Colombia es el corazón del mundo

En medio del territorio colombiano habita una buena parte de la biodiversidad del planeta. En nuestro país, adornado por ríos, montañas, desiertos, llanuras y páramos, tenemos la mayor diversidad de orquídeas del mundo, así como la mitad de los páramos y el 20 % de las aves endémicas. Además, Colombia une al océano Atlántico con el Pacífico a través de sus costas. Es un hecho que somos el país de la belleza y de la vida.

Colombia también es el resultado del encuentro cultural. Actualmente sabemos de al menos 100 comunidades indígenas vivas y en nuestro territorio se hablan 70 lenguas nativas. También viven más de 10 millones de afrodescendientes que mantienen legados musicales, gastronómicos y culturales de África.

A lo largo de nuestra historia, las poblaciones indígenas se han encontrado con quienes han llegado de África, de Europa, de Asia o de América del Norte. Como lo subrayó el Presidente en la inauguración de la COP16, cada cultura aporta, en mayor o menor medida, a aquello que significa ser colombiano. Todo esto no es nuevo. Los colombianos siempre hemos sabido que vivimos en un país único. Pero lo que nos devolvió la COP16 fue la confianza en que sí se puede poner la belleza, la biodiversidad y la potencia de Colombia como objetivo superior entre todos los sectores de la sociedad. En que podemos dejar de pelear para ponernos de acuerdo en sacar nuestro país adelante.

Desde el momento de la planeación del evento fue evidente la convergencia entre Gobierno nacional, gobiernos locales, sociedad civil, comunidades y empresarios. También con la gente del común. Bastaba con caminar por la Zona Verde para notarlo. Conversé con empresarios, científicos, mujeres, emprendedores, dueños de negocios, y todos, con felicidad, coincidían en algo: la COP16 unió a Colombia.

De hecho, lo más importante de estas dos semanas fue la participación activa de la gente. Gracias al liderazgo de la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, esta COP16 fue la primera en la historia que incluyó como su principal actor a la ciudadanía, a las comunidades indígenas, a los campesinos o a los pueblos afro que son quienes más sufren y, además, quienes más conocen y pueden ayudar para la protección de la naturaleza.

Los resultados de esta unión entre el pueblo colombiano fueron impactantes. El número de vuelos aéreos internacionales hacia Cali creció 123 % respecto al mismo periodo en 2023. Todos esos visitantes, de todos los continentes, gastaron más de 100.000 millones en hotelería, restaurantes, emprendimientos, entre otras. Solo en la Zona Verde, en la primera semana de la COP, habían circulado más de 500.000 personas.

También fue un hito la participación del sector privado. Se estima que se triplicó el número de empresarios entre la COP15, en Montreal, y la COP16 de Cali. No es un dato menor, pues para nadie es un secreto que el principal cuello de botella de la protección de la biodiversidad es la falta de recursos financieros, un aspecto en que el sector privado resulta fundamental.

La COP16 nos unió como colombianos. Y el mundo vio lo que podemos lograr si nos ponemos de acuerdo en lo fundamental. Este evento, que impulsó importantes acuerdos para hacer la ‘Paz con la Naturaleza’, tuvo otra consecuencia para los colombianos: nos demostró que vivir en paz como sociedad si ponemos unas bases mínimas, como el cuidado de la biodiversidad.

Colombia le mostró al mundo entero y se mostró a sí misma en las últimas semanas, tal vez como nunca en la historia, que este es el país de la belleza, y la biodiversidad que aquí habita es el corazón del mundo. Eso lo propuso este Gobierno desde la campaña, poner la vida y la belleza por encima de la muerte. La COP16 fue un ejemplo de que lo estamos logrando. Sigamos adelante.

LAURA SARABIA

Directora del Departamento istrativo de la Presidencia

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