Hay que recordar las afugias que pasaron en su momento, entre otras entidades y directoras, Gloria Zea y el Museo de Arte Moderno de Bogotá, y Fanny Mikey y el Festival Internacional de Teatro, por reveses económicos, y siempre se hizo lo posible por salvarlos y se salvaron. En estos tiempos de pandemia, cuando se han visto afectados casi todos los sectores de la economía, las actividades culturales y artísticas han sido las más castigadas. Hay que ver, por ejemplo, la situación de las salas de teatro, todas con deudas, la mayoría haciendo funciones virtuales con cero taquilla.
Ahora, entre múltiples entidades y eventos tradicionales de Bogotá y de Colombia, se encuentra ad portas del cierre o desaparición el Fotomuseo, Museo Nacional de la Fotografía de Colombia, pues no puede recibir los aportes que había venido percibiendo del Estado, por una deuda acumulada con el Banco de Colombia que viene desde 2018, por 142 millones, ocasionados porque por esa fecha y siguientes los aportes oficiales fueron menguados. A partir de este apoyo se venían sumando el Ministerio de Cultura, la empresa privada, algunas embajadas y otros aliados institucionales como universidades y medios de comunicación. Al desaparecer los aportes del Distrito se desestimulan los de las demás entidades.
Se encuentra ‘ad portas’ del cierre o desaparición el Fotomuseo, Museo Nacional de la Fotografía de Colombia, pues no puede recibir los aportes que había venido percibiendo del Estado.
Un nutrido grupo de fotógrafos, artistas, escritores, periodistas y gestores culturales dirigimos hace unas semanas respetuosa carta de alarma a la señora Alcaldesa de la ciudad, preocupados por la inminente muerte y sepultura del Fotomuseo, entidad fundada hace 21 años por Gilma Suárez y que le ha dado a Colombia prestancia internacional. Conozco del interés de la burgomaestre por los asuntos de la cultura, por lo que ha causado general extrañeza el que no haya cursado siquiera un acuse de recibo. No queremos contribuir con esta especie de reclamo a la pérdida creciente de su imagen ciudadana, antes bien darle oportunidad de que la recupere salvando de la extinción a una entidad que en 2006 fue declarada ‘Bien de Interés Cultural de Bogotá’, y que necesita toda Colombia y también el mundo, pues es una de las 20 sedes mundiales que hacen parte de la Red Internacional de Centros de Fotografía. Por algo recibió la condecoración Manuel Murillo Toro, dada su contribución al Progreso de la comunicaciones, y ha sido nominada por la revista Semana y Royal Salute para el Premio Tributo.
Hasta ahora había logrado sostenerse realizando la bienal Fotográfica Bogotá, los Fotomaratones, impresión de libros preciosos, documentales sobre vida y obra de grandes maestros de la fotografía en Colombia y muestras especiales para entidades como la ONU, la OEA, la Cancillería y el Sena. Pero llegó el momento de las vacas flacas y doña Gilma, sin cómo pagarse el sueldo ni atender a las demandas salariales y de manejo del Fotomuseo, ha debido ir saliendo de preciosas obras de arte de su patrimonio.
Dice la directora respecto de la carta de los intelectuales a Claudia López: “Más que pedir, ofrecemos: trabajar de la mano con ella en una exposición itinerante que pueda contribuir al autocuidado de los ciudadanos de Bogotá, desde la mirada de los artistas de la fotografía sobre lo que nos ha venido ocurriendo con la pandemia... Así, con ese apoyo, podemos subsanar nuestra deuda”.
Pienso que sería también una opción ceder el Fotomuseo a una entidad que se apersone, cubra su saldo rojo y lo cuide, como podría ser la misma Alcaldía, o el Banco de la República a través de la Biblioteca Luis Ángel Arango u otra entidad poderosa. O que le adquieran parte de su colección.
En todo caso sería un crimen que a una mujer adalid, que ha entregado su vida, su talento y su pujanza a la cultura de su país, no solo se la abandone en su empresa señera sino que se la deje, en la soledad de sus cercanos ochenta, corriendo el riesgo de que le embarguen su vivienda y tenga que alquilar un depósito para almacenar el tesoro de fotografías de los más prestigiosos fotógrafos del mundo. Sería como también anticiparle la despedida.
Jotamario Arbeláez