Quienes creemos que un gobierno 2026-2030 debe ser de centro, tras el rotundo fracaso del izquierdismo petrista, sentimos alivio institucional con la votación mayoritaria del Senado rechazando la consulta popular. De haberse aprobado, el Estado habría terminado financiando, a costo cercano a $ 1 billón, una campaña petrista que se escudaba en la supuesta mejoría de remuneraciones salariales. Pero, en el fondo, ello implicaba destrucción de puestos de trabajo formales.
Ahora, Congreso y empresarios deben entrar a sopesar costos laborales de aprobar, por ejemplo, alzas de remuneraciones de jornadas dominicales y nocturnas. Si lograra armarse un articulado que cuidadosamente estipulara sectores de excepción (como hotelería, restaurantes, bares, servicios públicos y los de la salud), entonces Colombia podría alcanzar un equilibrio entre lo que es económicamente viable y aquello políticamente ineludible.
El Consejo Gremial ha venido dando esperanzadoras señales de existencia de tal equilibrio. Luego el siguiente paso consistiría en articular un legado institucional que fortaleciera un Congreso responsable y apoyando al Ejecutivo de centro durante la difícil coyuntura socioeconómica 2026-2030.
La estrategia de campaña presidencial debe conectarse con el objetivo de mejorar la calidad legislativa y así enderezar el entuerto de mayores transferencias territoriales y desfinanciamiento de la seguridad social (representando +3 % del PIB). Por ejemplo, las “consultas partidistas primarias” de octubre-diciembre de 2025 deben estipular dos condiciones fundamentales: I) compromiso de sus participantes para apoyar al candidato líder (medido según promedio de favorabilidad en encuestas relevantes); y II) su dedicación a buscar una curul en el Congreso, en caso de no salir favorecido como candidato líder. Solo así lograremos concretar el ideario construido durante dichas “primarias”.
Y como los partidos nos han venido decepcionando con su corrupta entrega al Ejecutivo de turno, debemos recurrir al mecanismo del voto preferente. Solo de esta manera volveremos a restituir a líderes partidistas que impongan principios idóneos y objetivos verdaderamente ciudadanos.
Ha resultado decepcionante que, en 2022-2026, la corrupción se haya explayado a partidos que se iniciaron en la “oposición”. Allí están en la cárcel el presidente del Senado y de la Cámara de la primera legislatura, quienes supuestamente vendieron su voto para entronizar su poder político. Los ciudadanos debemos poder enmendar esto a través del voto preferente, pues partidos tradicionales (Liberal y Conservador) y supuestos independientes (Radical, ‘la U’ y Verde) terminaron en manos de congresistas corruptos, con muy contadas excepciones.
Pero, para nuestra fortuna, en paralelo han surgido líderes que se crecieron en medio de esa noche oscura de corrupción. A ellos debemos refrendarles nuestra confianza y en algunos casos llevarlos de la Cámara al Senado, dadas su honestidad y persistencia.
La tarea de pedagogía ciudadana se ha vuelto cada vez más compleja. En Colombia, los sondeos de opinión nos indican que un tercio de los votantes son incondicionales a sus preferencias ideológicas de “derecha” o de “izquierda”. Luego allí no cabe recurrir a datos o análisis, pues esa porción dice tenerlo claro y solo ejercen sus sesgos de confirmación (como trumpistas y petristas). Existe otro tercio que vive tranquilo en su ignorancia política, y decidirán tras escuchar noticias la semana de votación. Luego, los políticos que se desgranen de las primarias hacia el Congreso tendrán la dura tarea de generar conciencia ciudadana entre ese último tercio de votantes que fidedignamente quiere entender qué ha pasado bajo la actual istración y busca una nueva para enmendar sus daños, pues, la verdad, Petro exhibe muy poco para emular.
SERGIO CLAVIJO