El tokenismo es la práctica de implementar acciones simbólicas que pretenden demostrar un compromiso con causas sociales importantes, como la diversidad, la inclusión, el medio ambiente, la educación o la justicia social. Se dice “pretenden” porque estas acciones suelen ser superficiales y no logran generar un impacto real o significativo en las áreas que dicen apoyar.
En el contexto de la responsabilidad social empresarial (RSE), el tokenismo puede manifestarse a través de acciones superficiales como donar pequeñas cantidades de dinero a organizaciones benéficas, promover campañas publicitarias o publicar avisos de prensa, sin realizar cambios profundos en las prácticas internas o sin proporcionar detalles sobre cómo se mide el impacto social o ambiental de la acción tomada.
De alguna manera el tokenismo se parece al ‘greenwashing’, el término que se usa para referirse a las estrategias de ‘marketing’ en las que las empresas presentan una imagen de sostenibilidad y responsabilidad ambiental, mientras continúan con prácticas dañinas para el medio ambiente.
El tokenismo puede manifestarse a través de acciones superficiales como donar pequeñas cantidades de dinero a organizaciones benéficas, promover campañas publicitarias o publicar avisos de prensa
En ambos casos la verdadera intención de las acciones es más la construcción de una imagen positiva que la implementación de soluciones efectivas. El resultado salta a la vista: falta de progreso real y engaño hacia el público. Un ejemplo palpable de tokenismo en el ámbito educativo en Colombia es el caso de la Biblioteca Nacional de Colombia, en Bogotá. No obstante las constantes afirmaciones de los políticos sobre la importancia de la educación para solucionar los problemas nacionales, la realidad en esta institución es muy diferente. Aunque sus directivas se esfuerzan por mantener las instalaciones de forma decorosa, desde hace un tiempo la biblioteca enfrenta graves dificultades debido a que el Ministerio de Cultura no le facilita el internet y eso hace muy difícil, si no imposible, gestionar el préstamo de libros a los ciudadanos.
Solo se me ocurre decirles a las autoridades que sigan gastando dinero creando sedes diplomáticas innecesarias o abanderado cumbres como la Ministerial Latinoamericana y del Caribe sobre Inteligencia Artificial recientemente desarrollada, mientras la principal biblioteca del país pasa meses sin internet. Al fin y al cabo es posible que nuestro país sea solo un token, un acto simbólico con apariencia de compromiso, pero que en el fondo no es más que una ‘patria boba’.
NATALIA TOBÓN FRANCO