Tenemos un nuevo santo entre nosotros, como parece que dijo el presidente Petro en aquel famoso consejo de ministros televisado, y muchos se hicieron cruces. Pero ahora sí es una realidad. Hay otro santo a quien encomendarnos y pedirle en español por nuestras esperanzas y angustias.
Ante situaciones apremiantes es común escuchar decir: "Ya no sabe uno a qué santo invocar". Los católicos podemos acogernos a san Gregorio Hernández, el 'médico de los pobres', pues el lunes pasado el papa Francisco, desde su lecho de enfermo en Roma, firmó la orden para la canonización del médico venezolano. Gracias, querido Papa. San Gregorio nos ayudará a pedir a Dios por su salud. O a lo mejor lo visite y lo cure, como con mano divina.
El nuevo santo debe tener una lista larga de peticiones, en especial de su país, pero vale ayudarle. Oh, san Gregorio milagroso, / te pido en angustioso día / saca a tu país del foso, / pues padece tiranía. Con tu noble bisturí / y con tu corazón tan puro, / expulsa muy pronto de allí / a don Nicolás Maduro. Tú a la diestra de Dios / ya debes estar sentado, / pídele en alta voz, por María Corina Machado.
Estos ruegos son porque, como tú sabes, allá la democracia y las libertades agonizan. Según Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, casi ocho millones de venezolanos han dejado su país en los últimos años, más de 1,2 millones han pedido asilo. Y hay 1.963 presos políticos, humillados, torturados unos, aislados, detenidos sobre todo después del fraude del 28 de julio.
Con una inflación de tres dígitos, con un salario mínimo de 130 bolívares, hay hambre y penurias. San Gregorio de Insotú, / ser libre es lo más bello, / saca de allí a Belcebú, / y a Diosdado Cabello. Bajo el ala de tu sombrero, / mira a estos hermanos, / que han pedido al cielo / por sus derechos humanos.
El nuevo santo debe tener una lista larga de peticiones, en especial de su país, pero vale ayudarle.
Claro que, hablando de esto, san Gregorio, aquí también tenemos una colección de males y derechos humanos al revés. Lo dijo claro el reciente informe de la ONU. Es dramático que el año pasado haya habido más de 138.000 confinados, es decir, secuestrados en sus predios por los despiadados grupos armados, con un incremento del 58 por ciento frente a los de 2023. Cayó el homicidio, sí, gracias, Padre, pero crecieron también el secuestro y el reclutamiento de menores. La ONU tiene 218 reportes. Y la Defensoría del Pueblo tiene el doble de denuncias por este crimen de lesa humanidad. ¿Qué hacen con esos niños? Solo imaginarlo estremece hasta a un santo.
San Gregorio curador, / de los primeros favores, / te pedimos con amor, / que protejas a los menores. Desplazados y confinados, / que aquí viven un infierno, / que no sean olvidados / en los altares del Gobierno. Te pedimos con cariño, / por ellos mucha clemencia, / que en la Casa de Nariño / no se ignore que hay violencia.
En temas de salud, que fue tu profesión, necesitamos ayuda urgente, para que el ministro no siga haciéndole el quite a la sentencia de la Corte sobre la Unidad de Pago por Capitación (UPC), mientras no hay camas pa’ tanta gente, ni medicamentos ni para pacientes con enfermedades graves o trasplantados. San Gregorio de Trujillo, / es asunto de clemencia / que el ministro Jaramillo / al fin cumpla la sentencia.
Hay más, san Gregorio. Ayúdanos a curar el cáncer de la corrupción que parece haber hecho metástasis en el cuerpo nacional. Y ayuda a conformar gobierno, que sigue incierto, y que ha sido del cambio, pero de ministros. Ya se va hasta la Vicepresidenta del Ministerio de la Igualdad. Dice que su vida corre peligro por denunciar la corrupción. Claro que después del consejo de ministros todos quedaron amenazados, pero por convivencia.
San Gregorio, a ti acudimos, / pues el país no camina, / y si de estas salimos / es con ayuda divina.