COP16: la riqueza natural del Valle del Cauca, una región que brilla por su biodiversidad

Ese cielo naranja con destellos amarillos tiñe del mismo color las aguas del Pacífico vallecaucano. El mar de la isla de Punta Soldado, a 40 minutos de Buenaventura, sirve de espejo al firmamento que también se pinta de fucsia.

Las aguas se muestran tranquilas, mientras en la distancia y bien adentro, un par de pescadores en su vieja lancha esperan con paciencia tener suerte, luego de haber arrojado sus redes. 

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Desde su navío divisan gigantescos árboles que se mezclan con bosques de mangle tan espesos, donde el sol trata de meterse por una que otra rendija.

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El tiempo transcurre lento para los afrodescendientes de Punta Soldado, frente a la playa La Bocana, una de las que atrae el turismo en Buenaventura donde líderes, como Gladys Romero, piangüera de corazón, aman el medioambiente.

Ella es una de las mujeres que viven de escarbar entre las raíces de aquellos mangles, buscando piangüa, pero teniendo claro que al ecosistema se le debe dar un respiro por periodos para preservarlo, como también lo hacen quienes viven cerca de la zona del Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga, otro paraíso de manglares bañado por el Pacífico. En esta reserva de 470 kilómetros cuadrados suelen ser avistadas por esta época y hasta octubre, las gigantescas yubartas o ballenas jorobadas que arriman a las cálidas aguas para reproducirse.

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A una hora en lancha, la indígena wounaan noanamá Nury Cuero y otras mujeres, vestidas con la paruma, una tela que con más de un doblés forma una falda, entrelazan con sus manos fragmentos de la palma de wérregue a los que les han dado un color rojizo y amarillo con el muy común achiote para ellas, un pigmento natural infaltable en sus artesanías. Esta es la comunidad del resguardo Chachajo al que no se llega por carretera porque no hay. 

Los indígenas se han esmerado para que este costado occidental del departamento, donde hay selva, permanezca incólume, como la poblaron sus ancestros. Así que el visitante debe adentrarse por río desde Bajo Calima y luego tomar el río San Juan, el ancho caudal que separa esa selva del resguardo de casas palafíticas, casi en el aire, con la de su vecino Chocó.

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Ya en el centro del Valle del Cauca, de planicies y cultivos, la mayoría de caña de azúcar, Holmes Lenis llega a la orilla del inmenso río Cauca con la esperanza de sacar peces para la venta. 

El tiempo seco de las últimas semanas lo ha motivado a salir a pescar más temprano, pues en la tarde, las máximas temperaturas se concentran en el agua y dificultan que los peces logren llegar a su red, además de que la corriente disminuye.

Aun así, el pescador de esta zona calurosa no pierde la fe. Cerca de donde pesca está el humedal Videles, en área de la hacienda La Prensa del corregimiento Guabas, en el municipio de Guacarí. 

Allí, la CVC levanta un muelle y otro, en la madrevieja La Marina, de la laguna de Sonso, en Buga para que el río Cauca vuelva a navegarse como en sus mejores años, en esos inicios del siglo pasado. Sonso es su testigo, una laguna sobre la margen derecha del cauce que atraviesa todo el departamento, pero que está en jurisdicción de los municipios Yotoco, Guacarí y Buga como parte de ese corazón vallecaucano, de bosques secos tropicales, propicios para avistamientos de aves.

Es ahí donde también palpita un mundo de más contraste de flora y fauna, pasando de elevadas temperaturas en esas planicies a un territorio de páramos en menos de dos horas. El Valle tiene los páramos de Las Hermosas, de Chilí Barragán o Yerbabuena; Las Domínguez – Pan de Azúcar; Tinajas en la cordillera Central, y del Duende que corresponde a la cordillera Occidental.

Y siguen los contrastes, pues estos páramos abarcan las ciudades de Buga, El Cerrito, Trujillo, Riofrío, Ginebra, Tuluá y Florida, a dos y hasta tres horas de Cali, la tierra de la cadencia con la música del Grupo Niche y Guayacán, y de los 33 grados centígrados cuando el sol está en todo su esplendor.

Todos estos pobladores de aquellos encantos turísticos han venido ratificando, entre campesinos, afrodescendientes, indígenas y mestizos, que el Valle es precisamente la sede ideal para la Conferencia de las Partes en su versión 16, del Convenio sobre Diversidad Biológica.

Es una ratificación que coincide con la del director general de la CVC, Marco Antonio Suárez. “El Valle del Cauca es una de las regiones más ricas en biodiversidad, porque alberga mar, páramo, bosques secos y muy secos; bosques húmedos y muy húmedos; humedales, cientos de especies de flora y fauna, y agua, mucha agua; podemos pasar del frío al calor en cuestión de minutos. Son ocho biomas y 35 ecosistemas terrestres, además de los ecosistemas marinos y costeros”, afirmó.

En el caso de los páramos, el de Las Tinajas, ubicado en la cuenca alta del río Fraile, entre las cumbres que tiene Florida, en el sur del Valle, este alcanza las 75.703 hectáreas. Hay frailejones, venados, osos, dantas y decenas de aves migratorias.

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Según estos nativos, el páramo guarda el agua en lagunas enormes, como tinajas que, finalmente, drenan sus aguas a la quebrada Santa Bárbara y, por ende, al río Fraile que con su caudal serpentea la cordillera Central. Es allí donde hace seis años, los indígenas vieron la nieve. No era granizo, había nevado como no había ocurrido en 20 años atrás. “La madre naturaleza nos da a conocer que el páramo es un sitio de mucha importancia, no solamente para el pueblo Nasa, sino para toda la población”, dijeron en el resguardo.

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“Nuestra fauna y flora se ve representada en diferentes especies, resaltando 6.000 de flora, 260 de mamíferos y 997 de aves, al igual que 92 especies ícticas para el río Cauca, de las cuales, 69 son nativas, 23 introducidas y 23 endémicas. La diversidad de herpetos del departamento corresponde a 350 especies (197 de anfibios y 153 de reptiles). En el Valle del Cauca, todo el Pacífico hace parte del corredor jaguar (Panthera onca). Los núcleos de conservación del oso andino (Tremarctos ornatus) están en Tatamá-Farallones-Munchique, en la cordillera Occidental, y Hermosas-Puracé-Doña Juana, en la cordillera Central. Además, Bahía Málaga, en Buenaventura; es un área de importancia para la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), entre otras especies marinas”, continúa el director de la CVC.

Y explica que en la zona marino costera, jurisdicción de esa corporación, se cuenta con un registro de 20 especies de macroalgas intermareales, 132 especies de microalgas, 400 de flora terrestre arbustiva, sin contar las especies epífitas, 18 de esponjas, 18 de cnidarios, 580 de moluscos, 6 de sipuncúlidos, 324 de crustáceos, 37 de equinodermos, 120 de poliquetos, 390 de peces marino-costeros, 29 de mamíferos acuáticos, 331 especies de aves, 156 de mamíferos terrestres, 92 de anfibios y 130 de reptiles, teniendo en cuenta 38.496 hectáreas de manglar.

“El Valle cuenta, además, con más de 91 humedales lénticos, lagunas, madreviejas, ciénagas y zonas bajas. En el complejo de humedales del alto río Cauca, asociado a la laguna de Sonso designado como sitio Ramsar, reconocimiento internacional del convenio del mismo nombre, hay 24 humedales”, enfatiza Suárez, quien además dice que el principal atractivo de esta zona del país son las aves. “En el Valle hay 163 especies migratorias y 83 especies casi endémicas. Solo Cali cuenta con más de 560 especies, convirtiéndola en la capital de las aves”, dice.

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Más de 2.000 nacimientos de agua, 283 quebradas, siete ríos, 350.000 árboles en zona urbana, 113 parques y 560 en especies de aves, hacen parte de la riqueza natural de Cali, sede de la cumbre de biodiversidad COP16, de acuerdo con la gobernadora Dilian Francisca Toro, y los secretarios de Turismo de Cali, Mábel Lara, y del Valle, Julián Franco.

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Para avistar a esos seres alados, según la secretaría de Turismo de Cali, está también El Topacio, catalogado como la puerta grande al parque Farallones de Cali y ubicado a tan solo mediahora de la capital del Valle.

“Son nuestra joya de la corona de la biodiversidad”, asegura la secretaria de Turismo de Cali.

“Tenemos áreas protegidas, como los Parques Nacionales Naturales Farallones, Tatamá y Uramba Bahía Málaga, así como los bosques de Yotoco y San Cipriano, que son cruciales para la conservación de especies endémicas y en peligro de extinción. Tenemos que cuidar los bosques y conservarlos, debemos trabajar con sistemas silvopastoriles intensivos para mejorar la biodiversidad y capturar carbono”, sostiene la gobernadora del Valle.

La mandataria reitera: “Vamos a beneficiar a la comunidad con negocios verdes, agroecología, agricultura y ganadería sostenible; también con proyectos de ecoturismo, como el avistamiento de aves”.

El Valle, como un departamento de más de 22.000 kilómetros cuadrados, es pues ese paraíso donde hay llanura, serranía y mar. Todos juntos. En otras palabras, es donde hay diferentes paisajes, climas, sabores, razas, bailes, culturas y todo un empuje económico reunidos en una misma región del Pacífico. Así lo resaltaron la gobernadora y el secretario de Turismo de la región.

Tampoco se pueden dejar de lado los ríos, cascadas y playas que conectan la naturaleza con el mar del Pacífico. Franco menciona el río San Cipriano para avistamiento de aves, así como los ríos Sabaletas y Anchicayá y cascadas, como La Sierpe con una caída de más de 60 metros de altura, además de las playas de Juanchaco, Ladrilleros, La Bocana, Juan de Dios, entre otras.

En la capital del Valle, el zootecnista Carlos Mario Wagner y otros pajareros como él pasan horas y horas deleitándose en el bosque de niebla de San Antonio, a 40 minutos de Cali, justamente, para detenerse sin afanes y descubrir aves tan bellas, como la tángara multicolor o el gallito de roca.

Otro de los bosques de Cali es la zona entre la reserva forestal de los Farallones y la cuenca protectora del río Meléndez, donde mamíferos y reptiles son los guardianes de dos nacimientos de agua que alimentan el mismo cauce.

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Es el bosque Colibrí, un emprendimiento dirigido por Andrés Ossa, que como una de las 68 iniciativas empresariales en los 15 corregimientos de Cali se unieron para formar la Red de Turismo Rural y de Naturaleza, bajo el eslogan ‘Cali también es loma’, con el apoyo de la secretaría de Turismo de Cali.

El bosque se encuentra entre los 1.450 y los 1.620 metros sobre el nivel del mar y allí llegan más de 100 especies de aves al año,entre ellas migratorias, como la reinita naranja (Setophaga fusca) y reinita de canadá (Cardellina canadensis). También es frecuentado por aves endémicas, como la pava caucana (Penelope perspicax) y Habia copetona (Habia cristata).

A través de estas actividades se promueve el correcto manejo de residuos y acciones que evitan, se mitigan o se compensan efectos adversos para la fauna y la flora. Así lo explica Ossa.

Esta propuesta va muy de la mano para mostrar esa Cali llena de riquezas naturales con gran variedad de animales silvestres, teniendo en cuenta que la ciudad será el epicentro de la conferencia más importante en materia de biodiversidad del planeta.

“Esto surge como una iniciativa articulada por la necesidad de Cali de dar a conocer la belleza que tenemos, nuestros Farallones. Cali es en su mayoría, zona rural (80 por ciento) y allí hay unos guardianes”, dice el emprendedor Ossa.

Añade que algunos caleños desconocen el valor de los 15 corregimientos. “Debemos sentirnos orgullosos y conocer nuestra gran riqueza. Aquí nacen seis ríos de los siete ríos que cruzan la ciudad”, comenta. 

Agrega que su emprendimiento está enfocado en la conexión del ser humano con la naturaleza, a través de avistamiento de aves, cascadas y un café que se cultiva en este sitio. En esta iniciativa también participa la Corporación Pi3nsa, “en la búsqueda de aportarle a la ciudad el conocimiento sobre la biodiversidad”, dice John López, director de Proyectos de la misma entidad.

Los 22 mil kilómetros cuadrados que se extienden en esta región están llenos de biodiversidad, inmersa en imponentes ecosistemas. Una muestra del realismo mágico, que describía Gabriel García Márquez, con variedades de plantas, animales y comunidades locales. Un valle milenario que guarda historias y es el hogar de cientos de especies. Es una verdadera joya natural del planeta.

CAROLINA BOHÓRQUEZ 

Corresponsal de EL TIEMPO

Cali