Si de alguien puede afirmarse que ejerció (de forma simultánea) con especiales ética y responsabilidad profesional la vida pública, desde los más altos cargos del Estado en la comunidad internacional, o desde la práctica periodística en Colombia, la personalidad austera y serena del notable intelectual e investigador académico, Rodrigo Pardo García-Peña resplandece con luz propia.
Tanto su universo conceptual como sus bases cognitivas en historia de las ideas y relaciones internacionales constituían el privilegiado espacio de formación intelectual desde el cual espoleaba discusiones y foros entre expertos, alumnos suyos, o públicos concurrentes a los seminarios que con frecuencia dictaba.
Estos encuentros –de los que, por cierto, participé en varias oportunidades–, y que solía cerrar con graciosas anécdotas propias o con aquellas recogidas en las memorias de celebridades del mundo cultural e intelectual y enriquecía con espléndido sentido del humor o inquietantes apuntes conque desmembraba a ciertos figurones supuestamente irados por los auditorios expectantes.
Una compilación de sus escritos y discursos pronunciados aquí y ante la comunidad internacional ya como canciller o embajador en Venezuela o Francia permitirán apreciar en su plenitud al escritor comprometido con el cambio, al ciudadano inquieto por los problemas de la sociedad y, sobre todo, al demócrata apasionado y provocador que gustaba trazar líneas de acción de mejoramiento colectivo.
Economista de la Universidad de los Andes con una maestría en estudios internacionales de la Universidad Johns Hopkins, trabajó con el presidente Virgilio Barco (1986-1990) como asesor en temas internacionales, y en la década de los 90 ocupó distintas posiciones diplomáticas hasta encabezar la cartera de Exteriores en el Gobierno de Ernesto Samper (1994-1998). El excanciller Pardo García-Peña realizó valiosos aportes a la política exterior colombiana.
“Desde la academia fue uno de los pioneros en el estudio de las relaciones internacionales”, recordó la Cancillería al expresar sus condolencias. La vicepresidenta Francia Márquez lo recordó como “un diplomático distinguido que transcendió las ideologías políticas, un periodista destacado que defendía la libertad de expresión y un académico con pasión por el conocimiento”.
Premio de periodismo Simón Bolívar, puso en alto los valores éticos de su profesión con una actitud programática de denuncia, cautela y vigilia sin pausas frente al poder y sus agentes. Puesto que para Rodrigo el intelectual no está para constituirse en un adorno de la sociedad, como “un florero o el candelabro que realzan el gran salón, como tampoco para resultarles más o menos cómodo a los sectores dominantes” que por doquier reclaman de los comunicadores dobleces y entregas.
Pardo y su equipo periodístico destaparon los grandes escándalos del gobierno Uribe Vélez tales como Agro Ingreso Seguro, que derivó en la extradición de Andrés Felipe Arias, las relaciones poco decorosas del hermano del exministro del Interior Fabio Valencia Cossio en Medellín y las negociaciones secretas sobre las bases militares de los Estados Unidos en Colombia.
Por ello compartía el modelo de ensayos que predicaba el intelectual alemán Gunter Grass, de quien fue devoto lector, en el sentido de que en el ensayismo periodístico su contenido central es la fe inmutada e inmutable en la razón ilustrada y sus corolarios son la defensa esencial e insoslayable de la libertad, la defensa cerrada y apasionada de los desamparados, de los más débiles, la desconfianza en todo poder; en una palabra, la defensa pasional de los contenidos que fundamentan los sistemas democráticos modernos y la arquitectura de valores liberales.
Con hondo pesar despedimos al gran intelectual y amigo que ha dejado un gran legado ético a sus compatriotas en los complejos y delicados campos del periodismo, la diplomacia y la amistad.
ALPHER ROJAS C.