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Hace unos años escribí una carta de despedida a la obesidad, que ahora ajustó a mi nueva realidad.

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Tengo antojos de mecato todo el tiempo. He subido de peso. No sé cuántos kilos porque no tengo báscula, es la ropa de mi clóset la que habla: ‘En ese jean ya no te caben las piernas ni las nalgas’ o ‘esa chaqueta no te va a cerrar’.
Las noticias y los estudios recientes confirman lo que estoy viviendo: los hábitos alimenticios de las personas cambiaron desde que comenzó la pandemia y no del todo para bien.
Es cierto que durante las cuarentenas se cocinaba más en casa, pero también se comenzó a comer a deshoras y aumentó el consumo de meriendas y postres poco saludables, como papas fritas, galletas y helados, más bebidas azucaradas y bebidas energéticas.
La ansiedad, el miedo al contagio y el encierro fueron los detonantes para que esa gordita interior que siempre ha habitado mi cuerpo y que creía tener controlada saliera nuevamente a la luz. Con la pandemia se despertó un monstruo: mi adicción a las golosinas. Confieso lo que estoy padeciendo, para así enfrentarlo de una vez por todas. Sé que no estoy sola, lo estamos sufriendo muchos en estos difíciles tiempos que estamos viviendo.
Hace unos años escribí una carta de despedida a la obesidad en este espacio y que hoy releo y repito, ajustándola a mi nueva realidad.
Comienzo de nuevo este reto y me prometo no volver a sucumbir ante tus tentadores antojos publicitarios
Querida comida azucarada y grasosa:
Soy una mujer profesional de 51 años y nada me gusta más que pensar en ti. Mi vida hoy es sedentaria, permanezco sentada frente a un computador y el mayor ejercicio que hago es sacar durante diez minutos a mi perro, Paté, al parque vecino. He venido notando que, con el paso de los días, la talla de mi ropa ha aumentado, pero pienso que es pasajero y por eso mi clóset está lleno de prendas en las que ya no quepo, con la esperanza de que me volverán a servir.
Eres una compañera fiel, nunca me fallaste cuando estaba triste, feliz, aburrida o con estrés. Te confieso que, algo nerviosa, fui a hacerme los últimos chequeos médicos y me encontraron sobrepeso y el colesterol alto. Fue entonces cuando el doctor me volvió a hablar mal de ti. Y luego con cara de preocupación leyó las últimas cifras publicadas sobre la obesidad y la pandemia. Que paradójicamente es una de las grandes enemigas del virus que aún sigue haciendo de las suyas.
(Le puede interesar: Páginas y sabores del pasado)
Contigo tengo una relación tóxica, adictiva y que es perjudicial para mi salud, eres una droga letal. Es el momento de comenzar a pensar en mi cuerpo y mi mente. He decidido cambiar mis rutinas, acompañada de mejores amigas, más saludables y buenas para mi organismo; seguro te añoraré, pero no será imposible reemplazarte.
Chao, chocolates, golosinas, comidas procesadas y de paquete. Bienvenidas las verduras, los pescados, las carnes magras, los granos y las nueces. Mis nuevas consejeras serán las máquinas del gimnasio.
Comienzo de nuevo este reto y me prometo no volver a sucumbir ante tus tentadores antojos publicitarios. Este maldito covid no seguirá haciendo de las suyas en mi mente, estoy vacunada, me sigo cuidando y voy a retomar buenos hábitos alimenticios.
Hasta nunca. Buen provecho.
MARGARITA BERNAL
Para EL TIEMPO
@MargaritaBernal
www.elcondimentariodemargarita.com

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