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¿Cómo es la Corte Constitucional por dentro?

Exmagistrado Carlos Bernal le dijo a María Isabel Rueda que en esta Corte hay mayorías consolidadas.

Carlos Bernal

Carlos Bernal Foto: Universidad Externado

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Usted produjo mucha sorpresa cuando dijo que se iba de la Corte Constitucional. Donde no es común que sus magistrados renuncien, antes de que cumplan sus períodos. ¿Por qué se fue realmente?
La verdad es la que conté. Me ofrecieron una cátedra de derecho público en una importante universidad en Ohio.
¿Nada que ver con un reclamo que sus colegas le habrían hecho por una supuesta incompatibilidad que no declaró?
En todos los casos en los cuales pensaba que tenía que hacerlo lo declaré. Después de salir de la Corte, la única inhabilidad que existe es la de defender intereses privados ante la Corte Constitucional.
Pero sí tuvo un ofrecimiento de EPM. ¿Es nuevo o se venía cocinando antes de su salida?
No, señora. Fui asesor de EPM desde el año 2004 hasta el 2017, cuando ingresé a la Corte Constitucional. Tras mi renuncia, me preguntaron si eventualmente tendría interés en rendir un informe sobre la demanda que se presentaría en el caso de Hidroituango. Les dije que lo podría considerar, porque no tengo ninguna incompatibilidad para ello, pero hasta el momento de esta entrevista no me habían concretado nada.
Se lo pregunto, porque sí se han visto casos de retiros prematuros, como el del entonces magistrado Eduardo Montealegre, que se retiró de la Corte alegando también que iba a estudiar, pero resultó aceptando unos negocios particulares…
Yo me dedicaré a la vida académica, que no es incompatible con rendir informes y hacer conceptos. Pero no voy a litigar, porque yo ya estoy en Ohio.
Óigame, pero qué falta nos va a hacer, porque usted –y lo tengo que decir aquí en público– tiene una hoja de vida de lujo. En la Corte fue siempre un magistrado independiente y a veces hasta solitario, salvando el voto por encima de la marea mayoritaria…
En la Corte Constitucional hay una clara mayoría con la cual discrepé, así que mi presencia o ausencia de la Corte no va a cambiar nada. Las mayorías están consolidadas.
En la Corte Constitucional hay una clara mayoría con la cual discrepé, así que mi presencia o ausencia de la Corte no va a cambiar nada. Las mayorías están consolidadas
¿Mayorías consolidadas? ¿No es mejor que las tendencias en la Corte sean variopintas para que haya disensos, y se llegue al verdadero equilibrio?
Exactamente. Lo que debería existir en la Corte es un equilibrio en el cual no exista una mayoría clara, sino una que varíe de acuerdo con las especificidades de cada caso.
Esa no es la situación actual, porque usted habla de que allá ya hay mayorías preestablecidas…
No es la situación actual, cierto. Así que la persona que llegue tendrá el dilema de ser un magistrado independiente e imparcial, o simplemente unirse a la tendencia mayoritaria.
¿Cree que esa persona debe representar las tendencias ideológicas suyas y las del doctor Luis Guillermo Guerrero?
Desde luego que sí. Yo creo que la Corte Constitucional no puede ser unánime. Por ejemplo, muchos de los ataques que yo recibí en la Corte, paradójicamente, vienen de liberales, a los cuales las opiniones discordantes les molestan. Si uno es un liberal, valora el disenso, no ataca a quien piensa distinto.
¿Y usted es liberal?
Considero que soy un liberal en el sentido de que yo defiendo el uso de las libertades. He reclamado siempre el respeto por mi libertad de conciencia. Resulta paradójico que quienes más atacaron por mis creencias religiosas hayan sido los liberales.
Usted llega a la Corte porque el rector del Externado, Juan Carlos Henao, hombre muy liberal, se lo recomienda al presidente Santos, muy liberal también. Y luego de que dicta sus primeros fallos, y quedan claras sus creencias religiosas que se reflejan en fallos como el aborto, empiezan a decir que había traicionado la confianza del presidente Santos. ¿Es que usted había adquirido algún compromiso con Santos, en materia religiosa o de defenderle el acuerdo de paz a ultranza?
El doctor Juan Carlos Henao sabía que yo era cristiano. Dos, yo no conversé con el presidente Santos antes de que él me ternara. Tres, cuando ya iba bien avanzada la campaña en el Senado, el presidente Santos me recibió y yo le prometí que iba a ser un juez independiente. Esa promesa se la cumplí.
¿Y para usted, qué es un juez independiente?
Es distinto a un ministro. Es una persona que decide de acuerdo con el derecho. Le pongo el ejemplo del fallo sobre el llamado 'fast track', sentencia 332 del 17. Yo decidí de acuerdo con el derecho y con lo que dice la doctrina sobre la sustitución de la Constitución, que en los procesos de actos reformatorios de la misma hay que mantener la democracia deliberativa. Y así fallé.
¿Pero no será que el presidente Santos pensó que estaba llevando a la Corte a un ‘yes-man’ para todos los temas del acuerdo de paz?
Creo que él sí se sorprendió, pero esa sorpresa no es una traición, porque lo que yo literalmente le prometí a él es que iba a ser un juez independiente.
Hay quienes sostienen que un magistrado tiene que ejercer su “derecho a la ingratitud” con los intereses de quien lo nominó. Otros creen que el nominado no se puede salir del libreto del nominador, porque es una traición. ¿Cuál es su posición?
Ninguna de las dos. Un juez constitucional sobre todo tiene que aplicar la Constitución, independientemente de gratitud o ingratitud.
¿Usted ya estaba en la Corte cuando se avaló el cambio del No por el Sí en el referendo?
Todavía no estaba. Por eso mi voto en el 'fast track' fue importante y causó tanto revuelo, porque la Corte Constitucional anterior había ido en contra del plebiscito, mientras que mi voto lo que dijo es, a la oposición disidente que ganó en el plebiscito no le se puede forzar a votar en bloque y a pedir permiso para introducir modificaciones, o enmiendas, o proposiciones, a los acuerdos de paz.
Otra de las críticas que le hicieron, como prueba de su traición, es que usted, que fue recomendado por el Externado de Colombia, terminó saliéndose de esa universidad radicalmente liberal, para pasarse a la cátedra en una católica, apostólica, romana, como es La Sabana. ¿Eso a usted le parece un pecado?
Me tuve que ir de esa universidad liberal, porque allí no tenía un ambiente de respeto social a mi libertad de conciencia. Mientras que en la universidad de La Sabana he experimentado un maravilloso respeto a esa libertad y a todas las demás, más una altísima calidad de investigación y de docencia.
¿Quiere decir que en la universidad Externado no aceptan sino una visión del mundo?
Lo que experimenté fue hostilidad de parte de muchas personas, no de todas, por mi visión, por mis creencias religiosas, y también por diferencias en cuanto a muchos temas.
La Corte que usted acaba de dejar no conserva hoy los altos índices de aceptación con los que ha contado desde que se fundó. ¿Qué puede estar pasando allá adentro?
Ha sido una preocupación de la propia Corte durante los últimos años. Una causa es la falta de eficacia de sus decisiones. De nada sirve tener sentencias grandilocuentes que no se puedan cumplir. Estuve siempre muy interesado en lograr decisiones que se pudieran cumplir, porque las que no son eficaces, por generosas que sean, no dejan de ser una hoja de papel. También creo que el caso Pretelt le hizo mucho daño a la Corte, porque la desprestigió frente a los colombianos.
Ya que está por fuera y puede hablar libremente del funcionamiento interno de la Corte, ¿qué cambiaría para reforzar el control de constitucionalidad y la protección de los derechos fundamentales de los colombianos?
Cambios institucionales, creo que ninguno. Yo estuve muy empeñado desde el principio en el uso de inteligencia artificial para la Corte, a través del sistema Pretoria, y eso va a aportarle mucho, si se usa como debe ser.
¿Usted cree que la Corte actual tiene influencias externas de expresidentes, congresistas y políticos activos?
Yo pienso que sí.
¿Siente que sí, por lo que vivió allá adentro?
Yo siento que sí. A mí, esas personas nunca me aron. Es más, le debo decir, el Presidente actual es un caballero y puedo decir que en los dos años que lleva en el poder jamás me llamó para nada. Me parece indebido que otros personajes quieran tener ascendencia sobre las decisiones de la Corte, y eso me parece indebido.
Hubo un sonado caso de una invitación a almorzar del expresidente Santos a cuatro magistrados. ¿Eso a usted le parece debido?
Inapropiado por completo.
Incluso, se dice que el actual presidente de la Corte funge como jefe de debate de uno de los candidatos a sucederlo a usted o al doctor Luis Guillermo Guerrero, como es el doctor Marino Tadeo Henao. Eso no se ve bien. ¿Tiene usted eso confirmado?
Pues yo no tengo confirmado eso, pero me parece nefasto que cualquier magistrado actual de la Corte Constitucional sea jefe de debate de otro futuro colega.
A propósito de interferencias externas, ¿es cierto que a usted en algún momento le apareció rodando de un expediente una recomendación del expresidente Samper a favor de una tutela de su exministro Saulo Arboleda, relacionada con el escándalo del miti-miti?
Sí. Y puse en conocimiento a la Fiscalía de este hecho. No tengo noticias del resultado de esa investigación.
El mismo presidente de la Corte está insistiendo ahora en un asunto personal. Se le termina su período en abril, pero está exigiendo que se le reconozcan los 8 meses en que duró peleando jurídicamente por su curul. ¿Estaría de acuerdo con eso?
No soy quien para opinar sobre casos ajenos. Si se tratara de mí, diría que no cometería la falta de elegancia de litigar por un puesto en la Corte Constitucional.
Nos toca terminar con el último escándalo en la Corte, relacionado con acoso sexual. Usted en la primera semana de mayo, cuando conoció el caso, pidió ante la Sala Plena que se hiciera público el informe de USAID y que se investigara. ¿La petición suya de publicar eso se engavetó?
Desde que se recibió el informe, pedí de inmediato la publicación y la declaración de una comisión independiente para que las víctimas pudieran denunciar. Esa petición, pues no fue acogida. Dejé una carta como constancia. Pero, por fortuna, el asunto salió a la luz y en la última sala en la que estuve se creó una comisión que, liderada por la magistrada Gloria Ortiz, quien encargó originalmente el informe a USAID, y quien está ofreciendo todas las garantías para que las víctimas denuncien y para que estas cosas no se repitan en la Corte.
Se lo pregunto así, bien claro. ¿Si esa carta suya no se filtra, seguiría engavetado el estudio?
Nunca filtré nada en la Corte Constitucional.
Pero a usted le filtraron todo el tiempo…
A mí me filtraron todo. Pero es inaceptable que una Corte que defiende los derechos de las mujeres, no publique de inmediato un informe de este género. La Corte tiene que ser un lugar seguro, para que las mujeres y todas las personas trabajen.
Como ya no está en la Corte y puede opinar libremente, me podrá responder: ¿Qué opina del proceso que lleva la Corte Suprema contra el expresidente Álvaro Uribe?
Yo de momento lo que conozco es la información pública sobre la medida de aseguramiento de detención preventiva. Mi opinión personal es que se trata de una medida desproporcionada. El expresidente no se va a fugar. Y si por lo que lo están investigando es por manipulación de testigos, eso lo puede hacer cualquier persona con a un teléfono. Es una medida carente de idoneidad.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

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