En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Gustavo Quintero, graduado de Loko en los escenarios
La seria vida de Gustavo Quintero, de Consuelo Ruiz, en el que el propio showman cuenta su historia.
Los Graduados de los inicios: Gustavo (c), detrás, Jaime Ley. Por la izq. hacia arriba, Alberto Robledo, Gilberto Quintero, Jaime Uribe, Ramiro Velásquez, Laureano Gómez y Álvaro Velásquez. Foto: Foto: codiscos
El que me metió al mundo de grupos musicales fue mi maestro, mi amigo del alma, Aníbal Ángel, ya él sabía tocar acordeón y piano, no muy bien porque apenas estaba empezando, pero se defendía y todos los días ensayaba, además logró estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Por circunstancias de la vida que todo lo acomoda, Aníbal fue a hacer una diligencia a un restaurante ahí en Medellín que se llamaba Cirus Bar. Allí había un piano y mientras el señor salía para atenderlo Aníbal vio ese piano y se puso a tocar. El dueño al verlo y oírlo le preguntó que si era pianista, a lo cual Aníbal respondió que muy poquito, que tocaba mejor acordeón.
El señor dueño del bar le contestó “a mí me gusta como toca, ¿quiere trabajar acá?”. Y medio indeciso Aníbal aceptó y lo contrataron. Pero el señor le propuso que consiguiera otros dos muchachos para que lo acompañaran y llamó a Hernán Cuervo, que anteriormente acompañaba a Aníbal en un grupo y me llamó a mí para que cantara y tocara la pandereta.
Nos retiramos del bar Aníbal, Cuervo y yo. Aníbal se fue para Bogotá a estudiar y trabajar, Cuervo creo que se fue para Estados Unidos y yo por todas partes donde pudiera estar, para trabajar y cantar. Imagínense que trabajé en almacenes de ropa para hombre, vendiendo y haciendo mandados.
Con unos amigos que conocí en la Feria de Ganados de Medellín, lugar que yo frecuentaba ya que siempre me ha gustado la ganadería, era feliz viendo los animales y por eso me conseguí muchos amigos de este medio. Ellos tenían una distribuidora de carnes, me dieron trabajo cortando hueso y por supuesto arreglando la carne, lo más curioso era que había otro trabajador con el mismo nombre mío y cuando llamaban al teléfono decían: “Por favor me pasa a Gustavo Quintero” y respondían: “¿Al cantante o al huesero?”.
Ya se rumoraba por ahí en el medio musical que estaban formando un grupo de jóvenes llamado Los Teen Agers, porque eran todos adolescentes. Les faltaba un pianista y le echaron el cuento a Aníbal Ángel. Este los vio en un ensayo y le gustó.
Les faltaba un cantante. Consiguieron primero a un muchacho que cantaba en italiano y francés, pero no le hacía a la música bailable, entonces Aníbal les dijo que conocía a un muchacho que cantaba muy bien, pispito –risa– y de buen movimiento. Ese muchacho era yo, Gustavo Quintero. Me escucharon y ahí mismito me aceptaron. Recuerdo que el primer baile que tocamos fue en la Biblioteca Pública Piloto ahí en Medellín y fue lleno total.
Luego nos llamaron del Club Unión para amenizar cada domingo en las tardes las famosas empanadas bailables. Mejor dicho, un programa cada ocho días. Era de gente muy encopetada y yo en los descansos hacía otras cosas para que la gente gozara como tocando el bajo montándome en una silla, cosas que me inventaba y a la gente esto le gustaba.
Éramos menores de edad, para poder salir a cantar y los demás integrantes a tocar ya por fuera en Medellín o en algún pueblo era con permiso escrito del papá y la mamá.
Aníbal se retiró porque se fue para Estados Unidos, pero Los Teen Agers seguimos. Eso fue una revolución musical de la época, era el grupo de moda, grabamos como diez LP. La casa disquera fue Zeida de Codiscos con Alfredo Díez, su dueño. Yo le di el toque de ambiente al grupo. Tocaba el baby bajo, me tiraba al piso, ponía a participar a la gente… una locura. Eso me nacía, era nato en mí.
Ya con tanto éxito, con tantos contratos, discos grabados, sonando por toda parte y con tantos viajes, nos vimos en la necesidad de conseguir una persona que hiciera los contratos. Un mánager como se dice.
La primera salida internacional como yo la llamo fue a Santa Rosa de Cabal en el departamento de Risaralda. Cuando Luz Marina Zuluaga fue coronada Miss Universo nos llamó el Club Manizales para amenizar la fiesta.
Fuimos a Perú, también a Argentina, donde en el estadio Vélez Sarsfield tuvimos la oportunidad de alternar con varios de nuestros ídolos como Palito Ortega, Leo Dan y Angélica María.
Al llegar a Medellín esto se dañó, veníamos enfermos, devastados, sin plata para dar en la casa. Este grupo duró como diez años recuerdo que grabamos por ahí diez LP. Nuestro uniforme era un buzo negro con las letras T. A. Me atrevería a decir que yo fui el primero en Colombia en cantar salsa, charangas, rock and roll, música cubana…
Estando en Cali, me comentaban que en Medellín, y más concretamente en el barrio San Joaquín había unos muchachos con inquietudes musicales que eran hermanos, Jairo y Guillermo Jiménez Jaramillo, y estaban conformando un grupo de música tropical.
Ya ahí estaban: Gilberto Quintero –mi hermano–, Ramiro Velásquez El Chengue, Jaime Uribe, los hermanos Jiménez, Gabriel Uribe –hermano de Jaime–, Gabriel Pizano y Guillermo Mejía. Ellos trabajaban en los clubes, pues ya tenían un grupo muy conformado, pero no tenían una voz líder y ya se llamaban Los Hispanos. Grabaron unos temas en una disquera, pero no pasó nada. Ahí en esa grabación todos cantaban.
Gilberto Quintero, mi hermano, me comentó lo del grupo, yo todavía estaba en Cali muy desubicado y trabajando en cosas que no me gustaban y me escapaba con muchas dificultades a donde me llamaran para cantar. Me decían que Los Hispanos eran muy buenos y me entusiasmó la idea. Yo acepté, pero tenían que hablar con los integrantes a ver si lo consentían y así fue. Me llamaron y me sugirieron que fuera a Medellín para oírme, pues ya ellos sabían que yo tenía experiencia porque ya había estado como voz líder en Los Teen Agers.
Así lo hice y les gustó, ya esta agrupación cogió otro rumbo porque yo le di el sabor, la locura. Yo respiraba música. Era mi vida. Estando con Los Hispanos, ya conmigo como cantante principal, la casa disquera Codiscos nos llamó para grabar tres LP: De locura, De ataque y De película. Esto fue como lo dicen las carátulas: una locura, como de película y lo que nos estaba pasando era para darnos un ataque.
Ahí grabamos mi éxito mundial Fantasía nocturna, que la mayoría de la gente llama Lucerito, de Adolfo Echeverría. Esto fue algo del otro mundo. Además, grabamos temas que fueron y siguen siendo éxitos. El arreglista era Jaime Uribe –hoy gran profesor de música y ganador de muchos premios por su trayectoria–; éramos la orquesta de todas las fiestas de Colombia, en países vecinos e internacionalmente.
En Pereira se formó una caseta muy innovadora que les dio la oportunidad a todas las orquestas nacionales e internacionales de promocionar su música. Se llamó la caseta Matecaña, su fundador fue Pompilio López, y su gran animador era Sady Rojas. Esta caseta viajaba por toda Colombia. Era una carpa con sillas.
Siempre estábamos Los Hispanos y en la época de Los Graduados también. Y muchos grupos del país y fuera de él, pero como siempre les empezaron a robar los empleados y esto se acabó. Duró, creo, como veinte años. Muchos artistas nos dimos a conocer ahí. Sady en sus animaciones hizo célebres varias frases como “si te invitan a la Matecaña, cógele la caña”.
Las cosas marchaban bien con Los Hispanos, las fechas copadas, mucho trabajo, dinero, fans. Todos éramos muy jóvenes, educados y buenos mozos.
Llegó a Codiscos una invitación de México para ir Los Hispanos a representar a Colombia al Primer Festival de Música Latina en el Mundo y con esta invitación ya se dividió el grupo.
No nos podíamos presentar con el nombre de Los Hispanos porque ya había un grupo con ese nombre, entonces hicimos un concurso en la radio para que sugirieran nombres y la persona ganadora por el nombre escogido le regalaríamos una fiesta con la orquesta, pero fue el periodista Elkin Mesa, casado con la cantante Eliana, quien dio el nombre de Los Graduados. Varios integrantes eran estudiantes de universidad y por eso ameritaba este nombre. El grupo lo dirigía el maestro Jaime Uribe, gran saxofonista y clarinetista. No llevaron a este certamen a los hermanos Jiménez, algo pasó allí ya que Jaime Uribe era muy templado musicalmente. La presentación en ese festival mexicano fue majestuosa, yo me convertí en algo fuera de serie para ganar. La orquesta en tarima lo máximo, estrenamos uniformes, interpretamos temas como Cumbia negra de Adolfo Echeverría, y Alumbra luna de José Benito Barros. Ocupamos el primer y cuarto lugar y nos dieron un diploma que conservo aún.
Consuelo Ruiz ‘La seria vida de un loko: Gustavo Quintero’ Foto:.
Cuando regresamos de México los hermanos Jiménez de Los Hispanos registraron el nombre y como nos presentamos con el nombre de Los Graduados en el festival, aún seguíamos conservándolo y a la casa disquera Codiscos le gustó. Varios de los que fuimos al festival siguieron con nosotros y algunos se fueron para Los Hispanos.
Los Graduados empezamos con este nombre en 1969 hasta el día de hoy. En Codiscos estábamos Los Graduados, y Los Hispanos en Discos Fuentes. Fue mucha la rivalidad porque ya Los Hispanos se quedaron sin cantante y sin la mayoría de los músicos. Empezaron a buscar el cantante, pero que me imitara en todo. Yo fui el que empezó con las animaciones en las grabaciones como: “¡guau… guau!” –ladrando como un perro–, el “"jo jo ojo”. Eso es Colombia: risas, lamentos. Hacía como un burro, como un pajarito, en fin. Tanta pendejada que me inventaba para que el disco quedara bien bueno. En muchas partes donde nos presentábamos éramos un espectáculo. Nuestra actuación era la sensación.
En Los Hispanos pasaron varios cantantes hasta que llevaron a un muchacho de Magangué, Marco Tulio Aicardi, o sea Rodolfo Aicardi, que trabajaba en el Conjunto Miramar, cantaba boleros y lo hacía muy bien, se escucharon mucho. Lo pusieron a grabar música tropical y les gustó, pero le dijeron que escuchara lo que yo tenía grabado y tratara de imitarme en todo hasta en las animaciones y ahí empezó como una competencia: Los Hispanos con Rodolfo Aicardi y Los Graduados con Gustavo el Loko Quintero.
Ellos grababan muchos temas que yo grababa en Codiscos y la gente se confundía. Pero había algo que nos hacía distinguir: Los Graduados se fueron sin querer casi con el mismo estilo, pero más elegante, y Los Hispanos sí siguieron como estaban.
Mejor dicho, con Los Graduados le colocamos smoking y corbatín a la música tropical –espero que mis palabras no ofendan, es mi punto de vista–. Luego las casas disqueras se inventaron los famosos “mano a mano”, esto gustaba mucho porque era más comercial para crear la controversia y vender más.
Rodolfo y yo éramos de un modo de ser muy diferente en todo sentido. Totalmente opuestos. Las veces que trabajamos juntos siempre formaba problemas porque era muy indisciplinado. No lo manejaba nadie.
Cuando fuimos a la disquera después de nuestro regreso del festival en México, de inmediato nos grabaron nuestro primer LP con nuestra orquesta y se tituló simplemente Los Graduados y ahí figuraban los temas ganadores del festival: Cumbia negra, Alumbra luna, El velerito y Enchufen ese pick-up y otros más.
Tanta era la acogida que en la disquera ya estaban sacando otro LP para final de año y se llamó Juanito Preguntón y otro para principio de año y otro para final de año porque era mucha la demanda.
Cuando la gente sabía que Los Graduados iban a sacar un LP en las discotiendas ya había gente haciendo fila para adquirirlo y deleitarse de esta música. Lo mismo pasaba cuando grababa con Los Hispanos. En mi voz se hicieron famosos muchos clásicos. Nuestros compositores consentidos y que todo lo que se grabó de ellos fue un éxito total eran Gildardo Montoya, Joaquín Bedoya, Graciela Arango de Tobón, José Muñoz, Adolfo Echeverría, Aníbal Velásquez, Enrique Aguilar, Luis Carlos Montoya y muchos más, pero estos marcaron mis éxitos.
Los diseños de las carátulas de la mayoría de los LP en Codiscos eran míos, pero los dueños decían que eran de una hija. Qué se va a hacer.
He grabado por ahí cien producciones desde mis comienzos y haciendo cuentas de todo lo que he grabado son por ahí dos mil setecientas canciones dentro y fuera de Colombia. He viajado casi por todo el mundo con esta música, también he recorrido cada rincón lindo de Colombia. Creo que conozco gran parte de este maravilloso país. Aunque acá somos tan extranjeristas con este talento tan grande que hay y atienden más a los de afuera. Creo que la gente goza más con lo de acá, pero le damos muy poca importancia.
Un recuerdo muy grato fue en New York que me tocó alternar con la gran Guarachera de Cuba, Celia Cruz, le causó tanta iración nuestro show y por supuesto nuestra música tan bien interpretada que me dijo “Oye, chico, tú eres el Elvis Presley colombiano”. Qué sabrosura oír esas palabras de tan grande artista. Eso lo llena a uno de orgullo: de mi país, de mi música y de ese talento que Dios puso en mí para alegrar a millones de personas. Es una bendición ver a la gente feliz con mi espectáculo. Llevarme esos aplausos guardados como en una caja fuerte dentro de mi alma era lo que me emocionaba y me daba esas ganas de seguir.
Cuando Los Graduados viajábamos a Estados Unidos ya había ciertas mentes por ahí mirando cómo aprovechaban esos viajes para traer equipos y quizás con la idea de más adelante formar otras agrupaciones. Ellos saben quiénes son, nacieron de mi pecho y algunos músicos se retiraron para esos grupos de estilos muy diferentes al nuestro. Eran muy buenos y alternábamos en varios conciertos con ellos. Las ironías de la vida. Yo sí les digo: yo podré ser loco, con la cabeza alborotada, pero siempre he sido leal a mis poquiticos y seleccionados amigos y no me quedo con nada de nadie. Eso me lo enseñó mi familia y es parte de mi felicidad y tranquilidad.