IG: @mvargaslinares