Es uno de los secretos más sabrosos de Medellín. Además, un lugar extraño. Un restaurante que de entrada despista, en la medida en que queda en una esquina escondida en Provenza (El Poblado), sin un letrero que indique, claramente, que ahí es.
Adentro, uno se encuentra con un pequeño y curioso local de luces azules –como si se estuviera en un submarino en el fondo del mar–, con unos vinilos de música tropical que adornan una pared, con unos refrigeradores en los que se exhibe una pesca que se está curando (en la otra pared) y con una larga barra que atraviesa el lugar, en la que, en efecto, sucede la alquimia.
Se llama Krudo Viches & Vinilos y es, posiblemente, uno de los más lúcidos restaurantes de la ciudad. Las pescas crudas (tal cual lo indica su nombre) y curadas (con maduraciones de 10, 20 o 50 días) son las protagonistas de esta cocina de mar –una cocina de producto con materia prima muy bien intervenida por dos hábiles cocineros–, en la que todo se hace a la minuta y a la vista del comensal.
Para empezar, muy recomendadas sus ostras frescas. Paso seguido, sus gambas a la parrilla, apenas bañadas en mantequilla de ajo.
De las entradas, también recomiendo su rainbow, que es un tiradito con tres pescados crudos: atún de Bahía Solano, bravo de Nuquí y trucha de El Retiro, con leche de tigre de granadilla. Y mucha atención a su particular versión de la sopa clam chowder (la sopa de Nueva Inglaterra), aquí convertida en un encocado tropical de almejas y guanciale casero (el cachete del cerdo), queso costeño frito, un par de gambas y pan de masa madre a las brasas. Un plato memorable.
En los fuertes, atención a su langosta a las brasas, tan respetuosamente tratada: la importancia de honrar el producto. ¡Ojo al atún curado a lo largo de 50 días con quinua crocante y cebollín! Y mención aparte merece la Kama, que es el collar (o el cuello, mejor) del bravo del Pacífico, previamente madurado y marinado con soya y aromáticas, con cogollos de lechuga parrillados, mantequilla de ajo y papas a la sa. Hay una pesca blanca, también madurada a lo largo de 12 días, con rábano-sandía, mayonesa de tucupí (la salsa que se extrae de la mandioca brava) y chips de guineos marinados, que es sencillamente deleitable.
También hay una trucha entera de enorme calidad; unas fish and chips (pescado y papas fritas) muy notables. Y en el capítulo de los postres, una crème brulée tan curiosa como el local, que aparece en la carta bajo el nombre de “No me llames crème brulée”.
Importante, y de alto nivel, su coctelería. No podría ser de otra manera porque este es, en definición, un bar-restaurante de barra.
Así las cosas, Krudo, con buena pesca, buen método, buenos vinos (y viches) y unos buenos vinilos clásicos, es uno de los mejores restaurantes de Medellín. ¡Recomendado!
Krudo. Cra. 32D n.º 9-43, El Poblado, Medellín. Teléfono. 310 6060680
MAURICIO SILVA
Para EL TIEMPO
En X: @msilvaazul