Caos es lo opuesto a cosmos. Nos dijeron que el cosmos de la paz sería un esfuerzo para abarcar, en la misma red, a la guerrilla del Eln, los remanentes de las antiguas Farc y los grandes grupos armados de crimen organizado. Se partía de la base de que su tratamiento tendría en cuenta las características comunes y la condición humana de todos sus . Efectivamente, así ha sido: erradamente se consideraron iguales elenos y del ‘clan del Golfo’, residuos de las Farc y ‘pachencas’.
Mientras persista el caos no avanzará una negociación de paz. No es solo pensar jurídicamente en cómo tratar ante la ley a unos y otros, sino enviar mensajes a militantes y comunidades de que las dos posturas tienen consecuencias distintas para los territorios, las víctimas y por supuesto los victimarios. De otra manera los actores políticos sentirán diezmada su calidad de supuestos defensores de ideas, así sea anacrónico defenderlas por la violencia, y los delincuentes organizados sentirán mejorado su estatus penal, ganando con ello tiempo, terreno y recursos. Beneficios y castigos como producto de acuerdos son diferentes para unos y otros. La acción de la Fuerza Pública, de la justicia y humanitaria, también.
Mientras esto no se aplique, lo que se está permitiendo es un gran auge de la acumulación de recursos de guerrillas y mafias, que se usarán para combatir al Gobierno que les ofreció un plan común para desactivarlos a cambio de beneficios. O para apoyar por la fuerza y organizadamente el final de ese gobierno y perturbar de manera grave las campañas y las elecciones del 2026.
Lo que se está permitiendo es un gran auge de la acumulación de recursos de guerrillas y mafias, que se usarán para combatir al Gobierno que les ofreció un plan común para desactivarlos a cambio de beneficios
Los datos oficiales a julio pasado confirman la acumulación: los delitos que producen rentas y territorio están en aumento.
Las víctimas de secuestro aumentaron 34 % y en el año superarán las 200, cifra que no se veía desde principios del siglo; habían bajado sustancialmente desde los acuerdos de paz de 2016. La extorsión creció 20 %: los casos son los más numerosos de la década. El número de motos y carros robados en el 2022, 2023 y lo que va del 2024 es el más alto del siglo, por encima en promedio, de 50.000 por año. La minería ilegal repuntó en el 2023 y este año, como lo muestra la actividad contra la maquinaria amarilla. La casi desaparición de la erradicación manual de cultivos de coca y el aumento de las incautaciones de cocaína y heroína lista para el consumo llevan a la conclusión de que el negocio ilegal, con todo y las dificultades de competencia del fentanilo y las drogas sintéticas, está en auge, beneficiando a guerrillas y mafias. También volvieron los aviones del narco: las incautaciones e inmovilizaciones de estas aeronaves aumentaron 204 % este año y más de cinco veces el año pasado con respecto al 2022; esas rutas, que se habían ido completamente a Venezuela, regresaron. Volvió a crecer el robo de ganado, síntoma por excelencia de inseguridad rural y de acumulación de bastimentos por los grupos armados ilegales.
El homicidio, que baja levemente hasta julio, sigue por encima de los trece mil casos por año, sin que haya regresado en este gobierno a un nivel menor que las mil muertes violentas por mes, que se logró en 2017 con 25 homicidios por cada cien mil habitantes, el más bajo en décadas. El gobierno de la Paz Total no se ha podido bajar de trece mil quinientos muertos violentos por año.
La implementación de los acuerdos del 2016 es gran parte de la clave para recuperar la seguridad rural y urbana. La otra son nuestras Fuerzas Armadas, paralizadas por falta de órdenes y de recursos. Son la primera frontera contra los bandidos de todos los pelambres, políticos o comunes, y el vehículo de la justicia y de la fuerza legítima. Su desempeño estratégico y táctico no tiene ideología: está enfocado a que a la gente en ciudades y campos no la maten, secuestren y extorsionen. Que no la atropellen las bandas armadas.
Como la economía, las FF. AA. necesitan ser reactivadas con órdenes, respeto y recursos.
LUIS CARLOS VILLEGAS