Puntos de vergüenza

Dice la nota periodística que el centro es uno de esos puntos. Hace poco se hizo viral una fotografía que evidenciaba el cúmulo de basuras arrojadas junto a una estación de TransMilenio, en la simbólica avenida Jiménez. Pero ocurre lo mismo en Usaquén, a lo largo del caño de la avenida Boyacá, en la calle 69 con carrera 11, sector de Chapinero, o en otro caño, el de la calle 33 sur, considerado un basurero a cielo abierto.

Por las evidencias encontradas por funcionarios de la Uaesp, no cabe duda de que quienes originan estos problemas son los mismos residentes de los sectores afectados, llámense restaurantes, locales comerciales, almacenes o vecinos que aprovechan la situación para verter allí sus propios desperdicios.

El del centro es el caso más aberrante. No obstante las continuas jornadas de recolección que se llevan a cabo, la falta de conciencia ciudadana hace imposible ver lugares limpios. De nada valen la recuperación y la apuesta que se está haciendo por el centro si no hay pedagogía ni programas de cultura ciudadana y conciencia sobre lo que significa tener una ciudad limpia.

Las denuncias por la presencia de roedores, insectos y plagas en Bogotá tienen mucho que ver con esta situación. Paliativos como los contenedores de basura instalados en el pasado no han persuadido a los malos ciudadanos que siguen viendo el espacio público como un basural.

Ahora que se avecina la implementación de un nuevo esquema de aseo, es fundamental que este incluya un capítulo determinante sobre el mal comportamiento ciudadano con la disposición de basuras y mucha pedagogía acerca del respeto al medioambiente.