En todos los niveles del poder, desde el jefe de una oficina modesta hasta los líderes de naciones, hay alguien que susurra al oído. Una “mano derecha” que influye, interpreta, gestiona y cuya presencia puede ser determinante para el destino de muchos. Nuestros presidentes no han sido la excepción.
Recuerdo, por ejemplo, la figura de Germán Montoya durante el gobierno de Virgilio Barco. Hombre reservado, honrado, leal y de una eficacia que pocos discuten. En medio de una Colombia sacudida por el narcoterrorismo, el asesinato de Galán, Pizarro, Jaramillo y Pardo Leal; las bombas del DAS y de Avianca; elecciones bajo fuego y decisiones de Estado tomadas entre amenazas, el país siguió funcionando. Algunos sostienen que, hacia el final del mandato, Montoya fue quien sostuvo el gobierno. Y si fue así, Colombia tuvo la suerte de que lo hiciera alguien con propósito de nación, no por vanidad ni ambición personal. Alguien que conocía el poder, pero no era adicto a él.
Hoy también hay quienes susurran al oído del Presidente. ¿Quiénes son? ¿Qué intereses defienden? ¿Qué país imaginan para el futuro?
Es ahí donde cobra sentido una escena poderosa de ‘El Señor de los Anillos’, la trilogía épica de J. R. R. Tolkien, adaptada al cine por Peter Jackson. En ‘Las dos torres’, tiene lugar la batalla del Abismo de Helm, uno de los momentos más decisivos en la historia de la Tierra Media.
En esa escena, el reino de Rohan está al borde del colapso. Su rey ha sido manipulado por un consejero siniestro (Lengua de Serpiente), que con palabras suaves lo ha aislado de la realidad, debilitado su voluntad y entregado el control del reino a intereses oscuros. A su alrededor, muchos guardan silencio, algunos murmuran sin actuar, y unos pocos, incapaces de aceptar esa deriva, se marchan para no traicionar sus principios.
Ese consejero no actúa solo: responde a un poder mayor, un mago que renunció a su misión original para servir a fuerzas oscuras. Juntos, han intentado convertir al rey en una figura influenciada, alimentando sus temores más profundos y manipulando sus deseos más íntimos. Quienes antes hablaban con franqueza, con el coraje de señalar sus errores, han sido desplazados o desacreditados.
Hoy también hay quienes susurran al oído del Presidente. ¿Quiénes son? ¿Qué intereses defienden? ¿Qué país imaginan para el futuro?
El reino está al borde del abismo. Los aliados se distancian. Está a punto de romper con Gondor, su aliado histórico, regido por un senescal difícil de tratar. Incluso se contempla ceder ante un régimen autoritario e implacable, que no ofrece reciprocidad. Solo cuando el consejero manipulador es desterrado y las voces de la sensatez y el deber recuperan el mando, el reino resiste.
La batalla es dura, el enemigo es más fuerte. Pero logran resistir no por la espada, sino por la integridad, el propósito común y la unión de pueblos diversos. Juntos, los aristocráticos elfos, los enanos marginados y los hombres vencen. No principalmente por poder, sino por la lucha por un mundo en el que todos deben caber, convivir y legar.
Colombia también enfrenta un momento crítico. No peleamos contra orcos –o tal vez sí–, pero sin duda luchamos contra la violencia que regresa, los recursos que desaparecen, los aliados que se alejan, la polarización que nos divide y los susurros sin sentido de país. ¿Qué propósito por el bien común puede tener Lengua de Serpiente?
Y la pregunta es la misma: ¿quién le habla hoy al oído del poder? ¿Una voz que envenena o una que construye? Porque, a veces, un susurro basta para cambiar el destino de todos… como, por ejemplo, manipular la designación del Presidente encargado por ocho días.
MAURICIO PAVA LUGO
Conjuez de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia