En un episodio de Curb Your Enthusiasm, la genial comedia producida por Larry David, el propio Larry, como protagonista, se encuentra ante una situación que pone a prueba sus modales. Al llegar a un edificio, abre la puerta y se detiene al ver que una mujer viene detrás de él. Tiene pelo corto y viste pantalón y chaqueta con corbata. Larry duda, pero decide no esperar y deja que la puerta se cierre, asumiendo, por la apariencia de la chica, que a ella no le gustaría ese gesto. Pero una vez adentro ella le reclama: ¿por qué me bota la puerta en las narices si soy una mujer? Más adelante, se encuentra ante la misma situación con una joven de pelo largo, a quien decide abrirle la puerta pensando en su experiencia anterior. Para su sorpresa, ella se molesta y le dice que puede abrir la puerta sola.
Un gesto de amabilidad de un hombre hacia una mujer tiene lecturas diferentes en el mundo actual. Lo que para unas es un acto de cortesía, para otras es un comportamiento condescendiente. Esa situación se refleja en muchas situaciones cotidianas. Un amigo se vio envuelto en una escena incómoda hace poco. Viajaba en un avión y en la silla de al lado iba una mujer con su bebé. La señora se sacó el pecho para alimentar al niño. Mi amigo no dijo nada, se concentró en mirar al frente para evitar cualquier tipo de molestia de su vecina. Pensó en que si ponderaba al bebé se metería en problemas. Pero se sorprendió cuando la señora le preguntó por qué se hacia el loco, ¿acaso nunca había visto a una mamá dándole teta a su hijo? Él le respondió que sí, que claro, si es lo más normal.
Estos episodios ilustran ese dilema moderno. En el caso de Curb Your Enthusiasm, Larry intenta evitar una posible ofensa basada en una suposición sobre la identidad de género de la persona. Y cuando trata de corregir su comportamiento con otra mujer, tampoco acierta. La situación de mi amigo en el avión refleja una situación similar: su intento por ser respetuoso y evitar cualquier tipo de incomodidad fue malinterpretado.
Esos momentos pueden ser divertidos, y por eso la comedia se burla de ellos. Sin embargo, también nos recuerdan lo complejo que resulta moverse en el terreno de las normas sociales hoy en día, donde la necesidad de ser políticamente correctos a veces nos nubla la espontaneidad y la empatía. Al final, deberíamos tratar a cualquier persona con amabilidad, sin dejarnos llevar por las expectativas sociales.