Las más reconocidas orquestas de Colombia, la Sinfónica Nacional y la Filarmónica de Bogotá, son instituciones culturales que además de su misión natural de ser ejecutantes de obras universales de la música clásica y formar públicos apreciativos de las mismas, se preocupan por premiar el esfuerzo y la dedicación de los intérpretes. Sus respectivos directores generales, los maestros Juan Antonio Cuéllar y David García, cumplen a cabalidad con el propósito de impulsar día a día la calidad artística y propiciar el reconocimiento nacional y extranjero de estas dos agrupaciones.
La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia presentó en el Teatro Colón, su casa natural, dos conciertos que quedaron en la memoria de la audiencia por el gusto interpretativo de los músicos y el afortunado contraste de las obras ofrecidas.
No es frecuente tener en el podio la presencia femenina. Excelente por su claridad gestual y sus intenciones musicales, “la ingeniosa maestra griega” reconocida mundialmente Zoe Zeniodi, fiel a las partituras de Liszt y Bartok, entusiasmó a artistas y oyentes, y ofreció alegría con los ‘Tumbaos para orquesta’, del bogotano Diego Vega.
La sorpresa: el pianista colombiano Eduardo Rojas con destreza y personalidad en su transparente interpretación del ‘Concierto para piano n.º 1’ de Liszt, que terminó con un bis de Schumann en versión de Liszt: ‘Widmung (Dedicatoria)’, el regalo de bodas del compositor a su esposa, la inmortal pianista Clara Wieck, a la que le dedicó la más perfecta declaración de amor “Tú eres lo mejor de mí mismo”.
El último de los conciertos de la temporada fue dirigido por el amable suizo Baldur Brönnimann, que explicó la obra de la caleña Carolina Noguera ‘Autum Whisperings’. Lo interrumpió un maléfico celular (¡horror!, el mío) y con humor dijo que si era su esposa, le dijera que no estaba. Recuperada de la vergüenza, pude apreciar la creatividad del lenguaje musical de esta compositora, que va más allá de la sonoridad natural a los instrumentos para intervenirlos con una fantasía que produce efectos hipnóticos. Utiliza las voces habladas de los músicos como rumor de acompañamiento de fondo, y el vaivén de sus partituras para cerrar la obra.
Magia orquestal con la sorprendente obra ‘Absolute Jest’, de John Adams, con el cuarteto de cuerdas Attaca como solista, ganador del Grammy, que además de escucharlo se debe ver porque sus intérpretes son actores de sus instrumentos.
Finalizó con un diseño inesperado de programación. Se retornó a lo clásico con la deslumbrante ‘Sinfonía n.º 4’ de Schumann, compuesta en medio de la adversidad de sus problemas de salud.
Por su parte, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, al lado de su actividad sinfónica regular de excelencia, abrió la puerta a los cantantes líricos colombianos para premiar el esfuerzo y la dedicación de sus procesos artísticos.
El premio Ciudad Lírica invitó a artistas entre los 29 y los 50 años a demostrar su talento, con diferentes opciones de repertorio. Frente a un jurado de expertos maestros se intercambiaron saberes y se transmitieron conocimientos. Listos para cualquier escenario están Lady Carolina Camacho y Héctor Fabio Camacho.
Para el canto poético, un género bello y desconocido, se ofreció el premio Colombia Filarmónica. Gran despliegue de voces líricas y de pianistas acompañantes. Se destacaron Lidy Vanessa Torres, Christian Correa y la pianista Beatriz Batista.
Los jóvenes reciben el estímulo Premio Filarmónico de Canto, con el que los escogidos podrán pagar matrículas, clases magistrales o participar en festivales. Se fortalece así el canto lírico en un país como el nuestro, tan lleno de talento en esta área del arte musical. ¡Augurios!
MARTHA SENN