Pocas empresas colombianas son tan emblemáticas como Frisby. Desde su fundación hace más de cuatro décadas, sus creadores, Alfredo Hoyos Mazuera (q.e.p.d.) y Liliana Restrepo, crearon una receta excepcional: un sabor tan inconfundible y un crujiente tan espectacular, que incluso en plazoletas de comida con múltiples alternativas, siempre atrae filas. La razón, como dice su eslogan: “nadie lo hace como Frisby lo hace”.
Pero más allá del sabor, la verdadera receta del éxito de Frisby radica en ser un ícono del capitalismo consciente. Pioneros de este modelo de negocio en Colombia, Frisby no solo busca el éxito económico, sino también la generación de aporte social en toda su cadena de valor. Gracias a esta estima, Frisby se consolidó por cuarto año consecutivo como la cadena de comida rápida con mayores ventas en su segmento. Según su presidenta y cofundadora, Liliana Restrepo, alcanzaron ingresos por más de $ 1 billón de pesos, con una operación sólida de 281 restaurantes en más de 60 ciudades colombianas. Todo esto, mientras mantenían su compromiso como Empresa BIC, enfocada en el bienestar social y ambiental, e invirtiendo más de $ 40.000 millones en infraestructura, tecnología y la apertura de una nueva planta de producción en Pereira.
Por eso, resulta indignante que este símbolo empresarial esté atravesando por una situación tan compleja: un conflicto legal por el uso de su marca en Europa. La Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo) falló en contra de Frisby S. A. BIC, argumentando que la marca no ha sido utilizada de manera efectiva en territorio europeo durante más de cinco años. Aunque Frisby España ha manifestado su disposición a dialogar con la empresa colombiana para alcanzar un acuerdo operativo, logístico y comercial, también ha advertido que, de no lograrse un entendimiento, continuará su expansión en Europa de manera unilateral.
Más allá de lo que implica a nivel empresarial, marcario y jurídico, Frisby representa un símbolo de identidad para los colombianos. La apropiación de su marca y sus símbolos, como su mascota, por parte de terceros en Europa no solo afecta a la empresa, sino que también hiere el orgullo nacional.
Frisby tiene ahora dos meses para presentar pruebas de uso efectivo de su marca en Europa para apelar el proceso. Entretanto, el país entero está observando e incluso la competencia se ha sumado al movimiento de #ApolloaFrisby, porque cuando se trata de lo original, no se juega.
Mariné Moré Morera