El innovador método educativo que organiza a los estudiantes por nivel de aprendizaje y no por grado: se implementa en colegios distritales de Bogotá

La pandemia generada por el covid-19 dejó otra afección menos visible en el mundo: millones de niños quedaron en el rezago académico. El rezago escolar, que es un fenómeno que se presenta cuando un menor está en un nivel educativo menor al que debería estar respecto a su edad, se produjo debido a las horas de estudio perdidas durante las etapas de aislamiento que se decretaron entre 2020 y 2022.

Según datos del Banco Mundial, tan solo en América Latina se perdieron entre marzo de 2020 y marzo de 2022, en promedio, 1.5 años de educación presencial, generando un déficit cognitivo en los niños que se traducirá en una disminución del 25 % en los ingresos cuando sean adultos. Además, debido a la pandemia, los niños en edad preescolar de varios países han perdido más del 34 % del aprendizaje en lengua y alfabetización temprana, y más del 29 % del aprendizaje en matemáticas en comparación con las cohortes anteriores a la pandemia.

Casi cinco años después del primer contagio de covid-19, esos rezagos siguen muy presentes. Pero un proyecto piloto que utiliza una metodología poco conocida en el país está cambiando las cosas para cientos de menores en colegios distritales de Bogotá. El proyecto, denominado ‘Aprender para soñar’, logró en tan solo cinco meses, entre agosto y diciembre de 2024, la reducción del rezago en lectura en 16.6 % y la reducción del rezago en matemáticas 13.9 % en 3.421 estudiantes de 9 instituciones educativas.

A inicios de los años 2000, Pratham, una oenegé India enfocada en educación, se inventó una metodología que revolucionó la forma de enseñar. Conocida como Enseñanza al Nivel Adecuado (TaRL, por sus siglas en inglés), esta forma de educar permitía a los niños adquirir rápidamente las habilidades básicas de lectura y matemáticas, independientemente de la edad o el grado. Básicamente la enseñanza comienza en el nivel del niño, para que así aunque el menor por su edad esté en un grado más adelante del que debería pueda lograr su nivelación de forma rápida y adecuada.

En nuestro país, las fundaciones Aprender a Quererte y Enseña por Colombia (que cuenta con certificación para enseñar TaRL), decidieron traer ese mismo modelo y aplicarlo en colegios de Bogotá. Con apoyo de la Secretaría de Educación consiguieron autorización para implementarlo en 15 sedes de nueve instituciones educativas que estaban en los peores niveles de rezago, pero que, además, deseaban implementar el proyecto. Pero solo el método TaRL no era suficiente, faltaba algo más, y ese era el empoderamiento de los profesores para que la estrategia fuese perdurable en el tiempo.

Fue así como, en conjunto con los profesores, doce mentores de ‘Aprender para soñar’ se adentraron en centros educativos para cambiar la forma en la cual los niños de grado tercero, cuarto y quinto de primaria recibían clases. Así, por ejemplo, al hacer actividades en clase los niños eran divididos por grupos temáticos (colores o frutas, por ejemplo) cada uno de esos grupos representaba su nivel escolar, para poder enfocar mejor los esfuerzos de enseñanza. Además, se utilizaban ejercicios didácticos, con materiales que facilitaran aprender a hacer operaciones matemáticas complejas o leer y comprender mejor.

Pero al tiempo que transformaban la forma en la que aprenden los niños, los doce mentores de ‘Aprender para soñar’ también impulsaban el empoderamiento de los profesores. En total, 135 docentes fueron capacitados en la metodología TaRL y en empoderamiento durante la primera etapa del proyecto, desarrollada el año pasado.

“Este es un programa de aceleración del aprendizaje en el que buscamos que todos los estudiantes antes de terminar la escuela primaria consoliden las habilidades básicas en lectura y matemáticas que necesitan para toda su trayectoria educativa, y lo hacemos organizando a los estudiantes por nivel de aprendizaje y no por grado. Esto obviamente lo hacemos a través de un proceso de formación docente y de acompañamiento docente en el que incentivamos el liderazgo, la retroalimentación y el proceso de capacidad instalada al interior de las instituciones, para que la estrategia sea sostenible y perdurable en el tiempo”, explica Juan Pablo Aristizábal, director de la Fundación Aprender a Quererte.

De acuerdo con Aristizábal, hay un punto que tienen claro todos los actores que participan en el proyecto: los conocimientos en lectura y matemática básica son el pilar fundamental para la trayectoria educativa de cualquier persona, por lo que mejorarlos es clave si se quiere eliminar los rezagos escolares

Con dicha posición coincide Ana Medina, directora ejecutiva de Enseña por Colombia, quien agrega que una de las problemáticas de la educación en el país es que no se cuenta con una política de materiales, que facilite la enseñanza de conocimientos básicos a los menores. Sin embargo, una de las columnas de la metodología TaRL es el uso de insumos físicos a la hora de enseñar a hacer cosas tan sencillas como sumar o dividir, pues es más fácil entender que una manzana puede dividirse en cuatro pedazos, a que el abstracto número 4 puede convertirse en cuatro números uno. “Inspirar a los profesores a hacer cambios en sus prácticas no siempre es fácil, porque la inercia del colegio es dura”, señala Medina.

Aunque sus resultados en términos educativos no fuesen los mejores, para entrar en el proyecto de ‘Aprender a soñar’ las instituciones educativas distritales debían aceptar la invitación que hacía la Secretaría de Educación. Es decir, aprobar el desarrollo de la iniciativa en sus instalaciones y la capacitación de sus profesores por parte de los mentores, que estaban encargados de realizar cinco sesiones de seis horas en promedio con los educadores.

Básicamente, según explica Nicolás Hernández, mentor senior del proyecto, el objetivo era “enseñar a los que enseñan”, para que estos pudiesen implementar métodos pedagógicos modernos en las aulas, pero también pudiesen adaptarlo a sus contextos, que en muchos casos también tienen impacto en la educación, pues algunas de las escuelas estaban también ubicadas en zonas de alta vulnerabilidad, donde los pequeños se enfrentan a contextos sociales complejos.

“Lo primero que hemos visto es una apropiación de los maestros y los estudiantes sobre la metodología, los materiales y las dinámicas. Segundo, cada vez hay más interés tanto de los docentes como de los estudiantes, porque el docente no depende del mentor para poder aplicar la metodología o hacer variaciones razonables. Pero además los estudiantes deben pasar al frente, hacer las actividades y liderar en sus grupos, lo que da un gran empoderamiento”, resalta Hernández.

Al respecto, según destaca Sandra Moreno, docente del Colegio La Floresta Sur Sede B, y quien hizo parte de la primera edición de la iniciativa, los que más agradecidos están por el proyecto son los estudiantes, pues se han encontrado con una forma distinta de aprender que también los ha empoderado.

“Al principio los estudiantes estaban intranquilos; el cambio da intranquilidad, a todos. Por eso nosotros, los maestros, tenemos que mostrarles con nuestra actitud que el cambio es importante, aunque a veces nos da miedo transformarnos. Pero a los niños les estamos enseñando también que a veces cambiar y hacer otras actividades es fundamental para que se generen otras competencias. Los niños están muy motivados y están siendo partícipes de las actividades con liderazgo y escucha activa”, agrega Moreno.

Este año ‘Aprender para soñar’ tendrá una nueva edición en la que buscará ampliar su alcance, aumentar el número de mentores, pero sobre todo disminuir la cantidad de niños que tras la pandemia del covid-19 quedaron con la afección del rezago escolar.

EDWIN CAICEDO

Periodista de Medioambiente y Salud

@CaicedoUcros