Hace más 50 años crecían las manifestaciones de alarma frente a la crisis ambiental que hizo posible el Día de la Tierra, un encuentro reconocido como el inicio de las movilizaciones ambientales ciudadanas, procurando cambios en la conciencia y la conducta humana respecto a la continuidad de la vida en el planeta. Movimientos sociales, pacifistas, feministas y en pro de los derechos civiles alzaban las voces pregonando por todo el mundo peticiones que aspiraban a promover más inclusión, menos guerra y más poder para considerar los asuntos ecológicos.
Varias de esas voces comentaban sobre el peligro de una agricultura basada en sustancias que envenenaban la Tierra, otros señalaban a la masa humana en crecimiento exponencial como la principal amenaza planetaria. Algunos, de la mano de los modelos más sofisticados de la época, anunciaban un verdadero apocalipsis si se continuaba con el creciente consumo de recursos naturales.
Estas voces, junto con muchas otras, se organizaron, escribieron, influyeron de mil y una formas para movilizar a la especie humana hacia nuevos horizontes en donde las palabras ‘ambiente’, ‘conservación’, ‘naturaleza’ y, por supuesto, ‘Tierra’ tuviera un lugar en las ambiciones y los sueños progresistas de la humanidad.
Es el momento apropiado para materializar y desarrollar todas aquellas políticas públicas (...) que generen una verdadera transformación de Colombia hacia la sostenibilidad.
El eco de estas voces ha tenido un efecto reconocible y ha crecido como un árbol que extiende sus ramas a lo largo del bosque, traduciéndose en el fortalecimiento de la normativa e institucionalidad ambiental en todo el globo, en las investigaciones cada vez más interdisciplinares que buscan abarcar la complejidad de las interacciones naturaleza-sociedad, y, en especial, ha influenciado en la generación de un estado de consciencia sobre la conectividad de nuestra especie con las demás y sobre la necesidad de modificar la conducta humana para reconectarnos con las demás formas de vida en el planeta.
En Colombia, otras Voces, por medio del diálogo intergeneracional, se unen a este esfuerzo considerando la Agenda ambiental para Colombia una propuesta de solución a los retos que el país debe asumir para lograr un desarrollo sostenible. Es el momento apropiado para materializar y desarrollar todas aquellas políticas públicas, acciones legislativas, proyectos de innovación tecnológica, científica y social ambiental que generen una verdadera transformación de Colombia hacia la sostenibilidad, hacia la tierra que soñamos.
Actualmente, el país afronta diferentes retos en materia ambiental. Sin embargo, consideramos cinco ejes orientadores para la agenda: ordenamiento y gestión territorial, clave en la correcta ejecución de políticas, programas y proyectos sostenibles; conservación y biodiversidad, fundamentales para un país de gran riqueza natural, pero con retos críticos como la deforestación; cambio climático y el acuerdo primordial para el logro de metas en la agenda internacional; economía para la sostenibilidad, que implica un gran desafío de transición hacia nuevas formas de manejo de recursos naturales adaptada a la globalización y el comercio internacional; y, por último y no menos importante, gobernanza y participación de la sociedad civil como un eje transversal a la agenda ambiental, en la que la toma de decisiones se construya desde las bases sociales hacia la sostenibilidad a nivel nacional.
Al final es la unión de esfuerzos de la sociedad civil, organizaciones, académicos, tomadores de decisiones, científicos, empresarios y activistas ambientales, quienes permiten el desarrollo de una Agenda Ambiental para Colombia y para el mundo que propenda a alcanzar la sostenibilidad y lograr construir la tierra que soñamos.
CAREN ARDILA Y JUAN PABLO GONZÁLEZ
* Directores de Voces 2030 Colom