Se ha convertido en uno de los restaurantes más sólidos de Bogotá. Se llama Veccina (que significa cerca) y es un comedor italiano de instalaciones muy agradables que está muy rico.
Hace dos años abrió su primer local en la calle 85 con carrera 13 y, gracias a su éxito –y a un vertiginoso boca a boca–, estrenó hace tres meses un nuevo punto en la carrera 19 con calle 118, norte de Bogotá.
Agnolotti, plato del restaurante Veccina. Foto:Cortesía Takami
Veccina hace parte del grupo Takami (los mismos de 80 Sillas, Oficial, Cantina y Punto, Central…), lo cual significa que exhibe un ya reconocido sello de garantía: esa empresa hace bien la tarea de la restauración. Es un lugar casual –incluso diría que familiar– cuya carta gira en torno a recetas que pasan por los hornos de leña.
Gracias a la calidad de los ingredientes, ofrece una amplia carta de pizzas con carácter: la de guanciale (papada de cerdo), queso provolone, chiles y miel es de un equilibrio notable; lo mismo que la de cordero braseado y queso pecorino, de gran sabor (ambas de $ 45.000).
Veccina, una nueva oferta italiana en Bogotá. Foto:@Veccinaitaliano
Pero aquí hay más que eso. Como debe ser, hay muy buenas pastas caseras, como por ejemplo los linguini con mejillones, almejas, calamares y trozos de chorizo artesanal picante ($ 57.000).
Quiero recomendar, muy especialmente, cinco entradas preponderantes; dos de ellas sobresalientes que, incluso, se acompañan muy bien: una ensalada de duraznos, uvas, carambolo, dátiles, nueces y rodajas de queso grana padano (el primo hermano del parmesano), todo bañado con una vinagreta cítrica muy estimulante ($ 37.000); y las gambas a la leña (camarones de gran tamaño), sin más que perejil, ajo y aceite de guindilla, que aterriza en la mesa en su punto gracias a una cocción perfecta. No olvide chupar las cabezas tostadas de este marisco. ¡Placer! ($ 69.000).
Las otras tres entradas que recomiendo atacar, sí o sí, son las orellanas asadas a la brasa con coppa –que es un salame elaborado de la paletilla del cerdo–, con una yema de huevo confitada y una gremolata –que es una famosa salsa verde italiana compuesta por perejil, limón, ajo–. ¡Un terciopelo! ($ 34.000). La alcachofa asada, de gran textura, con aderezo de anchoas, limón y pecorino ($ 35.000). Y los muy bien tratados palmitos del Putumayo a la leña, con pistachos, albahaca y finos cortes de naranja, mandarina y cebolla ($ 38.000).
También recomendada su milanesa de ternera con una salsita de tomates rostizados, más sabrosa que un carajo ($ 45.000). No se puede decir lo mismo de su cordero, que, digamos, está correcto, pero poco sorprende.
De sus dulces, una milhoja de excepción con tres cremas: de pistacho, chantilly de queso mascarpone y arequipe. ¡Golosa pieza! ($ 22.000). También pedimos las mini donuts con dulce de leche, pero no pasó nada.En general, este es un restaurante bien estructurado, cautivante y satisfactorio. En Veccina se come y se pasa sabroso.
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