Si bien en ocasiones, exacerbados los ánimos por espíritus nada constructivos o llevados voluntariosamente desde la oposición por la oposición, se evidencia una suerte de desbordamiento de la expresión popular que impide el debate ilustrado, ahora no deja de llamar la atención la constructiva controversia pública nacional que han comenzado a recibir las iniciativas de transformación social y construcción de ‘paz total’ del nuevo gobierno.
Recibidas con gran expectativa por la circunstancia de ser el primer gobierno de izquierda democrática que toma las riendas de la nación tras décadas de dominio de las fuerzas reaccionarias del país, sus adversarios le apuestan al fracaso y se han negado a propiciar salidas a fin de que su emplazamiento institucional pudiera cumplirse con la más amplia participación colectiva de comunidades y organizaciones sociales.
De manera especial, las juventudes de distintas partes del país, expresiones multidisciplinarias de la academia universitaria y voces de nuevos liderazgos, hacen parte de colectivos propositivos que intervienen con propuestas para impulsar en unos casos y, en otros, complementar las propuestas institucionales.
El país avanza un tanto constreñido superando los temores propios de un Estado que ha experimentado grandes fracasos.
Sin embargo, los ánimos no decaen y, en cambio, por doquier observamos el florecimiento de agendas de investigación desde el campo científico para encarar la multiplicidad de problemas. La gente no quiere dejar pasar la oportunidad de enfrentarlos con soluciones verdaderas y duraderas.
Asistimos a una entusiasta movilización de múltiples sectores y clases medias que concurre convocada nutrida y estimulada por la orientación académica, organizaciones o, espontáneamente, por cuenta propia para expresar su apoyo a las novedosas iniciativas del gobierno Petro.
No podría ser para menos si apreciamos su sustancialidad coherente, pues están orientadas por una clara sintonía con los problemas nacionales, unas tesis perfectamente conectadas con las necesarias y urgentes salidas que reclama el país para superar su crisis social y política.
No puede desconocerse que el país avanza un tanto constreñido superando los temores propios de un Estado que ha experimentado grandes fracasos que le han dejado una población con una alta tasa de pobreza multifuncional y miedos por las guerras y sus continuados conflictos sociopolíticos y económicos. Ojalá logremos mantener el tono y el ritmo de nuestra discusión pública para que las reformas anheladas tengan una armoniosa aplicación.
ALPHER ROJAS C.