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Entrevista
'Un escritor es un manipulador de palabras': Laura Restrepo
La escritora colombiana Laura Restrepo regresa con una nueva novela: Soy la daga y soy la herida.
Laura Restrepo regresa no solo a las librerías con Soy la daga y soy la herida, sino a Colombia, después de muchos años de vivir fuera del país, y en esta entrevista revela que Netflix tiene casi lista la adaptación de su novela Delirio.
Los ladridos estridentes de su perro Dante obligan a Laura Restrepo a calmarlo con caricias y palabras suaves. La placidez que despierta la voz de la escritora es una alegoría del poder de la literatura: Restrepo acaba de mudarse de nuevo a Colombia y Dante aún desconoce el espacio, pero basta la palabra precisa de la dueña de casa para apaciguar las ansiedades, para incitar el sosiego.
Es más: Restrepo ama y cultiva el silencio (toda una paradoja para quien vive de la palabra), pero no rehúye el clamor de la cruda realidad, es consciente del horror y le gusta llamar las cosas por su nombre. Algo de ello hay en su nueva novela, un texto de 200 páginas que presentará durante la Feria del Libro de Bogotá: Soy la daga y soy la herida.
La escritora Laura Restrepo conversa con EL TIEMPO Foto:
En ella mezcla en cantidades generosas el miedo que puede despertar un ladrido y la sonrisa que suelen desatar las palabras. “Ante el terror generado por la fuerza –dice la autora–, los desarmados tenemos una herramienta de defensa muy poderosa, que es el humor. Erosiona las bases del poder al ponerlo en ridículo. La novela que acabo de publicar es una farsa sobre la situación actual, ridiculiza a estos gobernantes de absoluta prepotencia y de espíritu criminal. Quienes consideran que la vida humana es un elemento desechable. Pero lo hago con humor. Ya lo dijo Umberto Eco en esa novela prodigiosa que es El nombre de la rosa: ‘El libro prohibido, el que desaparece, es el libro de la risa, porque la consideran lo más subversivo que puede haber’”.
¿Quién es la daga y la herida?
El protagonista se llama Misericordia Dagger y es un verdugo. Se llama así porque la daga que usa para rematar a los heridos tiene ese nombre, misericordia: se suponía que era la que impedía que siguieran sufriendo.
¿Por qué la figura del verdugo?
Yo creo que la noción del bien está tan refundida hoy en día, cuando todos los códigos morales y de conducta se han ido violando, cuando un genocidio es una cosa aprobada por gobiernos supuestamente democráticos, que era difícil partir de que el protagonista fuera bueno. Misericordia Dagger es el verdugo a las órdenes de una deidad todopoderosa y absolutamente cruel que se llama Abismo. Digamos que es un malo que se rebela contra el que es más malo todavía y se prestaba más para la farsa.
¿Cómo le llegó el don de la palabra?
Como trabajadora que soy de la palabra, la aprecio enormemente. Escudriño en sus posibilidades, pero también soy consciente de sus limitaciones. En mi caso, la palabra viene por la tradición que hay en mi familia de la literatura. Por ejemplo, en mi casa siempre estuvo la biblioteca de mi abuelo Enrique Restrepo, bellísimos tomos, empastados en cuero, que aunque uno no supiera leer, ahí estaban. Cómo olían esos libros, olía el cuero, olía el papel y el sitio más mágico de la casa era esa biblioteca que tenía chimenea y alrededor de ella estaban los libros de papá Enrique. De alguna manera, la convivencia con la palabra estuvo ahí, pero también con la no palabra.
¿Por ejemplo, la comunicación que tiene con su perro?
Yo soy muy perruna, siempre he tenido perros. Tengo unos enormes, ya se me murieron los dos más viejos, pero tengo dos enormes y nunca he podido prescindir de la compañía de los perros. Es una compañía silenciosa. Y me encanta que pueda haber una comunicación tan intensa y tan completa prescindiendo de la palabra, por la maravilla del silencio.
Me decía que le gusta el silencio…
Siempre he vivido en el campo, buscando también el silencio. Es muy llamativo que, siendo una profesional de la palabra, busque el silencio. Tal vez por lo mismo que te decía: porque investigas mucho en el alcance de las palabras, son tu herramienta, trabajas todo el día con ellas, pero también sabes lo tramposas que pueden ser. El silencio es más honesto y las palabras... bueno, uno como escritor es un manipulador de palabras. En donde vivo ahora, oigo los nacimientos de agua, los animales, el río está aquí abajo. Es una forma de comunicación que no te miente.
Soy la daga y soy la herida, Laura Restrepo, Alfaguara Foto:Archivo particular
El protagonista de Soy la daga y soy la herida es un cortacabezas que ejecuta sus designios con un hacha denominada la Viuda y una daga apodada la Quitapenas. Entre una y otra víctima, medita sobre la vida, la justicia y la injusticia, citando a Nietzsche, a Borges o a Kafka.
Ese personaje ya había aparecido en el libro Pecado, que Restrepo publicó en 2016, otro año turbulento, de aventuras y desventuras, que nos trajo el horrendo crimen de Yuliana Samboní (en el cual se inspiró para su novela Los divinos) y el primer triunfo electoral de Donald Trump, ante cuya figura la escritora ha alzado la voz en diferentes espacios. “No tenemos que quedarnos callados –exclama Restrepo–. Hoy en día hay un genocidio en Gaza que sigue además llevándose a cabo, aunque los medios lo silencian cada vez más. Y con la supresión que ha hecho Trump de todas las ayudas humanitarias se está echando a la muerte a miles de enfermos de sida, miles de pueblos empobrecidos, se está condenando a la hambruna. Mejor dicho, está condenando a muerte a tres cuartas partes de la humanidad, que es la humanidad pobre”.
Desde joven ha tomado partido, ¿verdad?
Yo siempre he estado muy ligada a la política, a la política de oposición (…). De alguna manera mis novelas son muy políticas. Me encantan los personajes femeninos fuertes. Pero los temas siempre son sociales, siempre son políticos, y en ese sentido no creo que haga una literatura particularmente femenina.
¿Cómo ve la literatura femenina?
Alguien decía que no hay literatura femenina porque el cerebro no tiene sexo. Es literatura. Punto. Como no hay tampoco una literatura negra. Esas discriminaciones a mí me parecen nefastas porque te encasillan. Por ejemplo, para mí una grandísima escritora mujer es Marguerite Yourcenar. Escribe de Mishima, escribe del emperador Adriano, escribe de la alquimia en la Edad Media… Tiene un pensamiento universal. No diría que es particularmente femenina ni masculina, está por encima del género. Hay quien dice que cuando la literatura es muy buena, tan buena como la de ella, está inclusive un poco por encima de lo humano.
Desde luego, José Saramago. Ya digamos tardío, cuando ya llevaba algo de recorrido en la carrera literaria. Él fue el presidente del jurado del Premio Alfaguara (cuando Restrepo lo ganó, en 2004) y a partir de ahí hicimos una maravillosa amistad. Eso fue para mí un privilegio enorme, porque me parece no solo que es para los iberoparlantes la voz reciente más grande, sino que además era un tipo ético, políticamente valiente. Durante los grandes silencios de las cosas que se tapaban, Saramago sacaba la voz, sacaba la cara para decirlo, siempre detrás de las causas justas, siempre detrás de la gente más jodida. Y, además, un tipo encantador, absolutamente encantador. Para mí esa amistad fue valiosísima y la conservo hoy, a través de quien fue su mujer, Pilar del Río, a quien quiero mucho.
Hablemos un poco de su familia…
He tenido una suerte en la vida y es que a través de la familia he tenido la suerte de conocer la felicidad. Porque tengo un hijo también que es como mi dicha. Un papá estupendo, libertario, un tipo independiente, guapísimo. Bastante autodidacta porque se voló de la casa como a los 12 años y se puso a trabajar en un banco. Sin embargo, era un tipo muy culto, le gustaba mucho la cultura norteamericana. Eran las épocas de Tennessee Williams, William Faulkner y hasta Truman Capote. Un fanático del jazz y un viajero empedernido, un ‘pateperro’. Mi padre no podía quedarse quieto en ningún lado. Y esa impronta me la dejó. Y mi madre también, otro ser excepcional, de una extracción de clase distinta, porque mi madre era nieta de un señor que fue muy rico, un liberal de hueso colorado que era Nemesio Camacho.
¿El de los terrenos del estadio?
Claro. Fíjate que me fascina el fútbol. De chiquita jugaba mucho fútbol, porque mis amigos de juegos eran mis primos. Y al estadio Nemesio Camacho El Campín sí íbamos, porque había un palco de honor. Pero, te confieso, ¿cuál era el problema? Que nos orinaban desde arriba… Eso dificultaba un poco el espectáculo.
Un secreto final: me contaron que Netflix está haciendo una versión de su novela Delirio…
Sí, se puede decir que ya está casi terminada. Lo está haciendo un equipo maravilloso y yo no quise meterme porque me parece que ahí el escritor es como la piedra en el zapato. Yo ya hice lo mío, que era el libro, y ahora este gran equipo, que sabe hacer televisión, que tenga rienda suelta. Va a ser una serie, pero todavía no se sabe cuándo se estrena.
¿Y ya vio la serie?
No. Yo quiero que me sorprendan.
Laura Restrepo conversará sobre sus libros y su historia personal, por medio de las películas que más la han conmovido, en la charla ‘El cine y yo’, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Será el miércoles 30 de abril, a las 4 p. m., en el Auditorio José Asunción Silva.
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Amor y amistad tuvo como protagonistas a Cloë Sevigny y a Kate Beckinsale. Foto:Getty Images