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Noticia
Automóvil Club de Colombia celebra 85 años promoviendo la seguridad vial y el automovilismo deportivo
Con más de 80 años, el ACC sigue siendo clave en autos, deporte, movilidad, tránsito y seguridad vial.
Dodge Power Wagon 1946 del ACC. Foto: Roberto Nigrinis
Quizás para las nuevas generaciones el nombre Automóvil Club de Colombia no signifique mucho. Pero si indagan con sus padres y abuelos, sabrán lo que ha significado para el país esta organización sin ánimo de lucro que vio la luz el 18 de octubre de 1940.
Ese año, un grupo de entusiastas decidió seguir los pasos del Automóvil Club Argentino (ACA), el más grande y destacado de la región hasta hoy, como organización sólida alrededor del automóvil y de los deportes de motor. Así emprendió la tarea de formar una asociación similar en nuestro país, el Automóvil Club de Colombia (ACC).
Ese año, el ACA organizó el Gran Premio de América del Sur, cuyos bólidos pasaron por varias ciudades colombianas, y luego, en 1941, Colombia ingresó al automovilismo con la Doble Bogotá-Cali-Bogotá, antecesora del Circuito Central Colombiano llevado a cabo por primera vez en 1949.
Circuito central colombiano. Foto:Historia Pilotos Colombianos en el Exterior, Facebook
En el ámbito particular, el ACC asomó con la idea de fomentar un uso responsable de los vehículos y ayudarles a quienes se afiliaban, a través de un pago mensual, con información relevante alrededor del tránsito en las ciudades, guías turísticas con mapas de las principales carreteras del país y hasta descuentos en hoteles y restaurantes.
A estas iniciativas se sumó unos meses después el servicio de desvare por el que la organización se hizo famosa en todo el país y que atrajo a muchos propietarios de vehículos que no dudaron en afiliarse con tal de obtener ayuda rápida y oportuna.
Un Willys y un camión Dodge Power Wagon, ambos de 1946, se convirtieron en íconos del ACC y se conservan en impecable estado para apoyar las actividades que aún realiza la organización. Rodaron al lado de los Renault 4, un pequeño Samurai de 1995 y diferentes grúas.
A estos servicios se fueron sumando otros que le dieron al ACC una gran relevancia en un momento en que no existía la oferta de beneficios para el sector automotor. Gracias a una alianza con Tropical Oil Company, por ejemplo, el ACC abrió una estación de gasolina y un almacén de partes para vehículos donde sus socios podían abastecerse con buenos precios y servicio exclusivo. También se alió con las autoridades de transporte de la época para orientar y ayudar a sus afiliados con los trámites de tránsito que les permitiera cumplir con la adquisición de los ‘papeles’ necesarios para estar al día con las autoridades y cumplir con las normas.
Renault 4 del ACC. Foto:Daniel Otero
Otro paso importante surgió en 1947, cuando el ACC ingresó a la Federación Internacional del Automóvil (FIA), considerada desde su fundación, en 1904, como la máxima autoridad mundial en deportes de motor y de todo lo que atañe al uso de los automóviles.
Décadas de prosperidad
Hacia 1950, el ACC ya era miembro importante de la FIA y la Federación Interamericana de Touring y Automóvil Club (Fitac), el gremio regional de clubes de automóviles, al punto de que fue designado como el único ente nacional autorizado para expedir el pase internacional y los certificados que les permitían a los propietarios de vehículos circular al mando de sus fierros por fuera del territorio nacional.
El ACC celebró sus primeros 10 años con la Doble a Tunja, la cual, según sus propios voceros, se constituyó en el inicio de una importante década para el automovilismo nacional y vinculó definitivamente a esta asociación en la organización de carreras.
En los años 50 se corrieron las Tres Horas de Bogotá y el circuito alrededor del estadio El Campín. Con el naciente Club Los Tortugas, los directivos del ACC organizaron el Rally de los Andes, una importante competencia que recorrió el 15 de agosto de 1957 las rutas Bogotá-Cali, Cali-Medellín y Medellín-Bogotá, y más competencias ruteras que remataron en 1967 con la última edición del Circuito Central Colombiano.
En 1980 ayudó con la puesta en marcha del Autódromo de Tocancipá, luego de que el Ricardo Mejía cerrara sus puertas.
Willys Foto:Revista Motor
Como representante de la FIA, el ACC detenta el poder deportivo para Colombia y actúa como cancillería para la expedición de las licencias internacionales de los pilotos. A su vez le cede anual y discrecionalmente el control de las competencias que se hacen en el país bajo la batuta de la Federación de Automovilismo y vela por que se ciñan a las normas internacionales. Igualmente representa a la FIA en el ámbito de los karts.
En 1982, el ACC creó su escuela de conducción, que aún funciona con vehículos de última generación.
La reestructuración
Los años 90 marcaron una época de crisis para el ACC por cuenta del creciente número de aseguradoras que empezaron a ofrecer servicios adicionales a sus afiliados, llevándolo a iniciar una reestructuración de fondo. En plata blanca, pasó de estar dirigido al servicio del deporte y sus afiliados a convertirse en un club de movilidad, mucho más activo en la sociedad.
Fue así como ingresó de lleno al negocio de la capacitación en seguridad vial, la cual le permitió acercarse a diferentes empresas e industrias del país con la idea de capacitar a quienes tienen bajo su responsabilidad la conducción de vehículos, camiones y motos.
Además de 150 clientes corporativos, hoy el ACC también realiza jornadas pedagógicas en colegios públicos, pues considera que la escolaridad está directamente relacionada con la accidentalidad, especialmente la de las motos, y que por ello la implementación de programas de ese tipo deben iniciar allí.
Willys. Foto:Revista Motor
También ingresó de lleno al mundo de los vehículos antiguos, gracias a resoluciones del Ministerio de Transporte que lo habilitan “como entidad especializada en la preservación y mantenimiento de los vehículos antiguos y clásicos” y le permiten “el trámite del registro de un vehículo antiguo o clásico importado para realizar la matrícula inicial”.
Estas actividades se reglamentaron más adelante y le dieron alas al ACC para otorgar avales importantes, como la idoneidad de los diferentes modelos que buscan obtener la famosa ‘placa azul’ y el visto bueno que necesita el Ministerio de Comercio para itir el ingreso de modelos especiales, de valor histórico, al país.