‘No tengo expectativas, para que las cosas me sorprendan cuando pasan’: Nicki Nicole

Solía suceder que un artista hacía esperar al periodista el tiempo que quisiera para dar una entrevista, y sobre todo si la charla se programaba en la mañana. Luego de una noche intensa delante de un puñado de fans potentes y festivaleros curiosos, resulta difícil no pensar en el nivel de presión al que se somete una persona de 23 años al enfrentarse a una nueva audiencia, y resultaría normal que dicha presión genere alguna tardanza.

Los ídolos musicales de la era digital parecen cada vez más acostumbrados a la bidimensionalidad de las redes sociales, así como también al ambiente hostil, anónimo y pendenciero que en ellas se crean. Esa fila de haters, de detractores sin rostro, democratizados por algoritmos salvajes, que empotran y destruyen, que satanizan y apedrean sin que parezca importar su impacto en la vida real. 

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Por eso, la experiencia en vivo sigue siendo clave en crear o destruir una carrera, pues rompe de verdad la barrera entre lo que se considera virtual y lo real. Tumbar ese muro entre el avatar y la carne requiere valor y una confianza en sí misma que Nicki parece siempre lista a transitar.

La noche del festival, Nicki comienza su show con nervios pero sin titubeos. El show transcurre sin inconvenientes y con satisfacción y normalidad. Las luces, el sonido, las coreografías, las pistas, la banda, todo transcurre bien. Horas después, una mañana de lunes festivo, acordamos con su management una hora para conversar. 

La conversación está planeada para suceder en el salón principal del hotel Grand Hyatt y Nicki llega arreglada y lista 30 minutos antes de lo pactado, y saluda con la misma confianza con que se para delante de 5 mil personas, solo que esta vez trae una sudadera Adidas color verde. 

Se la ve descansada y tranquila, su piel blanca y tersa, sus ojos, una mezcla entre azul marino y verde intenso como su ropa, la boca roja y la sonrisa grata y franca. Asegura que “habla mucho”, a lo cual contesto con cordialidad: “este espacio es suyo”.

¿Cómo es la primera vez en una tarima desconocida, en un país que ama pero que no conoce?
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En lo personal es un desafío, porque aunque tu más o menos sabes que hay gente que te conoce, que puede estar presente en el festival, como que nunca sabes 100 % qué va a suceder... porque es un festival, hay muchas bandas tocando en simultáneo mientras tu estás ahí... y es la primera vez y siempre las primeras veces... hay muchas emociones, nervios. Quiero estar a la altura. Quiero que sea muy importante porque es la primera vez que marque algo, ¿viste? A mi me pasa en lo personal, como a todo ser humano, que queremos dar lo mejor, pero también disfrutar. Así que anoche dije, “bueno, va a ser la primera vez, pero no voy a dejarme llevar por estos nervios. Quiero dar lo mejor de mi, pero conectar con la gente, disfrutar con ella. Había mucha gente esperándome desde 2022 y sentí que tenía una deuda, y que debía ser yo al 100 %”.

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Cuando la vi tuve una impresión parecida a la que me dio Little Simz durante su visita por primera vez a los Estados Unidos hace unos meses. La vi en un 'show' en Los Ángeles para 2 mil personas y también la habían esperado por lo menos unos diez años. Luego fue a Texas a tocar en un festival y le fue bastante bien, por ahí unas 4 o 5 mil personas. Cuando la vi anoche, pensé, “qué difícil es ganarse al público”. Y usted lo hizo desde que se paró en esa tarima.

Los primeros 45 segundos de ese momento, el primer minuto en una tarima... ya es muy grande. Es la primera vez que vengo a Colombia. Sin embargo sentí que no había un mejor momento que ese para venir. Me sentía muy preparada. 

¿Cómo funciona los ensayos para estas primeras veces?
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La verdad es que depende mucho en el lugar el que toquemos; los protagonistas que me acompañan son los bailarines. Sí, la banda está presente, pero los que siempre están al frente son los bailarines. Tengo dos grupos de bailarines. Uno en España y otro en Argentina. Cuando hicimos el primer Wizink (la arena más importante de Madrid, en España), llegamos muy sobre el tiempo. Los bailarines habían ensayado sin mi y a mi me toca aprenderme rápidamente una de las muchas coreografías. De manera que, en general, uno no sabe verdaderamente cómo va a ser un show. A veces puede ser contraproducente, pero cuando ya estás en el escenario dices, “bueno, vamos a darlo todo y a intentarlo”.

¿Cuántos bailarines tiene en tarima?
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Son ocho bailarines. Es como lo normal, pero cuando tocamos en escenarios más grandes podemos sumar más. Aunque la verdad es que nos movemos con ocho bailarines porque ese es el concepto de Alma, el nuevo disco.

Hablemos del concepto del disco.
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Alma es un concepto bastante personal, pero que identifica a mucha gente. Es conexión entre alma, corazón y mente. Por eso en la portada formo un triángulo, y además, muestro mis ojos, porque dicen que los ojos son la ventana del alma. Yo sentía que no había podido conectar esos tres puntos hacía un buen rato y a través de este disco y de la catarsis que hice en el estudio pude llegar a esa conexión. Me sirvió para estar más presente en el día a día.

¿Qué pasó en Argentina después de lanzar 'Alma'?
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Hicimos nueve Movistar Arena. En general empezaron a pasar muchas cosas.

¿Por qué cree que ha generado ese fenómeno enorme?
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Es un poco difícil de poner en palabras. En la música nunca hay una clave de éxito. Hay cosas que puedes decir, “bueno, si hago más este género que se está escuchando, o si voy más por este camino, o este mensaje, quizás mucho más digerible, de pronto la gente lo puede entender más”. Pero hay cosas que creo que conectan con la esencia de cada artista, ¿entiendes? No sé, la clave es ser uno mismo. Yo a la hora de sacar este disco, me sinceré bastante conmigo, con mi equipo, les dije, “che, quiero hacer ESTO. Hay canciones que son mucho más baladas, otras que son más hip hop…” es un disco bastante versátil. No se hizo con el propósito de hacer un éxito, sino de ser auténtica, y marcar un antes y un después. La gente nota eso, ve lo genuino. Eso es lo que yo veo de mis artistas favoritos.

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¿Tenía expectativas?
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Intento no tenerlas. Sobre todo para que me puedan sorprender cuando pasan.

¿Qué pasa en Argentina con lo urbano? ¿A qué horas se puso tan grande?

La primera es que escuchamos mucho nuestra música y defendemos mucho nuestros artistas. Eso sucede hace mucho tiempo. En lo urbano en Argentina hay una unión muy grande de artistas. Cuando yo entré en 2019, ya había un grupo de artistas que se apoyaban, que se “bancaban”. Cuando yo entré, me dieron la mano y me dijeron, “entendemos que no entiendes nada ahora, pero estamos acá para acompañarte”. Esa unión hizo que todas estas cosas pasen, ¿viste? No hay nada mejor para un artista que cuando tus pares te apoyan y te “bancan”. La otra cosa es el público argentino. Un artista no es nada sin su público. Puede tener ideas, conceptos pero sin la gente, ¿adónde vas a llegar? Y cuando un argentino llega a otro lugar, siempre llega con su artista. “Che, escucha esto, ponlo”. Tengo amigos que me han mandado mensajes diciendo “che, Nicki, estamos en Irlanda y le dije al DJ que ponga un tema tuyo...” Eso es lo que somos.

Cuando arrancó el urbano argentino, yo tenía la idea de que el 'trap' iba a volverse un fenómeno 'mainstream'. Y sentí que de Puerto Rico tuvo una resonancia hacia otras partes, incluyendo a Argentina. Ahí muchos pensamos que el 'trap' se iba a volver ‘comercial’, o ‘pop’. Y no pasó. ¿Por qué? Le pregunto porque 'Alma' tiene 'trap', pero tiene otras cosas, se mueve por diferentes lados, ¿no?

El 'trap' marcó un antes y un después en Argentina, pero de ahí cada uno empezó a moverse a través de sus influencias y de sus cosas. Siento que no solo pasa en Argentina, pasó en todo el mundo de la música.

Hábleme de Bizarrap.
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(Risas) ¿Y cómo es él? ¿Es humano, no es humano, el Biza? Yo trabajé con él por primera vez en 2019. El me dijo que tenía la idea de que yo fuera la primera mujer en hacer una Bizarrap Session. El venía dedicándose a eso, pero ya quería dedicarse de tiempo completo. Me cayó bien. En la sesión tengo el buzo manchado de café (risas). Para mi es una canción increíble y me encanta. Es una amistad preciosa, además. Me gusta su concepto, tan bien armado, su inteligencia. Eso me llama mucho la atención. La idea de Bizarrap visualmente es una gran idea. Una idea que nunca termina porque siempre hay un artista nuevo que puede hacer una Bizarrap Session, un país nuevo que quiera hablar de ella, un mercado nuevo, un mundo nuevo. Algo que nunca termina.

Volviendo al tema colaborativo en Argentina, ¿tienen claro que uno puede llegar más lejos que otro en un futuro cercano, o desde el principio sienten que van a estar al mismo nivel?
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Yo jamás me he sentado con un artista a pensar, “che, qué bueno que hago esto con este artista, porque me va a hacer exitosa”. Jamás. Siempre que me meto en un estudio con un artista es porque me gusta el artista. Nunca he tenido que hacer una canción que no quiero hacer. Pero entiendo que haya otra gente que lo vea desde un punto de vista más “laboral”, donde piensa que trabajan con alguien porque les conviene. Pero entiendo la pregunta, porque la cultura del urbano es muy competitiva en todas partes y eso pasa bastante. Ahora nada más Kendrick está peleando con Drake... y encima Kendrick es mi artista favorito (risas). ¡Basta de pelear, por favor!

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¿Cómo maneja usted redes? ¿Cómo lidia con la explosión de su propia fama?
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Ya veo todo un poco desde el humor y no me lo tomo personal. Al principio me dejaba influenciar mucho. Quería hacer lo que la gente decía, con el propósito de que la gente dejara de decirme cosas, ¿me entiendes? Mis padres me empezaron a enseñar que la gente opina de todo: de artistas, de política, de la nueva ropa que salió, qué sé yo. Me enseñaron a no contestar.

¿Se limita para consumir redes sociales?
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Bastante. Te sacan mucho tiempo de calidad. Cuando estoy tranquila, prefiero aprovechar el tiempo en que estoy sola sin hacer nada a meterme en una red social. En general, siempre caigo en las mismas boludeces: videos graciosos, cosas así.

¿Qué le ha enseñado 2024?
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¡Uy! Qué pregunta. Yo creo que cambié bastante. Para bien. En el sentido de madurar. De ser realista conmigo. Antes vivía en una pseudo fantasía. Bueno, soy cantante y no sé qué, y... no sé cómo explicarte. Como que ni siquiera caí en cuenta de lo que me estaba pasando y que tenía que tomármelo en serio. Esto es música, es trabajo. Ha habido momentos en los que me ha pasado cosas personales y terminaba frenando todos los proyectos, sin tener en cuenta que trabaja conmigo. Ya no puedo frenar todo. Ya tengo que cambiar de pensamiento. Tengo que ser líder.

Escuche a Alejandro Marín en el Bilingual Pódcast en Spotify y en Apple Podcasts y en La X, Más Música, y véalo en Canal Trece todos los lunes a las 10 p. m.

AUTOR: ALEJANDRO MARÍN 
PARA EL TIEMPO 
@themusiimp

​Este artículo fue publicado en la Edición Domingo de EL TIEMPO