Está llegando a su fin el modelo de contenedores de basura en Bogotá; ¿por qué no funcionó?

Una vez más el funcionamiento de los contenedores para basura vuelve a estar en el centro del debate en Bogotá. Estos elementos fueron instalados en 2018 por los operadores de aseo con el fin de reducir los puntos de arrojo y ayudar con el reciclaje.

Sin embargo, lo que ha pasado es que los sitios donde se encuentra ese mobiliario se volvieron puntos de acumulación de residuos sólidos y escombros, y, por tanto, de contaminación y generación de vectores.

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Este ha sido también un tema que genera el reclamo del gremio de recicladores y llamados desde el Concejo para que sea atendido el fenómeno.

Ante esta situación, la Contraloría de Bogotá anunció el inicio de una actuación especial de fiscalización en la Unidad istrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp), organismo rector del servicio de aseo en la ciudad.

De acuerdo con la Contraloría distrital, la actuación especial fue motivada por quejas de concejales y veedores sobre los contenedores y un supuesto incumplimiento en la instalación y mantenimiento por parte de algunos de los operadores de aseo.

Esto, según la Contraloría, “ha dado como resultado la acumulación de basuras, proliferación de roedores y la aparición de nuevos focos de contaminación que afectan y deterioran la armonía del espacio público, lo que, a su vez, pone en riesgo la salud de las personas”.

La actuación especial busca establecer antes de junio de 2025, el estado real de los contenedores de basura, la oportunidad de las inversiones y cuáles han sido las medidas adoptadas desde la Uaesp para garantizar la buena prestación del servicio de recolección y transporte de basuras.

Con corte a diciembre de 2024, de acuerdo con la Uaesp, en la ciudad se instalaron 10.746 contenedores, la mitad de ellos para residuos aprovechables (de tapa blanca) y la otra mitad para no aprovechables (de tapa negra). No obstante, en la actualidad existen 9.515, de los cuales 4.614 son para no aprovechables y 4.901 para aprovechables.

En conversación con EL TIEMPO, la directora de la entidad distrital, Consuelo Ordóñez, celebró la decisión de la Contraloría y dijo que la Uaesp está revisando el tema con miras a la licitación de operadores de aseo que se deberá adjudicar en el 2026.

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En un comunicado, la entidad señala que “en algunas oportunidades se utilizan incorrectamente los contenedores y se disponen allí residuos en cualquier día y hora, aunque sabemos que la recolección tiene una frecuencia de 3 veces por semana”.

Y agrega que esos comportamientos de los ciudadanos “son los que generan los mayores problemas” y señala que se ha solicitado a los operadores e interventoría “rehacer las labores de capacitación a los s sobre el uso adecuado del contenedor, las frecuencias y horarios de recolección y la necesidad de utilizar los Ecopuntos o solicitar servicio a la línea 110 para disposición de residuos especiales y voluminosos”.

Sobre la función de este mobiliario urbano, líderes de los recicladores en la ciudad, como Adriana Padilla y José Malagón, consideran que no se está cumpliendo y explican que no hubo la socialización ni las campañas sobre el uso que debían tener. Pero, además, a ellos les genera dificultades para extraer el material reciclable.

Malagón no duda en asegurar que los contenedores han sido “un desastre” y que contribuyeron a generar desorden con el manejo de las basuras y la causa fue que faltó “sensibilización de los s”.

“No se utilizan para lo que debían ser, que era unos para reciclaje y otros para no aprovechables. Como nunca hubo concientización, los ciudadanos echan de todo y dentro de ellos hay un revuelto de muchas cosas”, asegura Malagón.

Es por eso que, agrega el líder del gremio, a los recicladores les toca “meterse a los contenedores para escarbar en la basura; y hay compañeros a los que luego les debemos ayudar a salir”.

Con esta posición coincide Padilla, quien insiste en que “como no se hizo la socialización, el resultado es una dificultad para la ciudad, porque los operadores no recogen con oportunidad, y los reclicadores logramos rescatar menos material reciclable, pero con mayor dificultad”, afirma Padilla.

En el Concejo son varias las voces que se han escuchado frente al servicio de aseo, pero sobre el uso de los contenedores y su funcionamiento real se ha pronunciado Oscar Ramírez Vahos, quien fija una posición clara en rechazo contra ese mobiliario.

“No estoy de acuerdo con los contenedores, la comunidad tampoco lo está, no brindan la solución para la que fueron creados y, por el contrario, generan inseguridad y problemas de salubridad”, insiste Vahos, quien en diálogo con EL TIEMPO responsabiliza a la Uaesp por el manejo y vigilancia que debe realizar y los cuales no se estarían haciendo.

Omar Oróstegui, columnista de este diario y quien ha estudiado el tema del servicio de aseo en la ciudad, en una de sus columnas planteó el “fracaso” de esta estrategia que buscaba incentivar el reciclaje y que, en su opinión, “ha traído más problemas que soluciones”. Considera que se debe revisar el modelo de los contenedores.

En conversación con este diario, Oróstegui señala que la “contenerización” redujo los tiempos de las rutas de recolección y los costos para los operadores, porque los camiones dejaron pasar calle por calle y recoger al frente de cada predio.

También señala que “antes la gente tenía claro cuándo debía sacar la basura, pero ahora la saca cualquier día y la deja en el contenedor. Entonces, los contenedores terminaron llenándose más rápido y volviéndose focos de basura”, afirma.

Oróstegui dice que, si bien con ese mobiliario se perseguía mejorar el servicio de recolección, esto falló porque “no hubo pedagogía” y, además, la Uaesp “no calculó los impactos que iba a tener el reajuste del modelo de basuras en el comportamiento de los s”.

Consuelo Ordóñez, directora de la Uaesp, celebró la actuación especial de la Contraloría distrital y dice que mientras no terminen las actuales concesiones, la entidad no puede ordenar el retiro de los contenedores, pero señala que este será “un tema de interés” al final de los contratos existentes y las nuevas licitaciones de aseo, que se espera estén concluyendo en el segundo semestre de 2026.

“Al ser un instrumento de calidad en la licitación anterior, en las nuevas se tendrá que definir el futuro de los contenedores, y en eso estamos en este momento”, indica Ordóñez.

La directora de la Uaesp reconoce que los problemas con los contenedores se generaron porque desde el principio “no hubo un buen proceso de sensibilización y apropiación”, y, adicionalmente, “son feos y la gente no los quiere”.

“Desafortunadamente, la gente no identifica que esos elementos del mobiliario urbano pueden servir para mejorar el servicio y, por el contrario, los utiliza mal”, puntualiza.

Respecto de la dificultad que los contenedores les generan a los recicladores, la funcionaria precisa que si los s deben entregar los materiales separados, “no hay razón alguna para que los recicladores tengan que meterse a los contenedores ni preocuparse porque no puedan acceder a los soterrados".

Sin embargo, espera que las dificultades planteadas por el gremio de recicladores sean superadas con el modelo de rutas de recolección selectiva de materiales reciclables que se habilitarán en los próximos meses.

Frente a la posición de la directora de la entidad, en la tarde de ayer la Contraloría consideró “desafortunado y lamentable que la respuesta a una indagación de la Contraloría sobre posibles fallas en sus obligaciones, termine haciendo referencia a la falta de cultura ciudadana de los s y a las malas prácticas de los recicladores”.

El contralor de Bogotá, Julián Mauricio Ruiz, afirmó que están verificando si los contratistas han cumplido o no “las obligaciones en cuanto al mantenimiento de los contenedores y a su reemplazo, y las posibles fallas en el control de tutela y en la supervisión que debe efectuar la Uaesp y el interventor”.

Agregó que “los daños al patrimonio público también se producen cuando el estado no recibe lo que contrata y por omisiones en el cumplimiento de los deberes de los funcionarios públicos”.

GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ

Editor de Bogotá

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