En enero de 1985, el compositor y maestro de la producción musical Quincy Jones logró lo impensable para la época. En un estudio congregó a 45 estrellas del momento, entre ellos Michael Jackson, Lionel Richie, Tina Turner, Ray Charles, Billy Joel, Phil Collins, Bob Dylan, Cyndi Lauper y Bruce Springsteen, entre otros.
El objetivo no podía ser más justificado. El mundo se estremecía con las dolorosas imágenes de los niños devorados por las moscas en Etiopía, en medio de la catastrófica hambruna que padeció el continente africano en los años 80.
Cuando Quincy invitó personalmente a cada estrella a hacer parte de la canción We Are The World, les pidió que dejaran su ego fuera del estudio. Él mismo lo relató en el documental que Netflix estrenó este año y en varias entrevistas tras el éxito del tema y el propósito que los unió: buscar ayuda económica que permitiera llevar agua y comida a África.
Como se dice en el lenguaje cotidiano, un buen parche para unas buenas vibes.
Muchos dirán que eran otros tiempos y otra situación, pero es que la guerra, el hambre, la explotación sexual, la violación, la corrupción o la violencia siempre han estado ahí. Los seres humanos con sus más y menos, también. Y, paralelamente, unos y otros solo se han adaptado a las nuevas formas de comunicar, expresar y vivir.
Como fue un sueño, para la generación de los 80, ver al supergrupo USA for Africa cantar juntos la canción escrita por Michael Jackson y Lionel Richie, lo es para la generación colombiana joven, adolescente, ver a los reguetoneros Karol G, Blessd, Maluma, J Balvin y todos los demás, juntos, haciendo una colaboración.
¿Que no hay punto de comparación? No, en mucho no tiene que ver con lo que aquí se plantea, pero sí rotundamente en la posibilidad de disfrutar como seguidor, como fan, de un artista que mueve e inspira.
El problema real no radica en la letra, que siempre ha estado ahí, pero hoy se expresa diferente. De por sí, +57 tiene 90 frases, todas con un contenido que puede desatar la misma discusión.
Es cierto y no tiene discusión, que +57, la canción de los artistas colombianos, no tiene nada que ver con We Are The World. Por lo menos en la motivación y en la letra. Pero lo que no se puede negar es que este es de los mejores ejemplos del impacto que los unos y los otros tenían y tienen en sus seguidores.
Un artista, un músico y su música, tiene la capacidad de transformar, alivianar o potenciar la tristeza, la alegría, la ira, el enamoramiento y la ilusión de la gente. Esta es una afirmación sustentada en innumerables estudios sicológicos de diferentes centros académicos del mundo.
Por eso, la polémica que se ha armado alrededor del tema de las estrellas del reguetón paisa va más allá de la frase "Una mamacita desde los fourteen". O que lance la primera piedra quien no haya tarareado, bailado y disfrutado Mala mujer de la Sonora Matancera, especialmente cuando el coro repite "mátala, mátala, mátala, mátala, no tiene corazón, mala mujer". Hablamos de 1978.
El problema real no radica en la letra, que siempre ha estado ahí, pero hoy se expresa diferente. De por sí, +57 tiene 90 frases, todas con un contenido que puede desatar la misma discusión, como: "Y aunque esa bebita tiene dueño", "Le tiro la labia pa’ que se me empelote", o "Me voy sin casco con ese tote (pu-pum)", en la apología al sicario de ayer y de hoy. Pero ¿es la frase lo que se debe cambiar, o la canción la que se debe borrar de todas las plataformas?
¿No será que el problema real radica en que jóvenes influyentes como Blessd o Ryan Castro, que dicen que no les importa lo que diga la gente y que es mejor que pongan a los niños a escuchar La vaca Lola, son el reflejo de lo que no se ha hecho como sociedad y como Estado?
Enfada, enormemente, agotar todos los esfuerzos para frenar la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes en Medellín y en Cartagena, y tener en respuesta una canción como +57. Enfada, indudablemente. Pero da más coraje no encontrar políticas públicas claras de educación, enfocadas en la prevención para la primera infancia, en escuelas y colegios como esos a donde fueron Karol G o Maluma.
Ellos, los músicos que influyen en millones, aún tienen la oportunidad de repetir la hazaña de 1985.