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La historia de las extrañas apariciones en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá
Los empleados ya se acostumbraron a ellas. Dicen que un 'fantasma' ya quedó registrado en foto.
“Voy a pasar a tu casa. Te pedimos que nos respetes, y nosotros también te respetaremos”. Así es como Sandra Vega, una de las trabajadoras del Teatro Jorge Eliécer Gaitán, entra al camerino uno, ubicado al lado izquierdo del escenario, ya que dice que allí aparece un fantasma desde hace dos décadas.
Este espacio que tiene las paredes de blanco y espejos con bombillos a su alrededor es reconocido por los trabajadores del teatro porque hace “un frío extraño”. Se cree que allí habita el espíritu de una persona que cayó de un andamio cuando estaban haciendo la construcción, que hoy cumple 50 años.
Les sopla y les apaga las luces, incluso a uno de los encargados de los reflectores del escenario le pegó en la mano
La primera vez que sintieron la presencia de este “fantasma” fue en 2003, cuando “un hombre duró entre 17 y 19 días cavando en el lado derecho del teatro, hacia la platea. Cavaba de noche, entre las 11 y las 3 de la mañana”, cuenta Sandra.
La mujer trabajaba en la única taquilla en donde se conseguían boletas para las funciones del Jorge Eliécer Gaitán, por lo que se quedaba hasta altas horas de la noche. En aquella época escuchaba a “un señor que alzaba la pica con mucha dificultad, se le sentía el cansancio en el cuerpo”.
A raíz de estos sonidos extraños llamaron a la Policía y hasta a la Sijín. Se decía que había riesgo de que se tomaran la construcción. Las indagaciones arrojaron que se trataba de una energía extraña, pero que no era la única.
Teatro Jorge Eliécer Gaitán Foto:Fernando Ariza. EL TIEMPO
Desde entonces, Sandra debió acostumbrarse a convivir con la presencia del misterioso hombre de la pala que les ha hecho pasar sustos a actores y trabajadoras del aseo.
“Les sopla y les apaga las luces, incluso a uno de los encargados de los reflectores del escenario le pegó en la mano”, narra Sandra, quien asegura que a ella una vez la empujó. “Eso fue durante una obra de Peter Pan, pero yo le dije que así como lo respetaba debía respetarme”.
La foto de la pianista
Se dice que en el teatro hay dos fantasmas más: el de un hombre que era dueño del terreno y el de una mujer pelirroja. Aunque no se habla con mucha frecuencia de ellos, y algunos de los trabajadores aún son escépticos sobre su existencia, han llamado hasta a espiritistas para “hacer limpieza”.
Supuesto fantasma en el Jorge Eliécer Gaitán. Foto:Archivo Particular
Los expertos consultados han concluido que estos espíritus no buscan nada malo, solo quieren cuidar el lugar, aunque uno que otro día aparezcan y asusten a quienes allí trabajan.
Una de las anécdotas inolvidables para muchos de los empleados ocurrió en marzo del 2020, justo antes de la pandemia. Durante un concierto de Santiago Cruz, una pianista intentó tomarse una selfi y una persona se ofreció a tomarle la foto.
“Mi compañero toma la foto, pero no la mira. Cuando la revisamos vimos cuando el fantasma se atraviesa. Es la sombra de una persona grandísima, como de unos tres metros. Tiene un sombrero de época. Sus pies están hacia la cámara y la cabeza, hacia el público”, rememora Sandra.
Es la sombra de una persona grandísima, como de unos tres metros
Ese es el único registro de los presuntos espíritus que allí habitan y que han sido protagonistas de decenas de historias. “Una vez vimos a unos niños pasar por el ciclorama, el telón ubicado al fondo del escenario, pero al ir hasta el lugar no había nada”, cuenta uno de los trabajadores.
En el piso de abajo de la tarima, en donde quedan los camerinos de cambio rápido, Sandra señala que habita una mujer pelirroja que en las noches disfruta de una copa de vodka mientras escucha música. “En la noche le dejo un espejo, una mesa, dos sillas, una radiola de época que se utilizó para una escenografía y un vaso con trago. Al siguiente día el vaso está vacío”, cuenta la mujer.
Por los pasillos del teatro de siete pisos, las personas dicen que se siente un frío extraño, similar al del camerino uno. “Yo recojo la basura y salgo corriendo. Aquí, a varias compañeras las han hecho caer”, dice otra de las mujeres que trabajan por las noches en el teatro.
Lo cierto es que las personas que llevan años laborando en el Jorge Eliécer Gaitán ya se acostumbraron a la presencia de estos fantasmas, ya hacen parte de su diario vivir e incluso bromean con ellos. Después de todo, conforman la historia de este emblemático teatro que ha marcado la cultura de Bogotá.
“Yo les dije que cuando yo me muera, al que vea llorando me lo llevo”, dice uno de los empleados, bromeando con sus compañeros de trabajo.