Asombra cómo, más allá de sus diferencias ideológicas, los presidentes Gustavo Petro y Donald Trump se parecen cada día más. Lo confirmaron con sus discursos delirantes y mesiánicos de esta semana, Petro el 1.º de mayo y Trump al cumplir 100 días de mandato. Ante la manifestación de la plaza de Bolívar, Petro afirmó que era “la mayor movilización del pueblo en toda su historia”, cuando fue mucho más grande la marcha contra el secuestro en 2008. A pesar de los fracasos que acumula, el martes, en Míchigan, Trump se vanaglorió de “los cien días más exitosos” de la historia de su país.
Trump ha gobernado por órdenes presidenciales, como un dictador, sin llevar proyectos de ley al Congreso. Y Petro, una vez que el Congreso le hundió su nefasta reforma de la salud, comenzó a aplicarla por decreto. Además, le fascinan las conmociones interiores y emergencias económicas, que ha dictado sin importarle que luego la Corte Constitucional las tumbe o peluquee.
Ambos insultan, con grosería, a sus adversarios. Ambos desprecian la diplomacia y atacan, con frases desobligantes, a mandatarios de otros países. Ambos están de pelea con jueces, magistrados y cortes que tumban sus arbitrarias decisiones. Ambos atacan con improperios a los medios y periodistas que se atreven a criticarlos.
Ambos desprecian a las mujeres. En campaña, Trump dijo de la demócrata Kamala Harris: “No vamos a tener a una presidenta socialista, especialmente a una mujer...”. Petro se refirió a periodistas que criticaron su gobierno como “muñecas de la mafia”. Trump tiene en su gabinete a Pete Hegseth, secretario de Defensa, quien indemnizó a una mujer que lo acusó de agresión sexual. En el gabinete de Petro hay un reconocido maltratador. Por cierto, tanto a Hegseth y como al mininterior, Armando Benedetti, los persiguen fantasmas de adicción a las drogas y el alcohol.
Tras la muerte del papa Francisco, ambos mandatarios posaron como cercanos a él. Trump –despreciado por el pontífice– voló para estar en el entierro, con un vistoso traje azul que rompió el riguroso luto negro de los demás líderes. A Petro no lo invitaron, pero se proclamó “amigo” del Papa. Ambos son vanidosos: Trump usa base en el rostro para lucir bronceado, mientras Petro se hizo implante capilar y ahora se quitó la papada.
Ambos regañan y maltratan en público a sus funcionarios que, claro está, les duran poco. Petro cambia de ministros como de ropa interior, y Trump, con solo 100 días, botó el jueves a su consejero nacional de Seguridad, Mike Waltz, mientras su amigo Elon Musk anunció su retiro del poderoso Doge (Departamento de Eficiencia Gubernamental).
Ambos son vanidosos: Trump usa base en el rostro para lucir bronceado, mientras Petro se hizo implante capilar y ahora se quitó la papada
Los altos funcionarios de Trump se gritan e insultan en reuniones oficiales. Elon Musk llamó “imbécil” y “retrasado mental” al asesor comercial de la Casa Blanca, Pete Navarro. De las peleas entre ministros de Petro dan cuenta los consejos de gabinete por TV, y las acusaciones llevadas a la Fiscalía por la canciller Laura Sarabia contra Benedetti, por violencia de género.
En escasas semanas, Trump ha dañado la economía con su insensata guerra comercial: en 2024, con Joe Biden, el PIB aumentó 2,4 %, y en el primer trimestre de 2025 tuvo un crecimiento negativo: -0,3 %. En 2022, Petro recibió del presidente Iván Duque un crecimiento del 7,3 %; en 2023, el PIB apenas subió 0,6 %. Ambos culpan siempre a los demás. Petro agrede a la junta del Banco de la República, mientras Trump insulta al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, como si los problemas económicos fueran causados por los bancos centrales y no por el pésimo manejo económico de los dos presidentes.
Y un parecido final: a pesar del enorme daño que causan, ambos –aunque han perdido popularidad– conservan una base social que los respalda, en buena medida por la forma como manipulan sus mensajes y usan y abusan de las redes sociales a punta de tergiversaciones y mentiras.
MAURICIO VARGAS
IG: @mvargaslinares