La inteligencia artificial (IA), una de las transformaciones tecnológicas más disruptivas de nuestra era, tiene un impacto innegable sobre la productividad, la innovación y la eficiencia. No obstante, Colombia enfrenta una disyuntiva: adoptar y desarrollar esta tecnología para impulsar su competitividad y la productividad de otros sectores, o adoptar una regulación que nos rezague, ampliando más la brecha digital que ya nos separa de economías más avanzadas.
De acuerdo con mediciones de la Ocde, de los países que la integran, Colombia es el menos productivo; por cada hora, un colombiano aporta alrededor de US$ 20 al PIB, mientras que el promedio de la organización está en US$ 67,5. Si, como país, no abordamos estratégicamente la IA como catalizadora de la productividad, estaremos comprometiendo el futuro económico del país.
Por supuesto, la implementación de la IA conlleva oportunidades y desafíos. Su uso sin unos límites claros puede profundizar brechas sociales e incluso de conocimientos, y afectar derechos fundamentales, llevando a que los riesgos implícitos en su uso superen los beneficios que puede llegar a ofrecer.
Sin embargo, lo peor que podríamos hacer es paralizarnos ante el temor de lo desconocido. Y, si bien es cierto que necesitamos una regulación para la IA, es fundamental que sea una que fomente su desarrollo y adopción, en lugar de frenarla.
Los gobiernos locales y el nacional, el sector empresarial y la academia debemos articularnos para garantizar que la IA pueda ser apropiada como un motor de crecimiento económico.
En este sentido, diferentes proyectos legislativos en torno a la IA que cursan en el Congreso de la República, así como la Comisión Accidental Bicameral de Inteligencia Artificial, creada en 2024, representan una gran oportunidad para reflexionar sobre la pertinencia de un marco normativo que logre un equilibrio entre la responsabilidad ética y la productividad.
Una regulación excesivamente rígida podría generar barreras contraproducentes para la innovación y terminar afectando la capacidad del país para ser más competitivo en contextos internacionales, mediante el aprovechamiento de tecnologías de vanguardia como la IA.
Recientemente, el Gobierno Nacional presentó el Conpes de IA, un valioso instrumento de política pública que compromete al Estado colombiano con el desarrollo de acciones que permitan aprovechar la IA de manera estratégica y sostenible, asumiéndola como una herramienta clave para el desarrollo y la transformación social y económica de Colombia.
En este contexto, en el que la tecnología se ratifica como un aliado estratégico de la productividad y, por ende, de la competitividad, Colombia necesita más inversión en innovación y desarrollo. El sector empresarial, los gobiernos locales y nacional, y la academia debemos articularnos y unir esfuerzos para garantizar que la IA no solo sea adoptada, sino que pueda ser apropiada como un motor de crecimiento económico y social.
Apostarle a la IA no es una opción, es una necesidad para cerrar brechas, mejorar la productividad y asegurar que Colombia ocupe un lugar en la economía digital que está moviendo al mundo. No podemos darnos el lujo de quedarnos atrás.