Sin duda, el amplio entramado progresista de reformas sociales y políticas liderado por el gobierno del presidente Gustavo Petro desde su perspectiva socialdemócrata y de pensador crítico, constituye un avanzado sistema —elogiado ampliamente por la comunidad internacional—, que consulta metodologías probadas de las ciencias sociales para garantizar derechos y dignificar a la población marginada, trabajadora y productiva del país.
En los “Diálogos Regionales Vinculantes”, base formidable del Plan Nacional de Desarrollo, han sido recogidos apropiadamente los debates y controversias que agitan al país, al tiempo que sirven de marco a la recepción y desarrollo de proposiciones formuladas por las organizaciones comunitarias, tanto como estudios con evidencias empíricas sustentados en analítica de datos, ‘trazabilidad’ y selección temática, acopiados por especialistas en las multitudinarias audiencias, en contraposición a diletantes y especuladores que derivan sus convicciones de su íntima cosecha de prejuicios y obsesiones sectarias, en ocasiones impuestas por la elite del poder tradicional.
Por su heterogénea disposición, estos foros han constituido la apertura de un sugestivo proceso de participación ciudadana de organizaciones sociales y comunidades estudiantiles, indígenas, etnias ancestrales, líderes locales e instituciones del saber científico con cuyo concurso entusiasta y sabio se debaten y seleccionan los más palpitantes requerimientos comunitarios de la provincia colombiana y aquellos que, desde la nación, están articulados por su geografía a las regiones y que sirven de base a discusiones que van más allá de las preocupaciones coyunturales.
Estos encuentros orientados desde perspectivas temáticas por los ministros del respectivo sector y directivos avanzados y sensibles del sector privado han servido como parlamentos locales para que los pobladores, casi nunca escuchados —salvo cuando se movilizan en rebeldía y bloquean carreteras rurales y avenidas urbanas para canalizar expectativas, inquietudes y requerimientos urgentes de sus necesitados territorios—, expresen de viva voz sus propuestas.
Además, como ha quedado consignado en el proyecto de Ley del Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026: “Colombia Potencia Mundial de la vida” (documento que plasma la hoja de ruta del Gobierno de la Colombia Humana): Su propósito es sentar las bases para que el país se convierta en un líder de protección de la vida a partir de la construcción de un nuevo contrato social que propicie la superación de injusticias y exclusiones históricas, la no repetición del conflicto, el cambio de nuestra forma de relacionarnos con el ambiente, y una transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza.
El programa de gobierno del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez propone que las transformaciones se realicen teniendo como punto de partida el territorio. Ello significa que su ordenamiento alrededor del agua estará orientado a crear las condiciones propicias para que la economía sea descarbonizada, con base en la biodiversidad y en la inclusión.
Así que los elementos constitutivos de este Plan son: primero, el ordenamiento del territorio alrededor del agua; segundo, la transformación de las estructuras productivas, de tal manera que las energías limpias y biodiversas reemplacen la producción intensiva del uso del carbono, y tercero, que la sostenibilidad esté acompañada de equidad e inclusión.
De acuerdo con la exposición de motivos de este documento: “El gobierno Petro hace un llamado a la comunidad internacional para que entre todos protejamos los recursos naturales”. Los retos que tiene Colombia en temas tan cruciales como la lucha contra la deforestación, la política de drogas, los flujos migratorios, la equidad de género, la resolución pacífica de conflictos armados, la seguridad alimentaria, la Agenda 2030, entre otros, requieren del concurso indispensable e inaplazable de la comunidad internacional.
Este PND, justo es decirlo, en buena hora coordinado en su construcción, articulación, trazabilidad y concreción por el notable científico social, economista y filósofo, docente e investigador de las Universidades Nacional y de Los Andes Jorge Iván González, modifica visiones convencionales del desarrollo económico en dos sentidos. Reconoce la importancia de los recursos naturales y de su relación integral con la naturaleza, al tiempo que acepta la existencia de una relación armónica intersectorial público-privado, grupos étnicos y sectores sociales y populares, de forma que los unos no desplacen a los otros.
ALPHER ROJAS