El historiador inglés John Lynch lo elogió como “un estudio ejemplar de cultura y religión”, “original en el tema, sus fuentes y tratamiento”.
Se refería al libro de Patricia Londoño (1951-2025), publicado en inglés por Oxford University Press en 2002, y después en castellano: Religión, cultura y sociedad en Colombia: Antioquia y Medellín 1850-1930 (Fondo de Cultura, 2005).
Fue su obra más destacada, por la que recibió premios, entre ellos de la Universidad de Antioquia, donde transcurrió gran parte de su carrera docente. Su producción académica fue extensa y amplia, con valiosas contribuciones también en la historia de la fotografía y las artes visuales, las mujeres, la niñez y la prensa en Colombia.
Londoño hizo su licenciatura en sociología en la Universidad Bolivariana en Medellín y siguió estudios de maestría en Historia en las universidades de Cincinnati y del Estado de Nueva York, antes de su doctorado bajo la supervisión de Malcolm Deas en Oxford. Su sólida formación en diversas áreas se reflejó en sus trabajos.
Antes del doctorado, el récord de sus publicaciones impresiona por la variedad de intereses.
El tema femenino figura temprano: en 1984, su ensayo La mujer santafereña en el siglo XIX apareció en el Boletín Cultural y Bibliográfico, revista con la que colaboró con frecuencia. Allí publicó también trabajos sobre educación y prensa femeninas, materias que abordó además en otras revistas académicas y capítulos de libros.
La historia de la fotografía le cautivó así mismo temprano en su carrera. En 1988, produjo una especie de inventario del Patrimonio fotográfico de Colombia, publicado en Estudios Sociales, con muy útil información sobre las “fototecas” existentes en distintas ciudades del país, incluidas Barranquilla y Villavicencio. Siguieron artículos sobre Pasto e Ibagué A través de la fotografía, publicados en el Boletín Cultural y Bilbiográfico.
En estos y otros campos, Londoño ejerció como divulgadora de la historia. Fue, de alguna forma, historiadora de historiadores –produjo así trabajos de enorme utilidad para el oficio, como la recopilación que hizo con Mario Jursich de Diarios, memorias y autobiografías en Colombia–.
Es notable también su labor como colaboradora en un buen número de exhibiciones en el Banco de la República y en museos de Colombia y de otros países latinoamericanos, y en la producción de algunos de sus catálogos, como el de las acuarelas de Henry Price y las más recientes exposiciones sobre los mundos de la infancia y las mariposas.
La identificación de su tema doctoral (la cultura católica) fue quizás relativamente tardía, no así su interés por la historia de Antioquia, a la que dedicó muchos de sus trabajos. En un breve texto sobre su tiempo en Oxford, recuerda que dio “vueltas y vueltas” antes de definir el proyecto, apoyada en la “pedagogía flexible, poco convencional de Deas”, su tutor. Su libro invitó a revisar la supuesta secularización de fines del siglo diecinueve. Su argumento sobre el papel modernizante de la Iglesia católica en Antioquia antes de 1930 estimuló, por su originalidad, el debate entre los especialistas. Fue reseñado, con elogios y críticas, en importantes revistas académicas internacionales, donde se reconoció la solidez de sus investigaciones.
Mis últimas comunicaciones con Patricia datan de hace más de diez años, cuando ocasionalmente recibía noticias suyas “desde las muy lluviosas montañas de El Retiro, Antioquia”. Una fotografía suya, tomada por Hernán Díaz, la retrata fielmente, creo, como si fuese ayer. Patricia Londoño fue una gran historiadora de la cultura colombiana, cuya obra merece ser celebrada.
EDUARDO POSADA CARBÓ