Budapest, la ciudad de los superlativos

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Son 118 manantiales cuya temperatura fluctúa entre 20 y 80 grados. Los más célebres son los de Szechenyi, que tienen 20 piscinas que se encuentran dentro de una bellísima construcción barroca. Otro monumento espectacular de la ciudad es la Catedral de San Esteban, que fue el primer rey y santo de Hungría. En su interior caben 9.000 personas y la campana de la torre, la más pesada y grande de Hungría pesa 9 toneladas. En urna de plata se conserva la mano derecha de San Esteban.

Hungría es mayoritariamente católica y tanto la capital como el país sufrieron la barbarie de dos invasiones: la de los nazis y la de los comunistas y ambas se ensañaron en la élite intelectual y en la colonia judía. La matanza de judíos fue la más grande de Europa.

La ciudad les rinde homenaje con impresionantes monumentos, ante los cuales me postré reverente. Entre el Parlamento y el Puente de las Cadenas, a orillas del Danubio se encuentran fundidos en metal sesenta pares de zapatos. Los nazis encadenaban por pares a los judíos luego de descalzarlos, disparaban a la espalda de uno de ellos y los dos caían al río. Torturado por los nazis y luego por los comunistas fue el heroico cardenal Jozsef Mindszenty. Sus bárbaros verdugos desoyeron durante varios años las protestas de todo el mundo. Siempre he irado a Hungría por su doble carácter de heroico país.

Al fondo de la avenida Andrassy, flanqueada a ambos lados por bellos palacios y mansiones señoriales se encuentra el Monumento a los Héroes, que en un hemiciclo de enormes proporciones contiene las estatuas de los líderes de las siete tribus magiares que fundaron el país en el siglo noveno, además de otros reyes, santos y políticos importantes. En el centro del hemiciclo sobre una altísima columna se yergue la estatua del arcángel Gabriel.

Recorriendo la ciudad y sus numerosos parques se encuentran las estatuas de los hombres que forjaron la nacionalidad, reyes, santos, artistas, escritores, políticos, con un llamativo detalle que no se puede pasar por alto: monumentos limpios, sin grafitis ni pinturas. iro los países y ciudades que honran a sus grandes hombres.

Antes de pasar al otro lado del río, a la colina de Buda, quiero detenerme en el Parlamento, de enormes proporciones, construido en estilo neogótico en 1902 y que alberga 700 habitaciones. Mide 218 metros por 118. Por las noches me extasiaba mirando el reflejo del parlamento en las aguas del Danubio. Pasado el río se encuentra la iglesia barroca de Santa Ana. Sentado en una de sus bancas, con la iglesia vacía, viví un momento de suprema exaltación, oyendo al organista que ensayaba una de las fugas de Bach. Toqué las puertas del paraíso.

En la cima de la colina se encuentra el gigantesco Castillo de los Reyes, uno de los símbolos de Budapest, la iglesia de San Matías, en bellísimo estilo gótico y otros monumentos de la ciudad. Volvería a Budapest, a vivir su denso ambiente intelectual y artístico y su belleza monumental. Volvería así fuera a pie desde Colombia.