Hoy, 11 de septiembre, tiene un hechizo malevo. Algo grave pasó en Nueva York, donde estallaron dos aviones contra las Torres Gemelas. Y un 11 de septiembre la barbarie llegó a Santiago de Chile, donde 35 generales con Pinochet al mando decidieron matar el al presidente Salvador Allende, bombardeando su oficina palaciega.
Desatando una brutal represión para crear pánico general subió Pinochet, el estadio Nacional de Santiago se convirtió en una prisión, 12 ministros de Allende fueron presos, allanaron la casa de Pablo Neruda, hubo muchos asesinatos. En ese golpe tuvieron mucha culpa los ultraizquierdistas del MIR que invadieron haciendas, desafiaron a los militares a “la guerra popular con el pueblo en las calles”. Esa fantochería, ese infantilismo político precipitó el sangriento golpe.
Algo me faltó: que el gobierno de Allende era malísimo, repleto de ineptos en cargos claves; pocos trabajaban, pero sí robaron fortunas. Para colmo, Salvador Allende era traicionado por sus aliados ultras y el poder se le desmoronaba. Rabia mundial por ese golpe. Los allendistas, humillados, solo decíamos llorosos: “Chile vencerá el fascismo”, pero duró 18 años. En el gobierno de Pinochet su viuda, Lucía Hiriart, ahorró en sus cuentas del Boston Bank 108 millones de dólares, siendo primera dama. irable ella por ahorrativa. Punto.
Septiembre caliente en Colombia porque el presidente Petro, otra vez, denunció un golpe de Estado y no presentó ninguna prueba. Para mi colega Mariantonia: “Eso suena a chisme de cafetería universitaria”. Presidente Petro: denuncie a los culpables porque le están creyendo poco, es ‘golpe ciego’. Punto.
En la peluquería señorera gustó mucho esta noticia: “La encuesta de Invamer raja al gobierno de Petro; en contra, el 69 %”. Pero, al fin, Bogotá tiene grata noticia: que los 790 indígenas emberás, que se instalaron hace 11 meses el parque Nacional, se regresaron. Una amiga indignada, Alejandra Guerrero, en la peluquería comentó: “Estuvo muy larga esa visita, no queremos que la repitan”.
Alcalde Carlos Galán, usted heredó de la electorera alcaldesa Claudia López esa invasión, confiamos en que usted, hacia el futuro, no permita esa guachafita grosera con la ecología con Bogotá y sus residentes. Buenas buenas: el parque Nacional es de todos; de usted, que es un alcalde serio, confiamos en que lo hará respetar. Y colorín colorado...