Difícil comprender el objetivo del senador Iván Cepeda al proponer un proyecto de ley que impondría hasta 15 años de cárcel por lo que él denomina “obstrucción a la paz”.
El ruido político ya obligó al congresista a anunciar que va a intentar pulir su polémica iniciativa. Le va a quedar harto complicado superar vacíos y contradicciones inherentes a un proyecto que, para muchos, suena más a revanchismo y velada amenaza de censura que en nada sirven a una real intención de paz.
Cepeda, en su calidad de negociador con el Eln, es una de las cabezas de la ‘paz total’ del gobierno del presidente Petro. Y esto implica negociar al menos cierto grado de impunidad a cambio del supuesto fin de la violencia. Resulta por lo menos contradictorio que el congresista esté cómodo con la idea de que responsables de crímenes de lesa humanidad paguen penas alternativas o incluso no vayan a prisión, pero promueva a la vez la idea de que quienes, en su concepto, ‘obstruyan’ la paz vayan a prisión por 15 años.
Entre las conductas que serían perseguidas están el saqueo de los recursos de implementación, el asesinato de desmovilizados y las cometidas por “quienes obstruyen, restringen y limitan de manera dolosa un proceso en cualquiera de sus estadios”.
La mayoría de esas acciones está ya tipificada y castigada en el Código Penal. ¿El Gobierno –que ha tenido como política de su Ministerio de Justicia la eliminación de la cárcel, incluso tratándose de delitos de alto impacto– acompañará un proyecto que, por el contrario, se inventa nuevos tipos penales? Y, dado que una de las modalidades de la ‘obstrucción’ a la paz sería el asesinato de firmantes, ¿cómo justifica entonces que se esté negociando la ‘paz total’ con las disidencias de ‘Mordisco’, responsables de la mayoría de los 249 asesinatos de ex-Farc que firmaron el acuerdo del 2016? ¿Y qué hay de la clara intención de buscar un resquicio jurídico para darle negociación política a ‘Iván Márquez’, el ex-Farc que traicionó la paz que firmó en La Habana?
Malgasta su tiempo el senador persiguiendo supuestos enemigos de la paz en el lado de la legalidad. Por el contrario, uno de los mayores obstáculos que puede tener ese propósito, que es de todos los colombianos, es el de avanzar en una negociación que no atienda los errores y lecciones del pasado y que, más allá de sus buenas intenciones, termine fortaleciendo a los grupos ilegales y generando nuevos ciclos de violencia.
JHON TORRES
Editor de Mesa Central de EL TIEMPO
En X: @JhonTorresET
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