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Entrevista

Entrevista exclusiva con Andi, el oso andino: ‘a veces salgo a buscar comida y al regresar no encuentro mi casa, la quemaron, la destruyeron’

En entrevista con EL TIEMPO, habla de las amenazas que hoy enfrenta su especie y hace un llamado a quienes estarán en la COP16 para proteger y restaurar los bosques (*).

Oso andino (Tremarctos ornatus) trepado en un árbol.

Oso andino (Tremarctos ornatus) trepado en un árbol. Foto: Getty Images / iStock

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PERIODISTA DE MEDIOAMBIENTE Y SALUDActualizado:

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El oso andino (Tremarctos ornatus) es el único oso de Sudamérica y es endémico de los Andes tropicales, extendiéndose por Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela. En nuestro país, en las épocas prehispánicas, su avistamiento se traducía para las comunidades indígenas en un aviso de la llegada de las lluvias y eran también el símbolo de la conexión entre el cielo y la Tierra. Hoy, sin embargo, eso está en riesgo de desaparecer.
De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el oso de anteojos, como también es conocido, está en la categoría de ‘vulnerable’ a la extinción en Colombia, debido a que su hábitat está siendo degradado y fragmentado, y además muchos de ellos están siendo cazados.
El Instituto Humboldt identificó que en el territorio nacional, entre 1970 y el 2015, se registró una reducción del 15 por ciento en las áreas idóneas para su presencia. 
La situación es grave: de acuerdo con datos del Ideam, las zonas más afectadas por deforestación y degradación del país están en la región Andina, zona que suele habitar porque se mueve por las tres cordilleras. A propósito de estas amenazas que hoy afronta y de la importancia de salvaguardar su hábitat, en EL TIEMPO hablamos en exclusiva con Andi, un joven oso que vive en la cordillera central.
De unos 115 kg de peso y poco más de un metro de longitud, Andi es un musculoso ejemplar. Tiene el pelo negro y unas características manchas blancas en sus ojos. Sus garras están bien afiladas, listas para trepar a la cima de un árbol, de algún frailejón, que es una de sus actividades favoritas y su voz es tan curiosa como él mismo; habla un par de días después de quedarse sin casa.

Andi, ¿qué pasó con tu casa, cómo es eso que ya no existe?

Oso andino en Colombia

Oso andino en Colombia Foto:CVC

Yo tengo muchas casas, porque me muevo mucho. Hay varios municipios del Meta que me gustan mucho, por ahí tengo donde quedarme cuando quiero darme unas vacaciones y tomar un poquito de sol y calorcito, pero también me gusta visitar el páramo en zonas altas. Por ejemplo, Chingaza es de mis favoritos, porque siempre está bien cuidado y todo verde, aunque por estos días no está lloviendo nada. Me dijo mi amiga águila paramuna que es por algo que está pasando en la Amazonia y por el aumento de las temperaturas. La verdad no sé. Antes, cuando yo llegaba, llovía, pero ahora ya no pasa. En todo caso, lo que sí pasa cada vez con más frecuencia es que me voy unos días a caminar, porque no sé si sabías que puedo recorrer hasta 30 km. en un día, pero al regresar ya no encuentro bosque. Salgo a buscar comida y al regresar no encuentro mi casa, la quemaron, la arrasaron. Y me encuentro con cultivos y ganado. Yo no estoy en contra de que hagan cultivos, a mí me gusta la agricultura, de hecho yo siembro muchas plantas y disperso muchas semillas en los bosques, esa es una de mis labores en la naturaleza, pero creo que se puede cultivar sin destruir mi casa.

¿Y dónde te ha pasado eso?

Yo tenía una casa en Boyacá, en un páramo, y llegué y lo habían convertido en un cultivo de papas. De ahí me fui a otra casa que tenía entre Santander y Norte de Santander, y encontré un montón de humanos que no estaban muy felices de verme porque supuestamente me estaba acercando a sus vacas, pero no era mi culpa, ahí vivía yo y ahora hay vacas. De un momento a otro desaparecieron las puyas, que son bromelias gigantes que a mí me encanta comer, porque yo como casi 114 especies de plantas, pero las puyas están entre mis preferidas y cuando llegué, ya no había.

¡Ah! Por eso es que te hemos visto cada vez más cerca de zonas urbanas e incluso dentro de algunas fincas…

Les pido que nos protejan. Estamos catalogados como especie sombrilla, porque donde cuando hay un oso de anteojos presente significa que hay un ecosistema saludable.
Sí y eso ha terminado en problemas. A la gente no le gusta vernos ahí. Primero dicen que se sienten orgullosos de nosotros, de la biodiversidad, de que seamos una especie endémica de Suramérica, pero luego nos ven y nos atacan. Hace dos años, por ejemplo, a un primo mío tuvieron que rescatarlo en la Serranía del Perijá, en el Cesar, porque unos campesinos querían atacarlo. Le tocó pasar varias horas trepado en un árbol para protegerse. Al menos a él le fue bien, no a todos los rescatan…

Perdón por la pregunta, pero, supe que cada vez son menos justo por eso. ¿Cuántos de ustedes quedan?

Nadie sabe. Yo no sé. Los científicos no saben. Dicen que somos entre 5.000 y 10.000 en Colombia, pero cada vez es más difícil vernos y comunicarnos. Ya ni fiesta de fin de año se puede hacer porque uno quiere invitar a los primos paisas, por ejemplo, los que viven en el eje cafetero y el sur de Antioquia y nada, te dicen que no pueden venir, que el camino por el que cruzaban se volvió una finca vacacional o un conjunto de casas.

¿Y qué podemos hacer nosotros para ayudarte?

Lo primero que yo les pido es que ayuden a tomar conciencia. A protegernos. Nosotros siempre queremos lo mejor para la naturaleza. De hecho, no sé si sabes, pero estamos catalogados como especie sombrilla, porque donde hay un oso de anteojos significa que hay un ecosistema saludable. Pero cada vez hay menos de esos. Parece que solo los Parques los cuidan; me contaron que están tumbando toda la selva en la Amazonia.

¿Por qué crees que no es suficiente cuidar solo los parques?

Me gustan mucho los Parques Nacionales Naturales, yo me paseo por 23. En Chingaza, Sumapaz, Tatamá, Farallones de Cali y Munchique soy muy feliz. Pero quiero explorar más, siempre he sido muy explorador y ahora parece que estoy recluido, como si estivoera en un zoológico. Salgo y veo fincas por un lado, cultivos por el otro y ganado también. Ya no quedan bosques para mí. 

¿Sientes que nadie cuida de ti y tu especie?

No, hay algunas personas que nos ayudan. Quiero aprovechar para agradecer a las iniciativas que están ayudándonos. Una se llama Conservamos la Vida, que protegen bosques para que podamos seguir moviéndonos tranquilos. En ella participan Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN), la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), la Fundación Grupo Argos, la Fundación Smurfit Kappa, la Wildlife Conservation Society (WCS) y las comunidades rurales de varios municipios ubicados en la cordillera de los Andes. Ellos son un ejemplo de se puede hacer agricultura sin destruir mi casa. Ese proyecto tiene un café muy rico, que yo lo he probado, que se cultiva en fincas donde hay bosque protegido, en el que me puedo mover con tranquilidad.

Este año se realiza en Colombia la Conferencia de Biodiversidad (COP16). Allí se reúnen cientos de líderes mundiales a definir las acciones que se van a realizar para proteger la naturaleza y nuestro país no solo es anfitrión sino también presidente del encuentro. ¿Qué le dirías a quienes estarán allí?

Lo primero que les diría es que las cosas en el bosque están cambiando y no de manera positiva. Ya no hay lluvias, los árboles están cada vez más secos. En las últimas semanas me encontré con muchos incendios forestales que no me dejaron seguir caminando. Y aunque parezca que esto no importa mucho, es todo lo contrario. No solo por mí, porque es claro que quiero tener una casa donde vivir, encontrarme árboles para trepar y frutas para comer, pero no sé si los humanos saben que sin bosque no hay lluvias, no hay plantas, no hay aves, no hay nada. No solo yo me estoy quedando sin casa, ustedes se están quedando sin alimentos, sin agua, sin un clima agradable. El otro día vi que hacía un calor intenso entre las montañas y yo me pregunté: si así estoy yo acá, que me quiero quitar todo este pelo de encima, ¿cómo será allá en las ciudades? A veces miro desde los cerros y veo que en muchos municipios ni siquiera hay árboles en las calles, todo es cemento. Así es imposible que no tengan calor. Entonces mi llamado es a que protejan más bosques pero también restauren los que se dañaron. Aún las cosas malas se pueden corregir. Lo dicen los estudios: en esta década hay que restaurar todo el bosque que se pueda. Les agradecería bastante. Al final, si tenemos más bosques, ustedes saldrían igual de beneficiados que nosotros.
(*) Entrevista ficcionada a partir de datos del oso de anteojos y sus amenazas.
EDWIN CAICEDO - Redactor de medioambiente y salud
@CaicedoUcros / @ElTiempoVerde

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