El acantilado de cristal es un concepto poco conocido, pero perjudicial, que descubrí hace poco durante una charla de Raquel Roca en la Cámara de Comercio de Bogotá, sobre el síndrome del impostor. Hasta entonces, solo estaba familiarizada con el término "techo de cristal", que describe las barreras invisibles que dificultan el avance de las mujeres hacia posiciones de liderazgo. Sin embargo, el término "acantilado de cristal" representa un fenómeno igualmente perjudicial pero menos reconocido.
Este concepto, creado en 2004 por Michelle K. Ryan y Alexander Haslam, hace referencia a las mujeres que ocupan puestos de liderazgo o posiciones de alto nivel, pero que enfrentan mayores expectativas de rendimiento y responsabilidad en comparación con sus homólogos masculinos. Por ejemplo, al promoverlas en momentos de crisis, si no superan los desafíos, su liderazgo es cuestionado y se perpetúa la idea de que ellas no son aptas para roles de alto nivel.
También se observa un mayor escrutinio y exigencias desproporcionadas hacia las mujeres líderes. A menudo, enfrentan expectativas y críticas más rigurosas que los hombres. Son severamente juzgadas en términos de su apariencia, estilo de comunicación, habilidades de liderazgo y toma de decisiones. Esta disparidad en las expectativas y oportunidades crea un desequilibrio estructural que afecta los logros en la lucha por la igualdad de género.
Hay que brindar oportunidades de desarrollo profesional equitativas y establecer sistemas de apoyo sólidos para las mujeres en posiciones de alto riesgo.
Seguro que todos podemos reconocer ejemplos en nuestro entorno. Como el caso de Teresa May, ex primera ministra del Reino Unido, que asumió el cargo en un momento crítico tras el referéndum del Brexit. Otro ejemplo es Indra Nooyi, ex CEO de PepsiCo, quien lideró la empresa en un mercado altamente competitivo, enfrentando estereotipos de género y altas expectativas en su gestión y equilibrio entre vida personal y profesional.
Ahora, ¿por qué es peligroso este fenómeno? En primer lugar, pone en riesgo los avances logrados en términos de diversidad de género en puestos de liderazgo. Según el Ranking Par de Aequales 2022, en Colombia solo el 26 % de las mujeres ocupan puestos de CEO. Es vital que las mujeres que ascienden a estas posiciones puedan mantenerse y tener éxito para servir de inspiración a las generaciones futuras. Pero, si se sienten abrumadas por las expectativas irrazonables y el riesgo desproporcionado, pueden perder su confianza y abandonar sus roles, perpetuando así el estatus quo.
Además, al no permitir que las mujeres alcancen su pleno potencial en roles de liderazgo, se pierde una valiosa perspectiva y experiencia en la toma de decisiones estratégicas y en la definición de políticas. La diversidad de género en las altas esferas es fundamental para una gobernanza equilibrada y una sociedad más inclusiva. De acuerdo con la Gran encuesta de la CCB de 2022, el 60 % de la planta de las empresas es femenina cuando estas son lideradas por mujeres; si el liderazgo es masculino, este porcentaje es de 28 % y 43 % cuando las decisiones son tomadas por hombres y mujeres.
Como sociedad, debemos reconocer el acantilado de cristal y trabajar por su eliminación. Para esto, es necesario un cambio cultural profundo. Hay que brindar oportunidades de desarrollo profesional equitativas y establecer sistemas de apoyo sólidos para las mujeres en posiciones de alto riesgo. Esto implica desafiar los estereotipos de género arraigados y fomentar una cultura de mentoría y apoyo entre mujeres líderes y emergentes.
Abordar el acantilado de cristal beneficia a las mujeres y a toda la sociedad. Al desafiar las normas y expectativas de género estamos creando un mundo en el que todas las personas, independientemente de su género, tengan igualdad de oportunidades y puedan alcanzar su máximo potencial.
CAROLINA NIETO
Miembro de Women In Connection