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Noticia
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De víctima de la violencia a empresaria verde: el renacer de una huertera caribeña de Bosa
Con la ruda, lavanda, caléndula y otras plantas medicinales que siembra en una huerta del sur de Bogotá, Dannis Sequeira sanó las heridas de un pasado violento en la costa Atlántica y le dio vida a un emprendimiento de aceites, pomadas, ungüentos y jabones orgánicos.
Dannis Sequeira sanó las heridas de un pasado violento en la costa Atlántica. Foto: Jhon Barros Franco
Su rostro carecía de una sonrisa expresiva. Sus ojos negros no brillaban con intensidad y su voz no sonaba con esos matices melódicos característicos de las personas del caribe.
Dannis Sequeira sentía que la cabeza se le iba a explotar por las reminiscencias amargas de su niñez y adolescencia en El Plato (Magdalena), donde nació hace casi cinco décadas.
Su infancia estuvo marcada por la mano dura de su padre, un hombre de temperamento volado que le gustaba emborracharse y la molía a diario a golpes.
“Mi mamá también fue víctima de la violencia de mi papá. Ella se armó de valor y lo abandonó, tiempo en el que tuvimos algo de sosiego”, recuerda esta mujer de estatura alta.
La paz no duró mucho. Cuando Dannis cumplió los 17 años y se graduó de bachiller, un señor la intentó abusar sexualmente y le destruyó el rostro. A los ocho días volvió a intentarlo.
Dannis Sequeira sanó las heridas de un pasado violento en la costa Atlántica. Foto:Jhon Barros Franco
Una tía que vivía en el norte de Bogotá la recibió y enseguida se puso a trabajar y estudiar auxiliar de enfermería, tecnología en primera infancia y contabilidad.
Luego de hacer varios cursos de cocina, el amor tocó a su puerta. Se casó, tuvo tres hijas y la familia se organizó en el barrio Bosa Porvenir.
Pero el matrimonio no duró y Dannis se convirtió en madre cabeza de hogar. Para sobrevivir empezó a vender muñecos de trapo, juegos de baño, arepas de huevo y carimañolas.
“La vida me volvió a golpear cuando mi hija menor fue diagnosticada con hueso de cristal en la pierna derecha. No iba a poder valerse por sí misma y yo perdí las ganas de sonreír”.
Dannis Sequeira sanó las heridas de un pasado violento en la costa Atlántica. Foto:Jhon Barros Franco
Renacer en una huerta
Debido a la enfermedad de su hija, Dannis no encontraba trabajo formal. Como debía llevarla a los controles médicos, ninguna empresa la contrataba.
“Todos los golpes del pasado y nuevos me amargaron el alma. Pero no podía desfallecer: mi prioridad es sacar adelante a mis niñas”, apunta la plateña mientras se limpia las lágrimas.
En septiembre de 2021, una amiga le contó que la Alcaldía de Bogotá estaba buscando madres cabeza de hogar o víctimas de la violencia para participar en un nuevo programa.
Se trataba de Mujeres que Reverdecen, estrategia que les dió subsidios económicos a 5.000 mujeres a cambio de fortalecer el arbolado, jardines y huertas de la capital.
Dannis pasó los papeles y fue seleccionada para trabajar con el Jardín Botánico de Bogotá (JBB). Ingresó a un grupo de 30 mujeres de Bosa Porvenir y enseguida se enamoró de las plantas.
“Para mí todas las matas eran iguales. Sara Reyes, profe del JBB, me enseñó sobre las propiedades de las hortalizas y plantas medicinales de las huertas y quedé maravillada”.
Luego de aprender las técnicas de la agricultura urbana, las mujeres tenían que encontrar un espacio para montar una huerta. Dannis se unió con María Elsy Rivas y Alejandra Vivas.
El Centro de Encuentro para la Paz y la Integración Local de Víctimas del Conflicto Armado de Bosa les dio luz verde para trabajar en un terreno abandonado.
Durante varios días, las huerteras retiraron escombros y limpiaron la zona. Tras un mes de trabajo le dieron forma a Rosemary Herbal, una huerta de plantas medicinales.
“Allí sembramos ruda, manzanilla, hierbabuena, lavanda, romero, toronjil y caléndula. La huerta es fruto de una amistad con María Elsy y Alejandra”, dice Dannis con orgullo.
Dannis Sequeira sanó las heridas de un pasado violento en la costa Atlántica. Foto:Jhon Barros Franco
Emprendimiento verde
Las plantas medicinales las inspiraron para crear Rosemary Herbal Orgánica, un emprendimiento de aceites, pomadas, ungüentos y jabones naturales.
Según Dannis, Rosemary significa romero en inglés, Herbal es hierbas y Orgánica es porque todo es orgánico y sin químicos. “La materia prima la sacamos de la huerta en el centro de víctimas”.
Luego de cosechar las plantas, las llevan a alguna de sus casas para macerarlas y dejarlas reposar entre 30 y 60 días. Por último les aplican aceites neutros y colorantes naturales.
Estos productos son benditos para la salud. El aceite de ruda sirve para los calambres y dolores musculares, el de manzanilla para el estrés y alergias y el de caléndula mejora la piel manchada.
Las tres huerteras mostraron su emprendimiento en ferias locales de Bosa y los Mercados Campesinos del JBB, sitios donde cosecharon buenas ventas.