Con el inicio de cada año, los balances de los gobiernos se tornan críticos, sobre todo cuando los resultados despiertan preocupación. En el caso de Gustavo Petro, su respuesta ha sido recurrir a la salida fácil: culpar a predecesores de sus propios desaciertos. Ha hecho del “síndrome del retrovisor” una estrategia recurrente para justificar los múltiples fracasos de su istración. Paradójicamente, encarna aquello que su fiel escudero, Gustavo Bolívar, criticó en un trino cuando era opositor: “Si se postulan para gobernar (…) dedíquense a ejecutar, no a culpar al anterior mandatario. O no se postulen. No sean mediocres”.
Tras 30 meses de iniciado su mandato, Petro mira el retrovisor, pero al revés. Culpa al expresidente Iván Duque de todo: de la inseguridad, la crisis económica, del deterioro de la salud pública, la parálisis de proyectos energéticos e infraestructurales, e incluso de la corrupción desbordada. Sin embargo, si decidiera utilizar el retrovisor correctamente y con objetividad, encontraría muchos ejemplos de logros significativos del gobierno anterior que podrían inspirar sus acciones.
En seguridad, el gobierno Duque logró capturar o dar de baja a más de 190 cabecillas de grupos criminales, erradicar el 30 por ciento de los cultivos ilícitos, destruir más de 20.700 laboratorios de coca y decomisar 2.170 toneladas de cocaína. Hoy, en cambio, el orden público enfrenta un deterioro sin precedentes. Respecto a la implementación de los acuerdos de La Habana, Duque ejecutó 48 billones, mientras que Petro, entre 2023 y julio de 2024, apenas presupuestó 3,7 billones, recursos que además quedaron sin ejecutar.
En esta recta final, el país no necesita más excusas ni discursos vacíos, sino un liderazgo que corrija el rumbo perdido.
En economía, pese al impacto de la pandemia, el gobierno Duque alcanzó un crecimiento del PIB de 10,7 por ciento en 2021 y, para el segundo trimestre de 2022, el Dane reportó un impresionante 12,2 por ciento. Además, el recaudo tributario durante su mandato llegó a 631,3 billones de pesos. En contraste, bajo Petro, la economía enfrenta una alarmante desaceleración con un promedio del 2 por ciento, sumada a un manejo fiscal caracterizado por el desorden y el derroche.
En salud, Duque intervino, salvó y estabilizó 20 IPS públicas, liquidó 13 EPS afectadas por la corrupción y fortaleció el sistema en general. Petro, por el contrario, emprendió una intervención desmedida sobre 8 EPS importantes, debilitándolas, incluida la Nueva EPS. Para 2025 se vislumbra la desaparición de estas empresas por el incremento irrisorio de la UPC. A ello se suman la escasez de medicamentos y el colapso en la atención de servicios y procedimientos médicos.
Si Petro se decidiera a mirar por el retrovisor bien enfocado, podría reconocer otros avances significativos, como 195.000 subsidios entregados del programa Mi Casa Ya, 6,6 millones de colombianos con al agua potable, la entrega de 16 autopistas 4G y la notable expansión en energías renovables, cuya capacidad pasó de 50 MW en 2018 a 2.800 MW en 2022. También hallaría méritos como la matrícula de 10.000 vehículos eléctricos, gracias a la Ley 1964/2019, promovida por Duque. Y le sería imposible sustentar que el gobierno anterior dejó un déficit insostenible en el Fondo de Combustibles: mientras Duque gastó 23 billones en subsidios y dejó un déficit de 5,2 billones, Petro ha gastado 47,3 billones, incrementó el precio de la gasolina en un 73 por ciento y el déficit asciende a 5,6 billones.
Gustavo Petro aún tiene 18 meses para rectificar. Para ello debe abandonar la manía de distorsionar el pasado y asumir con seriedad las lecciones que el retrovisor le ofrece para construir un mejor futuro. Si sigue el ejemplo de los logros de su predecesor, quien enfrentó desafíos históricos como la pandemia, el bloqueo del ‘estallido criminal’ y la crisis migratoria más grave de nuestra historia, podría dejar atrás las justificaciones insensatas y concentrarse en ofrecer resultados reales. En esta recta final, el país no necesita más excusas ni discursos vacíos, sino un liderazgo que corrija el rumbo perdido.