Adoptan una especie de rictus de preocupación; y luego, cuando ponen palabras al rictus, siempre son las mismas. Coinciden con el encabezado (siempre el mismo) de los acuerdos internacionales: “manifestamos nuestra honda preocupación…”. Bla-bla-bla. Dicen que actuarán frente a la crisis climática, pero no actúan; prometen grandes recursos, pero escatiman, niegan, recortan, aplazan. Se comportan, en realidad, en sentido contrario, pero aparentan estar del lado correcto de la historia. Perversa habilidad.
Lo mismo suele suceder en temas como la paz (global y local) y la lucha contra las drogas. La virtuosa articulación de estos tres temas por parte del presidente Petro en la Asamblea de Naciones Unidas propone una nueva manera de mirar los problemas del mundo, sistémica, integradora, directa, urgente: todo está relacionado con todo. La paz global, la justicia climática, la ética, la política, la economía. La amenaza contra la vida, causada por el hombre, adopta formas diversas: guerras, olas de calor, inundaciones, huracanes, sequías, drogas, crecimiento y consumismo desenfrenados (“irracionales”).
Es el fin de la inteligencia, señaló con audacia. “A la lógica de la acumulación ampliada del capital le articularon los motores del carbón y del petróleo y desataron el huracán de cambios químicos en la atmósfera. La acumulación ampliada (e irracional) del capital es la acumulación ampliada de la muerte”.
En aquel trillado escenario de las formalidades (¿hipocresías?) prefirió ir al fondo y hacerse las preguntas sobre las causas (también propuso soluciones). Invitó al mundo a cambiar la hipocresía y los discursos protocolarios por un diálogo realista, basado en la ciencia, que nos conduzca (a todos) a construir los caminos que debemos encontrar antes de que sea tarde.
El secretario Guterres se refirió a “un mundo en llamas” y señaló “una disfunción global colosal, locura moral y económica”. Pero los demás, presidentes mantuvieron la inercia de las formas hueras.
Por eso creo que este discurso (no retórico) es histórico (luego complementó sus ideas en el foro de acción climática), no tanto por las respuestas que puedan ofrecer los líderes sino por lo que harán los ciudadanos, especialmente aquellos de la Generación de la Crisis Climática, los jóvenes, que aquí son los indispensables.
MANUEL GUZMÁN HENNESSEY