Asumió la Policía Nacional, en cabeza del general William René Salamanca, la presidencia de la Comunidad de Policías de América (Ameripol), en la que tienen asiento 30 naciones del continente.
Se trata sin duda de un gran reconocimiento y, a la vez, una enorme responsabilidad para una Policía, la colombiana, que en el mundo entero es reconocida por sus históricos resultados contra las más grandes amenazas criminales, muchas de ellas transnacionales.
Curtida en décadas de combate contra el hampa común, los grandes ejércitos ilegales y los más despiadados carteles del narcotráfico, la institución es un referente y a ella acuden en busca de entrenamiento y experiencia sus pares de muchos países. La tradición civilista, ajena a las polarizaciones políticas, y la preocupación por el respeto de los derechos humanos y la convivencia ciudadana representan, de la misma manera, valores que las y los policías de Colombia y sus altos mandos han sabido preservar y propalar, incluso en los momentos más álgidos.
En un mundo que asiste a la consolidación cada vez más amenazante de las mafias internacionales y en el que el tráfico de armas, drogas y personas mueve cada día sumas billonarias, es claro que la cooperación internacional entre las autoridades de los países es, simplemente, vital.
Ese es el norte con el que el general Salamanca toma la Presidencia de Ameripol, con enormes retos en la profundización de estrategias multilaterales contra los tráficos ilegales ya referidos y con el desafío grande de impedir daños aún mayores a la seguridad del hemisferio por cuenta de la existencia de regímenes tomados por las mafias, como los de Venezuela y Nicaragua, que no solo no cumplen con su obligación de combatir el crimen sino que se lucran de la connivencia.